Diego Reinhold no necesita presentación, es singular, único; actor, bailarín, comediante, standupero. Protagonizó hitos teatrales de la mano de Hugo Midón y musicales en la calle Corrientes, formó parte de tiras televisivas populares, ganó premios, fundó un hogar para niños, se reiventó. Y ahora, en plena pandemia y con 30 años de trayectoria recién cumplidos, sigue pensando y buscando propuestas para seguir divirtiéndose él y la platea que, desde su casa, lo ve tanto en El proyecto, la serie desopilante que protagoniza por Instagram, como en su show vía streaming.
–¿Te tomó por sorpresa el aislamiento?
–Sí, totalmente. Aunque ya venía muy interesado en cuestiones e índices económicos mundiales porque trabajo con criptomonedas esperábamos una corrección muy grande pero para el año que viene; no me imaginé que iba a ser tan pronto y mucho menos en este marco. Además, hace tiempo que vengo diciendo que no me gusta el mundo tal como se estaba viviendo; me parecía muy abusivo con las personas, deshumanizante, totalmente centrado en lo financiero, en el dinero, en la idea de ser cada vez más rico, con una competencia tremenda entre las personas; gente con muchísimo. Ese mundo me parecía que iba a colapsar. No sé si este es el colapso del que estamos hablando. Por supuesto que estamos atravesando una situación dramática y si antes el sistema no estaba dando respuestas, ahora directamente se quedó mudo.
–Estás produciendo muchas cosas, ¿desde el comienzo del aislamiento fue así?
–Al principio pensé que iba a estar en stand by, así fueron los primeros dos meses, descansé y frené junto con el mundo. Después empecé a pensar cómo seguir produciendo cosas y jugar, por eso soy actor, porque me gusta jugar. Empezaron a salir proyectos en el marco del aislamiento que obviamente son distintos, con nuevos formatos. Aparece la creatividad. Es un momento para pensar cosas nuevas.
–¿Es un tiempo de corregir, recalcular y empezar de nuevo?
–Es un tiempo de corrección, definitivamente el sistema está corrigiendo. Se está globalizando mucho más y se va compensando; eso va a traer un poco de caos.
–¿Creés que es posible empezar de nuevo como sociedad?
–No creo que sea posible. Ya está empezada. Lo que vamos a hacer es crear una nueva sociedad. No necesariamente va a ser mejor, eso no lo sé. Si comparamos con la vida de una persona, la vida de la humanidad tiene unos 8 años, está descubriendo su entorno, viendo hasta dónde puede llegar, metiendo los dedos en el enchufe hasta que le dé corriente, diciendo "esto es mío" todo el tiempo con esa cosa de posesión y antropocentrismo propia de esa edad. Todavía le queda mucho tiempo a la humanidad para crecer.
–En este sentido, sobre este momento sin precedentes para el mundo, resuena tu idea de vivir sin trabajar, ¿cómo es tu teoría?
–Mi teoría no tiene que ver con vivir sin trabajar, sino con que no podemos vincular el trabajo con el sustento porque es hipócrita. La gente que llegó antes a esta tierra mató a los nativos y se quedó con la mejor parte; yo nací mucho después y me corresponde una parte por derecho natural. Pero no se puede vivir sin trabajar y no lo digo en el sentido formal que conocemos. Yo trabajo todos los días, trabajo sobre mí, me trabajo. Si medito todo el día, también estoy trabajando. Lo que pasa es que está todo tergiversado. De todos modos, siempre milité por una asignación básica y ahora se está poniendo en marcha en todos los países. Así que algo de todo esto está trayendo nuevas ideas y las está incorporando al sistema.
–¿Te parece que el mundo es injusto?
–Si trabajo ocho horas debería ser rico y no es así. Es un mundo de gente frustrada, de poca gente muy poderosa y una mayoría frustrada que trabaja muchísimo y sigue siendo pobre. Alguien nos está mintiendo. Por otro lado, como la gente entra en estado de desesperación no tiene en cuenta otros aspectos y termina provocando un desastre ambiental, es lo que va a pasar dentro de unos años. Hay que salir de la idea de trabajar para vivir e incorporar que tenemos derecho a vivir dignamente más allá de si trabajo o no. Nadie va a dejar de trabajar, pero esa no tiene que ser la moneda de cambio.
–¿Habría que crear un nuevo sistema entonces?
–La utopía está en todos los ámbitos. Está la utopía marxista y la utopía capitalista que tampoco se puede realizar, y está a la vista que trae problemas. La idea de la libertad individual también está colapsando, porque la idea de la libertad y la de igualdad no son compatibles. La libertad no es individual, tiene que ser colectiva. Y eso implica restricciones, es el asunto que estamos debatiendo hoy.
–¿Creés que hay solución?
–A mi modo de ver, algo que le traería mucha paz al mundo, generaría mejor interacción social, bajaría la delincuencia y traería una explosión cultural y científica es la renta básica universal. Es decir, la idea de ser considerado parte del engranaje y que no exista el intercambio del sacrificio. Sería una modernización importante del sistema, creo que vamos hacia ello. También una participación en las ganancias en el universo de los empleados. Hay muchas cosas para crear. En ese sentido me parece que la política es una gran herramienta para generar transformaciones sociales, pero tenemos que estar atentos porque el poder establecido no va a querer que esto suceda porque tiene que ver con la posesión, que está dentro nuestro, y alguien va a tener que ceder.
–Eras muy chico cuando empezaste tu carrera, ¿te parece ahora, a la distancia, que fue prematuro?
–Empecé de muy chico, sí. Tuve la suerte de tener una familia que me dejó hacer eso. Aunque no había nadie en el círculo familiar que sea un referente artístico, tuve la libertad de elegir. En ese sentido fui un privilegiado, no todo el mundo puede elegir, sobre todo teniendo en cuenta la época en la que me tocó ser niño: los años 70. La sociedad estaba muy cerrada, todavía lo está pero entonces era peor, yo tenía 10 años y estaban mandando chicos a la guerra por las Malvinas. Fue un privilegio poder ejercer mi vocación en ese contexto. Pero prematuro no. Ojalá empecemos a pensar que la educación también pasa por esos lados y no solo por lo formal, que tiene que estimular la vocación de los chicos y no darle solo un conocimiento estructurado y para todos igual.
–¿Podemos fechar tu carrera profesional con la obra El imaginario, de Hugo Midón y Carlos Gianni? ¿En ese momento tuviste la certeza de ser actor?
–Sí, fue en 1990, hace exactamente treinta años. Pero cuando la hice me sentí bloqueado, tenía un maestro de actuación que no me ayudó, al contrario, y me sentí muy mal arriba del escenario en mi primer trabajo profesional. Ahí decidí ser bailarín y me incorporé al taller de danza contemporánea del Teatro San Martín. Así que fue un camino sinuoso, no tan fácil. Por suerte El imaginario estaba comandado por Hugo Midón, y no me sentí tan a la deriva. Pero estaba estudiando con un profesor que no voy a nombrar pero que me hizo mucho daño, no estaba preparado para estar con él.
–¿Cómo siguió tu carrera?
–Me dediqué un tiempo a la danza, a los pocos años volví a actuar y pasé por distintas escuelas hasta que di con un maestro que me supo conducir. El teatro y el arte en general proponen un camino de autoconocimiento.
–Qué importante es el lugar del maestro, en todo sentido.
–Pasamos doce años de nuestra vida en esa circunstancia. Durante ese tiempo nos hacen hacer pruebas: estar con gente de la misma edad, mirar un pizarrón, ser juzgado por tu capacidad intelectual. Yo me sentí a prueba todo el tiempo. Timbre para ir al recreo... izar una bandera todos los días como si fuera una religión. El nivel de violencia y de estructura que hay en la educación formal es pavoroso y eso lo tenemos adentro y lo seguimos reproduciendo en todos lados. Repetir el año como un castigo. Cuanto más atrás se va, más violenta es la educación, tiene aspectos de domesticación. No se busca la curiosidad de cada uno sino que se nivela y no siempre para arriba. Tenemos que mejorar la educación. La escuela tiene que ser un lugar fantástico, que los chicos y chicas puedan potenciar las virtudes y sus vocaciones.
–Con 30 años de carrera, ahora, con cierta perspectiva en esta pausa obligada, ¿sentís que elegiste bien? ¿Tuviste momentos de arrepentimiento?
–Me fue muy bien, mi profesión me dio muchísimas alegrías. Pude desarrollar mi imaginación que es lo más importante y que el mundo necesita. "La imaginación al poder" de los años 60 no estaba errada. Me sorprende la poca capacidad de imaginación general que hay ahora. Como si nos hubiesen sacado ese don. Mi carrera me dio la posibilidad de imaginarme, imaginar el mundo y jugar con los elementos de la naturaleza, de la psicología, descubrirme, descubrir el mundo, crearme. Por suerte nunca me arrepentí de esto. Es más, invito a todo el mundo a que tenga vinculación con lo artístico porque es fundamental.
–En plena pandemia te animaste a encarar un nuevo material que se llama El proyecto, la serie, que se puede ver por Instagram. ¿Cómo surge la idea?
–Al principio del aislamiento me preocupé. Ahora, de a poco, le voy encontrando la vuelta. Esta nueva propuesta la estoy haciendo junto con Nicolás Scarpino, Mechi Bove, Verónica Vieyra, Maxi de la Cruz, y a nosotros se suman en cada capítulo muchos artistas importantes, gente con mucho nombre y trayectoria de todos los ámbitos. Es una serie que vamos subiendo semana a semana a la cuenta de Instagram. Me tiene contento. No me da el sustento económico, por supuesto, pero tal vez con el correr de los capítulos aparezca. La idea surgió jugando, pensando en lo que nos pasa. Me puse a editar, nos dimos cuenta de que la podíamos hacer con cierta calidad, cada uno se puso a hacer su parte. Verónica lo produce, Mechi lo escribe, yo lo edito y estamos viendo de delegar algunas cosas porque empezó a crecer. La idea es jugar con invitados de distintos ámbitos, periodistas, cantantes, actores, standuperos y hacer como que quieren sumarse a nuestro proyecto y a todos nos termina por sacar nuestra peor parte. Es con mucho humor. Suponemos que durará lo que dure la cuarentena y después intentaremos ver qué pasa con el formato. Es gratis por ahora. La idea es divertirnos y divertir a la gente, es lindo ficcionar lo que nos pasa a los actores que, nos dicen, no somos esenciales. Y debe ser verdad porque estamos todos sin trabajo.
–¿Cada uno hace su parte desde su casa?
–Sí, dentro de esta circunstancia tan atípica le estamos buscando la vuelta. Lo que más me asombra es que lo podemos hacer con un teléfono desde nuestras casas, lo editamos y sale un producto de calidad. Me parece increíble. Vengo de un mundo en el que tenías que ir con un currículum y una foto tocando las puertas de las productoras y ahora resulta que puedo hacer mi propia ficción desde mi casa, promocionándola desde las redes. Es un mundo nuevo. Hay cosas que quedan obsoletas porque todo se está transformando muy velozmente.
–¿Te llevás bien con la fama?
–La fama no es fácil, a veces está buena y a veces no. Como todo. En realidad, es para hablar un día solamente de ella.
–El 24 de julio, en vivo y en directo, vas a hacer Streaming show, por Plateanet. ¿de qué se trata?
–Es la segunda vez que voy a hacer el show por streaming. Es muy lindo poder hacer un unipersonal y conectarse con el público en el mismo momento en que lo estás haciendo. Es una experiencia muy buena. No me lo hubiese imaginado. Creo que después de esta pandemia hay cosas que van a quedar modificadas en lo que significa el lenguaje del entretenimiento. Esto es hacer teatro pero con la interacción del público, y eso lo vuelve más rico. Sobre todo, porque mi lenguaje es más del music hall.
–Hace unos cuantos años que formas parte de una ONG con la que además han llevado a cabo la creación de un hogar para niños. ¿Cómo llegó esa idea a tu vida?
–Hace ya cuatro años inauguramos el hogar con nuestra ONG Conceptos Sencillos y pasaron ya por él como setenta chicos. Es para chicos chiquitos, de 0 a 6 años. En general tenemos una población estable de trece chicos y chicas. Con esto de la pandemia se nos multiplicaron los problemas, el tema sanitario y el tema logístico. Encima la semana pasada tuvimos un problema gravísimo con un sótano. Por suerte la gente de Aysa se apersonó y pudimos trabajar en conjunto, pero tuvimos unos gastos extras importantes, además de los infinitos que trae la pandemia. Los gastos del hogar se nos multiplicaron y estamos viendo cómo financiarnos porque vivimos de la subvención particular y privada. Es lo que nos ayuda a llegar a los gastos mensuales. Tenemos una rifa hasta agosto, el que quiera colaborar tiene que buscar nuestra cuenta en Instagram @conceptossencillos y escribir por privado. En una historia destacada también está la cuenta para quien quiera ayudar. Es indispensable la ayuda porque es así como podemos lograr el objetivo principal que es devolverles a los niños y niñas sus derechos, que han sido vulnerados. Es obvio decirlo, pero está bueno recordarlo, cuando los chicos llegan al hogar su situación es muy delicada. Entran en un estado de confusión y desorden emocional muy fuertes y hay que trabajar para restituirles su equilibrio y para reformular o reparar los problemas que tienen con sus familias o para que entren en relación con nuevas familias. Es un trabajo muy delicado, muy sensible pero también es hermoso.
–¿Cómo surgió la idea del hogar?
–La idea no es solo mía, me sumé a esta ONG hace seis años, en un momento en el que tenía mucha popularidad en la televisión y me di cuenta que podía ser un puente. Pudimos lograr un montón de cosas, y recorriendo hogares nos dimos cuenta que teníamos que abrir uno propio. Sentí que era lo que tenía que hacer, que era una buena acción. Sabía que venía un camino de líos, de problemas y de cuestiones a resolver.
–¿Querés ser padre?
–No tengo un pensamiento claro al respecto así que no puedo dar una respuesta concreta.
–¿Te quedan pendientes?
–A nivel artístico me gustaría escribir, trabajar en el exterior, volver a hacer algún musical con músicos, bailarines y cantantes, muchas disciplinas juntas. Pero evidentemente falta porque los teatros van a ser los últimos en abrir, así que no sé qué me depara el destino. Sí pienso en cómo sería para mí un mundo ideal y como ya dije creo que la idea de la libertad individual ya no está dando respuestas, lleva a grandes desigualdades. Estamos en un proceso muy complejo en el que el sistema de producción ya no da respuestas, trae contaminación y desigualdad. No sé qué va a suceder antes, si la posibilidad de transformar para bien el mundo o el calentamiento global con algún tipo de desgracia mundial. Veo todos los escenarios posibles. En este tiempo de gran transformación, lo que está establecido se agita y no quiere que las cosas cambien, es una lucha interna que tenemos. Pero es más que obvio que el sistema de producción, el maltrato hacia los animales, el patriarcado, la idea de las monedas de los países como centralizadores del modelo económico, la deuda como una gran dictadura global está mostrando su costado más débil. Es tan complejo lo que se está viviendo que es muy difícil decir qué es lo que va a pasar. Estamos todavía muy jóvenes como humanidad y nos falta mucho camino posible, ojalá salgamos lo mejor posible y entre "todes".
Para agendar
Streaming show: el 24 de julio a las 22.30, entradas por Plateanet.
El proyecto, la serie: capítulos semanales desde su cuenta de Instagram (@diegoreinhold) o desde la cuenta @elproyecto.laserie
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