Estos jóvenes actores fueron, en distintos momentos, considerados el futuro de la industria por su gran talento; lamentablemente, accidentes y episodios de abuso que derivaron en tragedias truncaron sus vidas
El accidente que, en minutos, se cobró la vida de un artista multifacético y talentoso; un tortuoso rodaje que sumió a un niño en una depresión de la que nunca pudo salir; la crueldad de la industria que provocó que un adolescente que soñaba con actuar “hasta su último suspiro” viera su vida arrebatada… Recordamos a figuras que dejaron una huella imborrable y cuyas muertes siguen impactando en la actualidad.
*Corey Haim, una vida marcada por los abusos en la industria
El actor canadiense empezó a trabajar en la industria en la década del 80 con una participación en la sitcom The Edison Twins que llamó la atención de los productores de Firstborn, la película de Michael Apted en la que interpretó a Brian Livingston, un joven que era testigo de la violencia doméstica que sufría su madre (Teri Garr) a manos de su pareja, personaje personificado por Peter Weller.
El film fue clave para Haim, no solo porque funcionaba como vehículo para mostrar su talento sino también porque allí conoció a Robert Downey Jr. y a Sarah Jessica Parker, quienes formaban parte del cast y quienes protegieron a Haim de un episodio de violencia, el primero de muchos que padeció en la industria. En una jornada de rodaje, el joven se acercó a Weller para expresarle su admiración, y el actor lo agarró del cuello y lo arrojó contra la pared, dejando a todo el equipo en shock.
“La experiencia me aterró completamente”, expresaría luego Haim, quien estaba a la deriva en Hollywood sin la contención de su familia. “Nunca me voy olvidar de esa época. Tenía diez años y fuimos a una fiesta del rodaje. Mis papás estaban bailando y yo estaba solo, empecé a llorar y se acercó Sarah (Jessica Parker) y me llevó con Robert (Downey Jr.), quien me miró y me dijo: ‘Vos te venís a vivir conmigo’”, recordó Haim, sobre cómo fue protegido por la pareja y no así por sus propios padres. Un año después, su carrera empezaba a despegar con roles en Murphy’s Romance, con Sally Field; en Bala de plata, junto a Gary Busey; y en A Time to Live, con Liza Minnelli. Luego, Corey fue elegido para una película que marcó el comienzo del fin: Lucas, el largometraje de David Seltzer en el que compartía elenco con Courtney Thorne-Smit, Winona Ryder, y Charlie Sheen, por el que el actor obtuvo una nominación para los Young Artist Awards.
Aunque Lucas parecía representar el Santo Grial del camino de Haim en la industria, un éxito en el que se destacaba y que le abría puertas para otras producciones, escondía una historia aberrante. En 2017, el actor Dominick Brascia acusó a Sheen de haber abusado sexualmente de Haim durante la filmación. Según Brascia, Sheen, quien entonces tenía 19 años, abusó del actor, que por entonces tenía 13. “Haim me dijo que tuvo sexo con él cuando filmaron Lucas, me contó que cuando se lo encontró luego, Sheen lo rechazó”. Asimismo, el actor contó que seis años después de la filmación, el actor buscó nuevamente a Haim y tuvo un encuentro sexual que perturbó a su amigo: “Corey me dijo que no le había gustado lo que había pasado”, apuntó.
Sheen negó “rotundamente” las acusaciones, al igual que la madre del joven, Judy Haim. De todos modos, Corey Feldman, el mejor amigo de Haim, a quien conoció en el rodaje de la película de Joel Schumacher Que no se entere mamá, en 1987, confirmó las acusaciones, asegurando que Corey le habló de los abusos de Sheen y que ambos fueron víctimas de una red de pedofilia en Hollywood. A partir de ese momento, Haim recurrió a las drogas para tapar los traumas. “Me empecé a deprimir, pasaba días en la cama y después comencé a comer en exceso, no me cuidaba”, declaró el actor, quien se fue alejando progresivamente de Hollywood.
En los 90, Haim fue noticia por sus constantes ingresos a centros de rehabilitación. El joven fue internado en quince oportunidades e intentó quitarse la vida. “Quiso suicidarse varias veces. Lo encontré en situaciones muy feas, tirado en el piso, fueron tantas que no puedo ni contarlas”, contó su amigo Feldman. Además, debido a su imposibilidad para trabajar, carecía de dinero y vivió un tiempo en las calles, hasta que su madre decidió alejarlo de Los Ángeles y llevarlo de regreso en Toronto, donde la vida de Haim pareció mejorar.
En 2008, se comprometió con la actriz Tiffany Shepis y expresó su deseo de volver a trabajar. “Tengo momentos de claridad”, le manifestaba a la revista People. “Estoy hablando más, apreciando a mis amigos, mi vida, mi futuro, quiero volver a hacer lo que amo, quiero volver a actuar”. Meses más tarde, Haim ya se encontraba en plena filmación de una película en Canadá, American Sunset, pero ese rodaje se vio interrumpido por una dura noticia: su madre había sido diagnosticada con cáncer. “Se lo notaba bien a pesar de todo, era nuestra inspiración en el set”, contó la actriz Angela Cullins. Pero ese “momento de claridad”, según comunicaron sus allegados, “fue efímero”.
Corey se separó de su prometida y volvió a consumir drogas. El 10 de marzo de 2010, su madre lo encontró sin vida en el departamento que compartían. Tenía 38 años. La autopsia indicó que el actor había muerto a causa de una neumonía, y que había ingerido previamente antipsicóticos y ansiolíticos.
Tras su muerte, sus padres debieron vender todas las pertenencias de Haim, ya que no podían costear el funeral de su hijo, un joven que fue aplastado por Hollywood. “Viví cosas que no quise contar nunca por vergüenza. Cerré la boca por mucho tiempo y seguí adelante como pude. Cuando sos chico te pasan cosas que te dejan cicatrices que nunca van a desaparecer”, había expresado en una ocasión ese joven que desembarcó en Los Ángeles con una ilusión que se quebró con celeridad.
*Brad Renfro y una muerte con ribetes escalofriantes
Otra joven promesa de Hollywood en ser expuesta a lo peor de la industria fue Brad Renfro, quien cuando empezó a trabajar como actor desde pequeño ya se encontraba completamente quebrado por el abandono de su padre -quien se fue de la casa familiar súbitamente-, y por la mudanza de su madre a una nueva casa con su segundo esposo, que no incluyó a Brad en sus planes. Así, el joven quedó bajo el cuidado de su abuela Joanne y tuvo una infancia solitaria. A los 9 años, comenzó a fumar marihuana y a los 11, a tomar alcohol. Un año después, fue arrestado cuando empezó a consumir en el ámbito escolar.
En esa misma época convulsionada, el director Joel Schumacher lo descubrió y le ofreció el papel que marcaría su debut en cine: el de Mark Sway en El cliente, film en el que compartía secuencias con Susan Sarandon y Tommy Lee Jones. “Lo que hizo Brad en esa película me impactó. Siento que aprendí de él y no a la inversa: siempre sorprendía con alguna decisión que tomaba para mejorar su actuación”, declaró Sarandon. “Tenía un rango emocional increíble”, sumó Schumacher. “Creo que Brad había vivido muchas cosas para tener tan solo diez años, había pasado por muchas, muchas emociones, y cuando un actor traslada eso a su arte, estamos ante la presencia de un regalo. Era un actor honesto, alguien que comprendía lo que sucedía a su alrededor”.
Su interpretación fue tan memorable que las ofertas no tardaron en llegar. El actor formó parte de los films Tom y Huck, de Peter Hewitt; de Los hijos de la calle, de Barry Levinson; y de El aprendiz, de Bryan Singer, una producción que marcó el comienzo del fin, pero sobre la que el actor no quiso emitir palabra. Luego del estreno, en 1998, Renfro comenzó a trabajar con menor frecuencia, en largometrajes como Bully, Mundo fantasma y The Theory of the Leisure Class, por la que ganó el premio al mejor actor en el Festival de Cine de Nueva York. De todos modos, ya no se sentía motivado a actuar y su adicción estaba fuera de control. En 2000, el actor fue arrestado por robar un yate y, mientras se encontraba en libertad condicional, fue detenido nuevamente por posesión de estupefacientes y por conducir bajo la influencia de la heroína y la metadona. Ese ciclo se repetiría en varias oportunidades.
El actor estaba completamente perdido. No podía ver a su hijo, nacido en 2003 en Japón, fruto de una relación desconocida públicamente. Un día, Renfro fue obligado a ingresar a un centro de desintoxicación como parte de un trato con las autoridades para evitar una condena mayor. Al completar el programa, fue a su departamento de Los Ángeles, y tuvo una recaída ese mismo día. Renfro murió el 15 de enero de 2008, a los 25 años, por una sobredosis de heroína y morfina. Su abuela murió dos semanas más tarde.
Una década después de su muerte, el portal BuzzFeed News publicó una investigación sobre el rodaje de El aprendiz, esa película sobre la que Renfro prefería no explayarse. En dicho artículo, se hizo mención a cómo el joven había sido “descuidado” en el set del film dirigido por Singer, acusado de abuso y agresión sexual a menores.
En el informe de la publicación yace un revelador testimonio de Fernando Altschul, el asistente de dirección del drama, quien contó que Renfro era el único niño en las fiestas de rodaje y que se le permitía acceder al alcohol. “Me shockeó verlo en esas situaciones, y no reconocía a la gente que estaba, así que me fui, pero lo hice pensando que un chico de 14 años no tenía que estar en ese lugar”. Sin embargo, el hombre no intervino. “Sentí que estaba en esa fiesta por decisión propia y que si le decía algo iba a ser visto como fuera de lugar, no me correspondía ser una figura paterna. Además, él tampoco escuchaba los consejos de su abuela, una mujer que hizo todo lo que pudo con él”. De acuerdo a Altschul, Renfro “estaba en modo rebelde y ella no podía manejarlo”.
Por otro lado, un actor de la película que prefirió resguardar su identidad, recordó cómo Renfro se encontraba “siempre cansado” en el rodaje, y con la mirada perdida, “En ese momento ya se sabía que no estaba fumando simplemente cigarrillos y que le pasaban cosas muy difíciles que su abuela no lograba controlar. Nadie hizo nada, nadie dijo que había que protegerlo. Se seguía el rodaje aunque él no estuviera bien. Nunca se lo cuidó y era un niño”, sumó el actor. Un año después de su muerte, cuando Renfro fue ignorado en el segmento In Memoriam de los Oscar, sus amigos lo recordaron con emotivas palabras. “Brad no solo era actor, también era músico, era un verdadero artista, y una persona de enorme sensibilidad”, apuntaron.
*Jonathan Brandis, crónica de una tragedia anunciada
El anhelo de Jonathan Brandis de ser actor fue alimentado por su madre, Mary, una maestra de Danbury, Connecticut, quien al ver que su hijo tenía ese deseo decidió cumplir el rol de manager y empezó a llevarlo a diferentes castings. Luego de participaciones en comerciales, Brandis fue seleccionado para personificar a Kevin Buchanan en la serie One Life to Live creada por Agnes Nixon, la primera de muchas ficciones televisivas en las que brilló, entre ellas, ¿Quién es el jefe?, La reportera del crimen, Los años maravillosos y Full House.
Con mucha velocidad, el joven se convirtió en un galán cuyo nombre estaba en todos lados, y esto se potenció con sus protagónicos en la secuela de La historia sin fin, y en la miniserie It, que tenía a Tim Curry en rol del payaso creado por Stephen King. Luego de esos éxitos, la carrera del actor empezó a apagarse, hasta que le llegó la oportunidad de comandar la serie de Rockne S. O’Bannon, producida por Steven Spielberg, seaQuest DSV. Corría 1996 y Brandis era un actor sumamente popular, con numerosas tapas de revistas que lo catalogaban como “sensación juvenil”.
De todas maneras, esa clase de reconocimiento no era el que el actor deseaba, y tampoco disfrutaba de posar para revistas que no profundizaban en sus actuaciones sino en su aspecto físico. “Él quería ser tomado en serio como actor y no simplemente ser celebrado por tener una cara bonita”, contó la actriz Soleil Moon Frye sobre su amigo en su gran documental, Kid 90. Brandis, en tanto, también se pronunció sobre esa nomenclatura de “ídolo teen” que lo ponía incómodo. “Nunca me percibí como un adolescente que fuera tapa de revista. Como actor, solo quiero seguir trabajando”, declaraba en ese momento, cuando también comenzó a mostrarse angustiado, para desconcierto de sus amigos.
“Me dejaba mensajes en el contestador diciéndome que quería roles más serios, pero todo empeoró cuando creyó que iba a triunfar con esas películas que no tuvieron el impacto que él imaginaba”, sumó Moon Frye, en relación con los films Outside Providence, la comedia de Michael Corrente, y Cabalgando con el diablo, el western de Ang Lee protagonizado por Tobey Maguire. En ambos casos, Brandis creyó que iba a dar el gran salto, pero al encontrarse con el ocaso, no pudo sobrellevarlo.
En 2000, el teléfono dejó de sonar y su cuadro depresivo entró en su peor fase. La gota que rebalsó el vaso fue cuando, tras filmar una participación en En defensa del honor, la película bélica de Gregory Hoblit protagonizada por Bruce Willis y Colin Farrell, vio que había sido eliminado del largometraje en la sala de montaje. Según le contó a sus allegados, “había puesto todo en esa película” y el no verse en pantalla “lo destrozó”. Un año después, y tras una lucha contra la depresión, Jonathan Brandis se ahorcó en su departamento de Los Ángeles el 11 de noviembre de 2003. Tenía tan solo 27 años.
“Cuando estuviste en la tapa de casi todas las revistas por años y eso deja de suceder, ¿dónde hallás tu identidad?”, se preguntó Tatyana Ali, expareja de Brandis, al recordarlo en una entrevista. Su madre y manager contó que su hijo “era una persona luminosa” que empezó a perder el brillo en su adolescencia; mientras que su padre asegura que todavía habla con él “para sentirlo presente”.
*Anton Yelchin, un accidente evitable y una enfermedad oculta
Una de las muertes que dejó a Hollywood en estado de conmoción absoluta fue la de Anton Yelchin. El actor se encontraba en su mejor momento cuando, el 19 de junio de 2016, sufrió un accidente que terminó con su vida a los 27 años. El artista estaba con muchos proyectos en carpeta, entre ellos, el más personal: su debut como director con Travis, su ópera prima inspirada en Taxi Driver, la extraordinaria película de Martin Scorsese escrita por Paul Schrader.
Yelchin, quien nació en San Petersburgo, fue apoyado por sus padres, Viktor e Irina, dos estrellas del patinaje, cuando les manifestó que quería actuar. Al mudarse a los Estados Unidos, Anton no tardó en ser elegido para numerosos papeles y de inmediato se ganó el cariño y el respeto de sus colegas. Cuando Kristen Stewart lo conoció en el set del film Salvajes, la sorprendió cómo el joven, desde muy chico, era un ávido lector.
“Siempre venía con una lista de libros favoritos y me preguntaba cuáles eran los míos, yo era muy chica y todavía no lo sabía, me daba vergüenza no saber qué decirle”. Su testimonio se suma al de otros colegas que lo querían muchísimo, como Chris Pine, Zoe Saldana, Zachary Quinto, Jennifer Lawrence, Jon Voight, Willem Dafoe y Ben Foster; y de realizadores como J.J. Abrams y Jodie Foster, quienes lo dirigieron en Star Trek y En la oscuridad: Star Trek, y La doble vida de Walter, respectivamente. A sus 27 años, Yelchin había protagonizado más de 40 títulos y trabajado con cineastas como Nick Cassavetes, Jim Jarmusch, Joe Dante y su admirado Schrader, además de haber formado una banda y de haber realizado muestras con sus impactantes fotografías. Él era, ante todo, un artista que no quería ser encasillado en una sola rama.
La tragedia encontró al actor de Como locos en la puerta de su casa. Cuando Yelchin salió de su vivienda de Studio City, Los Ángeles, para asistir a un ensayo con su banda, The Hammerheads, se subió a su vehículo, pero recordó que no había revisado el buzón. Por lo tanto, bajó para retirar los documentos que había dentro de este y, en lo que fueron minutos, el Jeep Cherokee que dejó encendido rodó marcha atrás: él quedó atrapado entre una columna de ladrillo y la valla de seguridad, lo que le provocó una muerte por asfixia.
La noticia destruyó a sus padres, quienes demandaron a la compañía automotriz. Según Viktor e Irina, el cambio de marchas en la Grand Cherokee 2015 era “defectuoso y estaba mal diseñado y fabricado”. “Anton Yelchin fue aplastado y estuvo vivo por un tiempo, atrapado y asfixiándose hasta la muerte”, decía la demanda que llevó la carátula de “homicidio imprudente y responsabilidad civil por producto defectuoso”.
Viktor e Irina también se pronunciaron públicamente sobre lo sucedido. “Va contra natura que unos padres entierren a su propio hijo. Es por eso que esperamos que esta demanda logre que otras familias no tengan que pasar por el mismo infierno en el que estamos ahora mismo”, declararon. Finalmente, la demanda llegó a la corte del condado de Los Ángeles, pero el desgaste que les generó el litigio, hizo que los padres del actor accedan a un arreglo extrajudicial.
“Estaba tan emocionado por muchas cosas que le estaban sucediendo”, le contó su amigo Tyler Shields a la revista People. “Sentía una pasión enorme por la película que iba a dirigir. Mucha gente lo conoció como actor, pero había otro costado creativo en él que era realmente fascinante. Era un artista completo, sus fotografías eran extraordinarias y estaba listo para empezar a filmar. Era brillante: quería hacer arte, nada más. Y un día desapareció. Todo fue muy triste”, declaró.
La vida del actor fue retratada en el sensible documental Love, Antosha, donde sus padres decidieron contar aquello que Anton no había querido hacer público: que padecía de fibrosis quística, lo que lo obligaba a ausentarse de jornadas de rodaje para ser atendido en clínicas. “Lo ocultaba porque no quería que la gente sintiera lástima por él”, expresó el director de dicho documental, Garret Price. “Pero también quería ayudar a quienes estuvieran pasando por lo mismo”. Su padecimiento no era solo físico. La enfermedad comenzó a afectarlo mentalmente, ya que le impedía en varias ocasiones llevar a cabo diferentes proyectos, no solo aquellos vinculados a la actuación”, reveló el cineasta.
*River Phoenix, un artista sensible que dejó una huella imborrable
“Cuando miro una película que hice, me cuesta juzgarla. Quedó en el pasado y ya no siento conexión con ella, ya estoy inmerso en otro mundo”, aseguraba River Phoenix, un actor de un potencial enorme que murió el 31 de octubre de 1993 a los 23 años, dejando una corta pero contundente filmografía que, precisamente, conectó con el público que sigue recordando sus trabajos en Cuenta conmigo, Running on Empty, y Mi mundo privado, entre otros.
“Lo que me mantiene motivado es vivir, es estar en movimiento”, le confesó Phoenix al director de Mi mundo privado, Gus Van Sant, en una entrevista que le realizó para Interview. Por esa memorable interpretación, el actor ganó el premio al mejor actor en Venecia y se encontraba en el pico de su fama, habiéndose ganado el respeto de sus colegas a muy temprana edad.
Sin embargo, puertas para adentro, River batallaba con una adicción a la cocaína y a la heroína. Su lucha lo avergonzaba, y su entorno no sabía qué le estaba sucediendo, con excepción de su última pareja, la actriz Samantha Mathis, quien notó que “algo extraño” le pasaba a River esa fatídica noche de octubre en la que el joven se encontraba con sus hermanos, Joaquin y Rain, en el famoso club de Los Ángeles, The Viper Room.
Según Mathis, River no iba a permanecer en el lugar, pero cuando escuchó que había una banda tocando en vivo, sus ganas de subirse al escenario y tocar con el grupo fue muy fuerte. “Sabía que estaba por pasar algo, River estaba drogado de una manera en la que me ponía incómoda, pero suponía que no se iba a quedar mucho”, recordó. Una hora más tarde, River moría por una sobredosis.
La escena de su fallecimiento era angustiante. Mientras Phoenix discutía con un hombre y era echado del club, Mathis estaba en el baño. Al salir, vio a su pareja caer al pavimento, convulsionando incesantemente. Desesperada, llamó a Rain y a Joaquin, quien se comunicó con el 911. A sus 19 años, ese joven que seguiría los pasos de su hermano en la actuación, lloraba desconsolado ante la inminente muerte. Al poco tiempo, Joaquin halló consuelo al rodearse de figuras paternas, de amigos como el actor Dermot Mulroney y el músico Michael Stipe. “River era como mi hermano pequeño, y cuando lo perdí sentí que realmente había perdido a un hermanito”, declaró el frontman de R.E.M. sobre ese vínculo. La muerte de Phoenix generó, además, una catarata de homenajes.
Los Red Hot Chili Peppers escribieron “Trascending” en tributo a River, quien había hecho un cameo en el video de “Breaking the Girl”, y a quien se le dedicó “Give It Away”, ambos temas de Blood Sugar Sex Magik. Por otro lado, Phoenix tenía un vínculo muy estrecho con John Frusciante, quien habría compuesto “Smile From The Streets You Hold” para su amigo. Lo propio hizo Stipe con “E-Bow the Letter”, una carta de amor a River que se editó en el disco New Adventures in Hi-Fi. Su hermana, Rain, en tanto vive recordándolo en las redes, donde destaca el compromiso que tenía su hermano con proyectos “en los que realmente creía”; y Joaquin nombró a su primer hijo con Rooney Mara, River, además de hablar del legado que le dejó.
“Cuando tenía 15 o 16, mi hermano River vino a casa después de trabajar con una copia en VHS de una película llamada Toro Salvaje. Me sentó y me hizo verla. Al día siguiente, me despertó y me hizo verla de nuevo, y luego me dijo: ‘Vas a volver a actuar, eso es lo que vas a hacer’”, rememoró Joaquin en una oportunidad. “No me lo pidió, me lo dijo, y por eso le debo todo, porque la actuación me ha dado una vida increíble”, expresó el actor de Guasón, quien también le dedicó el Oscar a su hermano cuando lo obtuvo por dicha producción.
“He sido un bandido toda mi vida, he sido egoísta, cruel, difícil para trabajar, pero ustedes me han dado una segunda oportunidad. Cuando nos apoyamos, cuando nos educamos mutuamente y nos guiamos hacia la redención, es humanidad. Mi hermano, cuando tenía 17 años, escribió esta letra: ‘Corre al rescate y la paz estará contigo’”, dijo Joaquim muy emocionado al final de su discurso, poco antes de retirarse del escenario con lágrimas en los ojos.
En agosto de este año, la madre del actor, Arlyn “Heart” Phoenix, de 81 años, compartió un mensaje en su memoria, publicado en Instagram, junto a una foto de su hijo. La mujer contó que el “dolor más grande” que experimentó en su vida fue “el del parto natural” y “el dolor del fallecimiento” de River: “Casi instantáneamente, en ambas ocasiones, los regalos que trajo quedaron imbuidos en cada uno de nosotros y así seguimos celebrando su vida por esos 23 preciosos años”.
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