Lo que dejó el Festival Provincia Emergente
Un balance con lo mejor y lo peor del encuentro que tuvo lugar en La Plata; el cierre, a cargo de IKV fue a pura emoción
LA PLATA.- Más de 130 artistas de las más variadas disciplinas por día. 40 actividades diarias. Y unas 120 mil personas fueron las que, enfrentando las inclemencias del clima, concurrieron desde el viernes hasta el lunes al Festival Provincia Emergente, que se desarrolló en el Estadio Ciudad de La Plata.
Así como en las dos primeras jornadas el acento estuvo puesto en la diversidad artística y musical, el cierre del megaencuentro cultural incorporó anteanoche la nostalgia como elemento distintivo. Pero también la emoción. Sobre todo para quienes crecieron con aquellos nuevos sonidos de los años ’90.
¿Por qué? Por un lado, el punto final del festival llegó con los Illya Kuryaki and the Valderramas (IKV) que, 21 años después de su lanzamiento allá por 1995, revivió Chaco, el tercer y exitoso álbum que para Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur iba a significar un antes y un después en su carrera, con la incorporación de ritmos prácticamente desconocidos en la escena musical argentina en ese momento, como el hip-hop o el rap.
Así, y mientras la lluvia aparecía una y otra vez, para beneplácito de los cuarentones presentes y seguramente como un buen descubrimiento para los más jóvenes, fueron desfilando, entre otros, "Jaguar House" (que abrió el show), "En el reino (la hija de la esgrima)" y "No es tu sombra". Y no faltó la veta política / combativa a través de "Hombre blanco".
Después, fue el turno de un más que interesante set acústico con "Mitad de la canción del caballo violeta", "Húmeda" y "Abismo". Y la energía volvió con "Chaco", "Remisero" y "Abarajame", mientras más de 5 mil personas transformaban una tribuna en un espacio celebratorio y bailable.
Pero si de emociones se trata, el punto alto llegó momentos antes cuando una de las bandas emblemáticas de los ’90 se hizo presente: Los Brujos.
Es que anteanoche fue el difícil regreso tras la muerte de Ricky Rúa, cantante y alma mater del grupo, hace 20 días nomás. Por eso los cinco "racimos" de globos negros frente al escenario. Por eso el concierto estuvo dedicado a él. Por eso los músicos, lejos de discursos protocolares, simplemente lo recordaron como "el encargado de abrir las puertas del paraíso" mientras un cerrado aplauso bajaba de las tribuna.
Por las pantallas desfilaban imágenes surrealistas y una y otra vez aparecía Rúa cantando, saltando, jugando… Pero el show debía continuar, y con esa misma potencia con que estos Brujos marcaron el camino para no pocas bandas hace más de 20 años, la solidez de su música fue el sello de un concierto en el que los riffs de las guitarras parecían sonar como nunca.
Y así, fueron pasando "Buen humor", "Canción del cronopio", "El vengador", "No matarás" y aquellas canciones que los catapultaron al temprano éxito, como "La bomba" o "Kanishka".
Después de una larga separación, habían vuelto a los escenarios hace dos años. No debe haber sido fácil en aquel momento, cuando ya se sabía que Ricky padecía una enfermedad terminal. Por eso, lo de la noche del lunes significó para ellos el real comienzo de una nueva etapa. Un comienzo en el que no sólo salieron más que airosos, sino que demostraron que la ida de su compañero y amigo tiene que convertirse en el motor necesario para afrontar los tiempos que se vienen con ese mismo espíritu lúdico que siempre los identificó.
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