Fueron meses complicados e inolvidables para Marcelo Tinelli (57), que este verano se disponía a cambiar de aire y pasar los primeros días de 2018 en Trafipán, su estancia en Esquel. Los conflictos financieros con Grupo Indalo, que le adeuda 17 millones de dólares por el 19 por ciento de las acciones que le vendió a Cristóbal López en abril de 2016 y sus últimos ocho sueldos como conductor de Showmatch, lo llevaron a elegir la estepa patagónica, y no Punta del Este, como un escenario natural perfecto para cargar baterías y planificar un nuevo año laboral.
Pero la atracción que siente por Guanahani, su refugio frente al mar en la zona conocida como La Boyita, y por el estilo de vida que lleva ahí fueron más fuertes. El 31 de diciembre, la estrella de la televisión desensilló inesperadamente en su amado Uruguay.
Con el cambio de plan a último momento, Marcelo aterrizó en Laguna del Sauce el mediodía junto a su mujer, Guillermina Valdes (40), Lorenzo (3), Dante (16), Paloma (15) y Helena (10) –los chicos que la actriz tuvo con Sebastián Ortega– y Juanita (15). Los mayores, Micaela (29), Candelaria (27) y Francisco (19) ya habían tomado el reino, o la chacra de cinco hectáreas que el conductor le compró al ex financista Willy López a principios de los 2000.
MARCELO EN SU REINO
Una de las contadísimas propiedades en “primera fila” frente al mar, Guanahani queda a 8 kilómetros de José Ignacio y, antes de adquirirla, el conductor pasó varios veranos como inquilino. Según pudo saber ¡Hola! Argentina, inmediatamente después de concretar la operación, Marcelo tiró abajo la casa original y decidió rebautizar la chacra. Junto a Paula Robles (50), su segunda mujer y con quien tuvo a Francisco y Juana, la llamaron Guanahani en honor a la primera isla de América en la que desembarcó Cristóbal Colón en 1492.
Valuada en unos 9 millones de dólares (Villa Nautilus, la casa de uno de sus poderosos vecinos, el norteamericano Austin Hearst (65), se ofrece a la venta por 7 millones), el palacio esteño donde el showman se refugia todos los eneros está conformado por una casa principal distribuida en dos plantas, una casa de huéspedes con cuatro habitaciones, un quincho con parrilla y horno de barro, un gimnasio, una pileta con deck, una cancha de fútbol frente al mar, una huerta y un par de hoyos para jugar al golf. Y lo mejor de todo: un beach club de carácter semiprivado. Si bien la playa en Uruguay es pública, esa zona cuenta con pocos accesos a la arena, ya que en el loteo que se hizo en esa área, llamada Santa Mónica, treinta y cinco años atrás se proyectaron solamente dos bajadas públicas y a cuatro kilómetros de distancia.
La privacidad es vital para quien en junio pasado sumó a su vasta colección de premios Martín Fierro (en 1997 ganó el de Oro, en 2008 el de la Trayectoria y en 2011 el de Platino) el doceavo a la Mejor Conducción Masculina. Comparte los días con sus hijos y un puñado de amigos íntimos, a quienes suele agasajar la noche de Año Nuevo con una gran comida y, días después, con el tradicional “picadito” frente al mar.
Descanso, intimidad y un paisaje único hacen que Guanahani sea su lugar en el mundo. En ese paraíso frente al océano Atlántico, Marcelo Tinelli renueva las baterías para conquistar a los millones de televidentes que lo siguen cada noche desde hace veintisiete años.
- Texto: María Güiraldes
- Fotos: Matías Salgado y Tadeo Jones
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