Son las siete de la tarde en Moscú y la voz de Alejandro "Marley" Wiebe (48) ya se escucha cansada. Entre las grabaciones de su programa Por el mundo y las participaciones en vivo para la televisión argentina –que lo llevan a conectarse con Buenos Aires de tres a cinco de la mañana, hora Rusia–, se le hace muy difícil conciliar las horas de sueño. Sin embargo, el conductor estrella se las ingenia para tomarse un recreo de la cobertura mundialista y organizar una salida "de a dos", con su bebé, Mirko, de ocho meses. "Después de la intensidad del fin de semana, me tomé la tarde libre para estar sólo con él. Hablamos mucho, le conté sobre este lugar y su gente. Él me mira mientras se lo digo en castellano, también se lo explico en inglés y a veces le tiro un par de frases en alemán", cuenta riéndose Marley, quien el domingo pasado festejó su primer Día del Padre.
Emocionado, repasó su domingo: "Fue muy fuerte. Hace exactamente un año estaba en la dulce espera de ser papá y ahora ya estoy festejando el Día del Padre. Es un sueño cumplido, el más importante de mi vida. Me emociona verlo crecer, ver cómo va descubriendo el mundo y cómo se las rebusca y se interesa para aprender cada cosa. Me desperté con un desayuno sorpresa que me mandaron a mi habitación de hotel, de parte de Mirko. Ese gesto lo sentí como si él me hubiera mandado ese regalo. Estuvimos todo el día juntos y ahora nos vinimos a un parque".
–¿Qué es lo que más te enamora de Mirko?
–Me vuelve loco su risa, siempre está de buen humor. Me encanta cuando se tienta y le agarran esos ataques de risa que terminan contagiándome. Cuando sonríe, muestra los dos dientitos. ¿Cómo no voy a derretirme?
–En estos meses, ¿qué te dio la paternidad?
–Aprendí otra clase de amor que no sabía, que no conocía que tenía, aunque supongo que a todos les pasa lo mismo. Hoy lo único que me importa es que mi hijo esté bien. El día del partido de Argentina, por ejemplo, no lo quise llevar a la cancha porque se estimaba que irían 20 mil argentinos y me parecía mucho para él. Hoy no puedo exponerlo a un lugar donde todo el mundo se quiere sacar fotos con él. Te aseguro que veía el partido pero no podía dejar de pensar en cómo estaba él. Las prioridades te cambian de repente y ¡para el resto de tu vida!
–¿Cuál es tu mejor momento del día con Mirko?
–Cuando se despierta. Ese instante en que vuelvo de grabar y él está durmiendo y de repente me ve y empieza a mover los brazos de un lado para el otro para que lo levante. Es un show de emociones.
Un sueño muy buscado
El 27 de octubre del año pasado todo cambió en la vida de Marley. "¡Nació Mirko! 17:26 horas de acá, 51 cm, 3,220 kg, 37 semanas. Necesita aún de cuidados, pero estamos muy felices", fueron las primeras palabras del conductor tras anunciar el nacimiento de su hijo a través de un vientre subrogado. Después de un proceso de búsqueda e investigación de dos años, Alejandro Wiebe cumplía su sueño de ser padre gracias a una mujer donante del óvulo de Siberia, Rusia, y una madre subrogante norteamericana. "Toda mi vida quise ser padre y decidí encararlo solo" dijo en su momento. Papá canguro y "baboso", Marley decidió compartir su día a día con Mirko a través de las redes sociales. "Me pareció que estaba bueno expresar lo que estaba viviendo y que la gente viera cómo se conforman las nuevas familias no tradicionales, como en su momento lo supo hacer Juanita Repetto cuando decidió ser madre sola. Por suerte, la gente respondió muy bien… Me crucé con personas grandes que me felicitaron por mi decisión y por lo valiente que fui. De alguna manera empecé a subir fotos de nosotros dos para que la gente viera que nuestra vida es normal. Claro que hoy nuestra rutina tiene poco de normal porque vivimos viajando con el ciclo Por el mundo", dice. Con ocho meses, Mirko ya acompañó a su padre a Nueva York, Canadá, Tokio, Dubái, Berlín, Grecia... Y la lista recién empieza.
–Mirko itinerante...
–Es sorprendente, pero Mirko se adapta muy fácil. Siempre está de buen humor, no se queja, se hace amigo de todos. Cada vez que viene una invitada nueva al programa la recibe como si se conocieran. Por suerte, él la pasa muy bien entre viaje y viaje, así que eso me deja tranquilo.
–¿Heredó tu buen humor?
–Creo que sí. El otro día me lo decía Evangelina Anderson, que tiene tres hijos: "Lo que te está pasando no es normal". [Risas]. Es mi primera experiencia con un hijo, así que no sé si todos los bebés son así… En parte creo que la alegría de Mirko se la contagió la señora que lo llevó en la panza. Cuando la elegí, la elegí por su humor, era una mujer muy simpática, con una sonrisa permanente y eso me enganchó. Esa alegría se la transmitió a Mirko durante el embarazo.
–Y esa simpatía ya cautiva a la gente.
–Sí, el fanatismo de la gente por mi hijo es muy fuerte, no me lo esperaba y creo se me fue un poco de control. Mirko ya es más popular que yo. [Risas].
–En su cuenta de Instagram tiene un millón de seguidores...
–Cuando la abrí lo hice porque es mi hijo y lo amo, pero nunca pensé que todo el mundo lo iba a amar. [Risas]. El otro día cuando fuimos a la cancha, el público empezó a cantar: "Traeme a Mirko la p…", con buena onda, pero sigue siendo muy sorprendente esa popularidad. Ayer, por ejemplo, me encontré en la calle a un hombre que tenía una remera con la foto de Maradona con Mirko en brazos. "Son los máximos personajes de Argentina, Maradona y Mirko. Estamos vendiendo de a cien por semana", me dijo.
–¿Cómo son sus días en Rusia?
–Para mí es fuerte, porque es la tierra de parte de sus raíces: su madre biológica es rusa. Cada vez que visitamos un parque de por acá, me da la sensación de que alguno de estos chicos bien podrían ser primos de Mirko. [Risas]. Sé que es muy chiquito, pero me gusta y me parece importante que conozca los lugares y la gente de este país.
–¿Cómo imaginabas la paternidad?
–Sabía que iba a ser fuerte, intenso, emotivo, pero nunca pensé que iba a estar recorriendo el mundo con él a tan temprana edad. Al principio, me dio un poco de temor y por lo tanto consulté médicos, infectólogos y otros profesionales antes de embarcarme en esto. Cuando encaramos el primer viaje yo advertí a la producción: "Vamos a ver cómo nos adaptamos. Si vemos que se complica, me vuelvo con Mirko y el programa se termina". En eso no había vuelta atrás. Hoy lo veo y sólo encuentro a un bebé feliz.
–Eso te da tranquilidad para seguir de gira.
–Todavía nos queda París, Madrid, Roma… Hace dos años estaba recorriendo Tailandia y ahí vi a un hombre caminando con su hijo en una guagua, al mejor estilo canguro, y proyecté: "Si logro ser papá y se me da todo, ojalá pueda viajar como ellos". Y acá estoy, acá estamos: felices. Las vueltas de la vida y del amor, le dicen.
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