La compactera
Haunted hearts & other ballads. Fe. Los chicos quieren más. Swing when you’re winning.
Haunted hearts & other ballads
Marc Copland Trio
My favorite things, Crescent, Dark territory, Greensleeves, It ain’t necessarily so y otros (HatOtology).
Una placa de enorme belleza. Sin duda, Copland ha madurado, al punto de llevar la economía de notas e ideas a un grado sublime. Su sonido envolvente y su contenida formalidad le dan una particular sensibilidad a este bellísimo resumen de baladas. Este pianista, acompañado por Drew Gress en contrabajo y por un más que sutil Jochen Rueckert en batería, logra una atmósfera que podría llamarse otoñal, de profunda introspección. Las tres versiones de “My favorite things” tienen un interesante valor, pues de la primera, repaso del tema original, pasa a una segunda y a una tercera en las que destruye, poco a poco, sus tonalidades y sus acentos rítmicos. Por detrás se percibe un tributo a John Coltrane, al llevar su tema de experimentación hacia otras fronteras, también muy interesantes.
Fe
Roxana Carabajal
Escondido de la alabanza, fuego de Anymaná, Chacarera del tiempo i’ ñaupa, Zamba de Lozano, y otros (EMI).
En esta placa, la segunda como solista, Roxana demuestra su crecimiento. Algo lógico, pero no necesariamente habitual, ya que no ocurre con todos los artistas que después de varios años de caminar a la sombra de una figura se largan en solitario. La cantante no es la gran revelación, a pesar de que fue galardonada con premios de ese rubro; tampoco es su versión de “Zamba de Lozano” la mejor escuchada en los últimos años. Sin embargo, Roxana a- vanza con un buen “Fuego de anymaná”, que suma la presencia de León Gieco, y vuelve a apostar por la dirección musical de Daniel Homer (en gran sintonía con la propuesta de la intérprete) y por su familia: el “papi” Carlos, una letra del tío Agustín, el violín de Peteco, entre otros, que no la atan a la tradición del clan Carabajal sino que participan y aportan lo que saben para que Roxana dé un paso más en busca de su propio estilo.
Los chicos quieren más
Ratones Paranoicos
No responde, Hechizado, Confundido, Perrita, Nieve bonaerense, Los diablitos, Rock de las venas, Tomo y obligo, Boogie, boogie, y otros (Tocka Discos).
Buen año para los Ratones Paranoicos. El tema “Para siempre”, compuesto y grabado con Andrés Calamaro para “Vivo paranoico”, se convirtió en “Para siempre Diego”, dedicado a Maradona. Lo tocaron, de paso, en la misma cancha de Boca. Ahora se descubre que suenan con un rock argentino, crudo, esencial, que ha hecho escuela, multiplicándose. Pero que ellos siguen manejando mejor que nadie. Rock contundente, melodioso, sin pretensiones experimentales, pero impecable y que, finalmente, termina convirtiéndose en sinónimo de una cierta estética y planteo frente a la vida. Entre el dramatismo y la comedia, Juanse canta que no sabe si cortarse las venas o dejárselas largas. Y plantea, de paso (en ambos casos con la colaboración poética de Marcelo “Cuino” Scornik), que crecer con rock and roll no es problema. Jóvenes eternos, allí están, con quince años de carrera e indestructibles
Swing when you’re winning
Robbie Williams
Mack the knife, Somethin’ stupid, It was a very good year, One for my baby, Things, Me and my shadow, Beyond the sea y otros (Chrysalis/EMI).
Luego del futbolero “Sing when you’re winning”, el ex Take That cambió “sing” por “swing” para darse un gusto: cantar aquellos standards que hace unas décadas se hicieron populares, principalmente, en la voz de Frank Sinatra. Si el riesgo era grande, el resultado ha sido más que satisfactorio, no sólo porque Robbie Williams canta bien, sino porque supo darle algunos toques personales a las interpretaciones sin perderle el respeto a las originales. Vestido en plan crooner, se dio de paso el gusto de tocar, en “One for my baby” con Bill Miller, que fue pianista de Sinatra durante treinta años y estuvo en la primera grabación del tema. Y hasta canta a dúo con La Voz (grabada, claro, en versión 1965) en “It was a very good year”. No en todos los temas salió airoso, pero su versión de “Mack the Knife”, de Brecht y Weill, hace que se le perdonen otras.
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