La superbanda de John Zorn
TEMPLARS: IN SACRED BLOOD / Concierto: el grupo Moonchild presentó el último disco de John Zorn / Músicos: John Medeski (órgano), Mike Patton (voz), Trevor Dunn (bajo) y Joey Baron (batería) / Composición, arreglos y dirección: John Zorn / Función: el último viernes / Sala: Teatro Coliseo.
Nuestra opinión: muy bueno.
En la vida musical del compositor y saxofonista John Zorn no todo es lo que parece. Difícilmente alguien que no lo conoce pueda creer que está a punto de cumplir 60 años. Aparenta muchos menos. Y difícilmente se pueda pensar que, conocida su trayectoria, sea capaz de subir a un escenario, sin su saxofón, sólo para presentar a los músicos de la banda y salir sin haber tocado ni siquiera una nota. Pero así es Zorn: lo que ha tenido de experimental también lo tiene de inesperado. El proyecto Moonchild, que comenzó a desarrollar a mediados de la década pasada, no es la excepción a esta regla.
El disco más reciente de este proyecto ni siquiera se presenta como Moonchild. Es un disco de John Zorn aunque él no toca (es responsable de las músicas y de la dirección) y se llama Templars, In S acred Blood. Pero es la actual formación de esta banda la que, capitaneada por Zorn, salió de gira para hacer una presentación impecable de esta pieza conceptual de ocho canciones, en unos 50 minutos.
Zorn sube a escena, presenta a los músicos (John Medeski, Mike Patton, Trevor Dunn y Joey Baron) y sale del escenario para ser un testigo privilegiado de lo bien que suena su obra en manos de esos grandes músicos que convocó. Sólo volverá para los bises, donde dirigirá al combo con lenguaje de señas en las dos últimas piezas.
A estas alturas (comenzó hace algo menos de una década a trabajar con Patton, Dunn y Baron) se podría pensar que la escritura de este trabajo habría sido significativamente distinta si el elenco de intérpretes fuera otro.
El último viernes, el grupo se presentó en el teatro Coliseo e interpretó los temas del disco (en el mismo orden como van apareciendo en el CD) más dos bises. Lo inclasificable de Zorn se pone en juego a cada instante y hasta en las cuestiones estructurales de su propuesta. Éste es uno de sus proyectos más rockeros. Porque así está compuesto y porque así se planta la banda frente al público. Sin embargo, la admiración entre Zorn y sus músicos parece del universo jazzístico y la minuciosidad de los arreglos son dignas de músicos que han pasado por academias.
La obra que Zorn creó para referirse a los templarios resulta sombría, lúgubre, misteriosa e, incluso, puede parecer redundante en algunos tramos de su desarrollo. Pero no llega a ser monótona por su duración y por los matices que se despliegan tanto en la composición como en el aporte de cada músico.
La banda crea climas; se expresa con distorsión y alto volumen. Tiene en el baterista Joey Baron y en el bajista Trevor Dunn a un increíble ensamble que juega con maestría en los límites de los compases irregulares. Tiene en John Medeski a un talento que articula y consigue matices que no cualquiera obtiene con un órgano. Y tiene en Mike Patton a un cantante que puede hacer alarde de una voz que interpreta la letra de una canción y que puede sonar como un instrumento más, todo esto al mismo tiempo. Patton se la pasa gritando casi todo el concierto. Pero lo suyo no es cualquier grito. Está mensurado en la expresión artística imaginada por Zorn y muy bien plasmado en el marco que le ofrece el resto de los músicos. Sí, una verdadera superbanda.
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