"Nott Cott", como llaman coloquialmente a Nottingham Cottage, la residencia más modesta del Palacio de Kensington, se convirtió en una prueba de fuego para los hijos de Diana en sus matrimonios. Allí tuvieron su primera convivencia el príncipe William y Kate Middleton en 2011, recién casados. Y allí también fundarán su primer hogar el príncipe Harry y Meghan Markle tras su boda, el 19 de mayo próximo, según informó oportunamente Clarence House. Se trata de una casa de 125 metros cuadrados, con tan solo dos dormitorios (diecinueve dormitorios menos que el departamento vecino que hoy ocupa su hermano), un pequeño living, cocina y dos baños. Fue construida hace más de tres siglos, como todo el palacio, y entre sus ocupantes históricos están Sir Miles Hunt–Davis, el secretario privado de Felipe de Edimburgo, y Jane Fellowes, hermana de la princesa Diana.
UN PALACIO CON HISTORIA
En 1689, por recomendación de sus médicos, el rey Guillermo III abandonó el palacio de Whiteball (residencia oficial de los reyes ingleses desde 1530) para instituir su nuevo hogar lejos del smog de Londres que tanto perjudicaba su asma crónico. En la búsqueda descubrió un viejo caserón de campo construido en 1605, con una llamativa fachada en ladrillo rojo, hasta entonces conocido como Nottingham House, por el que pagó 20 mil libras. Para su remodelación convocó a Christopher Wren, uno de los más importantes arquitectos ingleses de la historia, también responsable de la construcción de la Catedral de Saint Paul, quien decidió mantener la estructura original para ganar tiempo, y agregó cuatro pabellones, cada uno de tres pisos, todos con altillo. Desde entonces, Kensington Palace se convirtió en residencia oficial de la Familia Real. En 1760, cuando reyes y príncipes se "mudaron" al Palacio de Buckingham, Kensington se convirtió en residencia de aristócratas emparentados con la Casa Real. Allí nació y vivió la reina Victoria, un ícono nacional, hasta su ascenso al trono. En 1981, tras su boda con el príncipes Carlos, Diana de Gales le devolvió el calor de hogar a Kensington. Allí, en el departamento 8, crió a sus hijos William y Harry. Y una de las tantas concesiones que logró en su divorcio de 1996, además de conservar el título de princesa, fue la posibilidad de mantener su residencia en el palacio. La imagen más conocida de Kensington es la de su puerta principal, de rejas negras coronadas con landas doradas, frente al mar de flores que dejaron los admiradores de Diana en los días siguientes a su muerte, en 1997.
Harry conoce todos los rincones de Kensington. Será el encargado de enseñarle el lugar a su mujer, quien seguramente se convertirá en la "duquesa Meghan", que aterrizará en Palacio con su impronta estadounidense y sus dos inseparables compañeros: un cachorro beagle llamado Guy y otro mezcla de labrador y pastor alemán al que bautizó Bogart.