Para memoriosos
Según la mitología sudamericana, uno de los bichos imaginarios más temibles es el basilisco: nace de un huevo de gallina y tiene hábitos nocturnos, la corpulencia de un escuerzo y ojos luminosos. Su mirada fulminante puede resultar mortal para el ser humano, del que luego se alimenta. En su Diccionario de creencias y supersticiones (Corregidor, 1984), Félix Coluccio (1912-2005), investigador del folklore regional, dice que, en versión chilena, el basilisco tiene el aspecto de un reptil emplumado, volador, parecido al que Isaías y otros profetas mencionan en la Biblia. En Seres fabulosos de la mitología (Edicomunicación, Barcelona, 2006), Joseph M. Walker explica que el naturalista latino Plinio el Viejo (siglo I) consideraba al basilisco un símbolo de horror: una serpiente con alas, de mirada mortífera, que sin embargo no podía resistir el reflejo de su propia imagen ni el canto del gallo. Decenas de criaturas imaginarias han poblado textos religiosos y antiguas crónicas de viaje, como la que escribió el italiano Antonio Pigafetta tras participar en la expedición que condujeron Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano alrededor del mundo, entre 1519 y 1522. Algunas de ellas, con rasgos humanos, son las amazonas, miembros de una imaginaria tribu del Asia Menor, constituida por mujeres carentes de senos; los gnomos, habitantes de grutas, y las arpías, divinidades fúnebres en diferentes culturas.
Según Coluccio, también adopta forma humana -la de un hombrecillo rechoncho- una popular deidad de Bolivia y del norte argentino, que prodiga bienes materiales y tiene fama de protector hogareño. Se le rinde culto cada 24 de enero y para halagarlo se le ofrecen cigarrillos los viernes. ¿Con qué nombre se lo conoce? A otro duende, de origen guaranítico, se le otorga facha de gigante velludo y suele ser mencionado en Corrientes, Paraguay y el sur de Brasil para asustar a los niños. Uno de los siguientes tres nombres -Urutaú, Pombero, Caburé- lo identifica. ¿Cuál? Las respuestas, abajo.
Al hombrecillo fumador se lo reconoce con el nombre de Ekeko. Pombero, un cuco para los niños, también persigue a mujeres embarazadas.
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