Festival de Folklore. Mercedes Sosa y su zamba del regreso
La artista tucumana volvió a cantar en el escenario Atahualpa Yupanqui luego de siete años
COSQUIN.- El cielo estrellado, los fuegos artificiales y Mercedes Sosa que aparece saludable, vital y estremecedora con su grito de "aquí Cosquín". Entonces, las nueve mil personas que gritan junto a ella. Hacía siete años que la artista no pisaba el escenario Atahualpa Yupanqui, por problemas con los organizadores y por su delicado estado de salud. "Tengo miedo de volver a Cosquín por la reacción del público", había dicho antes de actuar. Cuando vio la plaza Próspero Molina llena se le fueron los miedos. El regreso de Mercedes Sosa en la séptima luna del Festival de Folklore acaparó casi toda la atención de la noche por la que también pasaron Verónica Condomí, Los Alonsitos, Paola Bernal, y que terminó cerrando el cantautor santiagueño Raly Barrionuevo.
La jornada estuvo teñida de una fuerte carga emotiva. Lo de Mercedes fue inigualable artísticamente. Su voz volvió a sonar invicta, fresca y juvenil, después de todos los pesares que la mantuvieron alejada de los escenarios. Con toda su sensible expresividad la cantora volvió a generar una conmoción de los sentidos.
Es que era un show tan esperado para la artista como para el público del interior, que era la primera vez que tenía la oportunidad de ver a la tucumana después de mucho tiempo. El locutor oficial se quebró cuando la presentó y una lluvia de papelitos plateados cubrió la platea. Un hombre de unos 50 años, de gestos graves y mirada severa, con pinta de camionero, se desarma completamente cuando la cantante abre su recital con "Zamba del regreso".
Recuerdos de provincia
Por espacio de más de una hora y media la tucumana ofreció un repertorio a la altura de su interpretación y también con el necesario gusto por lo popular, que generó esa comunión especial con la gente. Con "La canción es urgente", de Teresa Parodi, conecta con su costado social. Después elige "Zamba para olvidar", el clásico de Daniel Toro, con aroma a los sesenta, que le recuerda esos primeros viajes a la ciudad folklórica. Un coro colectivo de nueve mil personas la acompaña en esos versos que dicen: "No se para qué volviste si ya empezaba a olvidar". La popular canción, que incluyó especialmente para este recital, es un reencuentro con esos inicios en Cosquín. Y recordó con el público esos primeros pasos en La Europea, la confitería donde lo conoció a Jorge Cafrune, quien la llevo de la mano a la plaza Próspero Molina y la consagró frente a un público que no sabía quién era esa tucumana, de pelo renegrido, poncho y que se acompañaba con un bombo.
De su memoria saca otras canciones como la cueca "Sueño de vendimia", de Jorge Viñas, para mostrar su querencia cuyana, y llama al primer invitado de la noche, Rafael Amor, para cantar "Corazón libre", el tema que le da nombre a su último disco, producido por la Deutsche Grammophone. En esa canción Mercedes suena autobiográfica, por eso se apropia de la letra y levanta el puño cuando canta: "No te entregues corazón libre, no te entregues", que repite varias veces con la letanía de un rezo, que parece haberle servido cuando pasaba por su depresión.
La dupla recibe una ovación y prepara el clima para que se sumen más amigos artistas de la cantante, como Alberto Rojo. Con el músico tucumano radicado en Michigan, que llegó especialmente desde Estados Unidos para estar en Cosquín, cantó "Chacarera del fuego" y la bellísima "Zamba de Argamonte", de Leguizamón-Castilla, que Mercedes dedicó como homenaje al Dúo Salteño.
Con ese mismo sentimiento y una exquisita sutileza abordó un clásico de su repertorio, "Alfonsina y el mar", donde se lucen la sobriedad acústica de la banda, los arreglos de Popi Spatocco y la finísima guitarra de Jorge Giuliano. Más canchera, se anima con el tango canción "Nada", que le cae justo a su tono melancólico y su decir pausado, como saboreando cada verso.
La gente respondía a cada tema con una pequeña ovación de varios minutos. Ella insistía en presentar temas "nuevos" que invitaban a la introspección, como "Zamba del riego". Después el recital fue cambiando a un clima mucho más intenso con "El otro país", con el armoniquista Franco Luciani de invitado, y explotó con "Chacarera del olvidao", del Duende Garnica. Ese costado de la canción social era lo que estaba esperando su público histórico, que la saludó con un "olé, olé, olé, olé... Negra, Negra...".
Sin embargo volvió a poner el freno del entusiasmo y se concentró en su última producción. Llamó al intérprete mendocino Pocho Sosa para cantar a dúo "Otoño en Mendoza", y luego pasó el santiagueño Mota Luna con la chacarera "Sufrida tierra mía".
En un rapto de cholulismo, la Comisión en pleno subie para darle un presente, pero ella los reta: "Que sea rápido, que quiero seguir cantando". El homenaje resulta ser una placa y un grupo que baila "Luna tucumana" con una vieja grabación suya en Cosquín. Mercedes agradece y rápidamente sigue cantando "La simple", "Dejame que me vaya", anticipatorio a su retirada, y el final con "La luna llena", donde se levanta del asiento en el que estuvo más de una hora y se pone a bailar. No hay más bises y la madre de todas las cantoras se retira. ¿Qué más se podía pedir?
lanacionar