Una amiga salteña le presentó a su hermano pero ellos tardaron tres años en conocerse; cultivaron su relación por whatsapp y ahora la mantienen por videollamada y en las escapadas que hacen juntos
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Contenta, sonriente, casi bailando. Así nos recibe Mercedes Ninci en su propia casa, una propiedad colonial en pleno barrio de Almagro. Ofrece torta y un paseo por todos los ambientes. Dice que es fanática del café con leche y corre a prepararse uno antes de sentarse a charlar. Sus dos hijos menores llegan de la escuela y se arreglan solos con la merienda. La mayor está trabajando y la otra aún no volvió de la facultad. Ella, la periodista de los piquetes, tiene puesto un vestido precioso que resalta lo feliz que está. Al intentar hablarle de trabajo ella evade el tema porque entiende perfectamente cuál es la noticia del día. “Estoy enamorada”, dice y cuenta detalles de esta increíble historia de amor que la tiene flotando en el aire. No suelta el celular porque su novio, un señor salteño llamado Carlos Alberto Curi, está de viaje. “Recién hice una videollamada con él, ahora está en Irán, se está yendo a escalar el Damavand, el volcán más alto de Asia. Ya hizo cumbre en el Ararat y se sacó una foto con la bufanda que le tejí para su cumpleaños. ¡Me emocionó muchísimo!”, recuerda entusiasmada.
-¿Cómo lo conociste?
-Yo conocía su historia desde enero de 2017, porque su hermana, Belén, es íntima amiga mía. Pero a él lo conocí en febrero de 2020.
-¿Cuál es “su historia”?
-El tuvo cáncer de piel, después tuvo necrosis en las rodillas y en los pies, quedó en silla de ruedas y después tuvo trombosis. Pero un día dijo “no puedo más seguir así”. Vio en la tele, en un noticiero, la imagen rápida del Aconcagua y se vio ahí arriba. Se propuso escalarlo. Y a los seis meses llegó a la cumbre.
-¿Tu amiga te contó la historia de su hermano?
-¡Claro!
-¿De dónde son amigas?
-Ella era la dueña de la peña Los Cardones, en Palermo. Como el año pasado tuvieron que cerrar, ella se volvió a Salta donde tiene dos peñas más. Yo la conozco de ir a la peña, me encanta.
-¿Y por qué te habló de su hermano?
-Porque en enero de 2017 él llegó al Aconcagua. Belén me mandó la foto y me morí, quería conocerlo.
-¿Se lo dijiste a ella?
-No, nunca le dije. Yo tengo tres hermanos varones y sé lo que es cuando todas tus amigas vienen por interés, así que no le dije nada.
-¿Y cómo hiciste?
-En el 2020 lo conocí finalmente. El me venía invitando a varias fiestas que hacía en Salta para celebrar la vida, porque se curó totalmente. Pero yo nunca podía ir.
-¿Pero por qué te invitaba él?
-¡Porque me quería conocer! Pero no sé si tenía un interés romántico. Y se dio en febrero de 2020, en el local que tenían en Palermo.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-Entré a la peña, lo vi y casi me muero, me tembló el corazón. El estaba en la barra, yo lo vi desde la vereda y ya me gustó. Tremendo. Me encantó. Hay una foto de ese día que tengo una cara de entregada, mal. Esa noche no me importaban las primicias, no me importaba nada. Podía haber cien piquetes en la puerta que no me enteraba. Después de eso nos vimos durante tres días y enseguida empezó la pandemia.
-¿Pasó algo esos tres días?
-No, nos vimos en situaciones sociales, con otras personas.
-¿El no se dio cuenta de que vos estabas flasheada?
-No sé, porque él iba a volver y justo arrancó la cuarentena. Seguimos en contacto por WhatsApp, todo el tiempo. Yo los ayudé mucho a promocionar la peña... Y el 27 de noviembre del año pasado fue el día más feliz de mi vida.
-¿Por qué?
-Porque ahí me empezó a dar bola.
-¿Cómo fue?
-Yo fui para Salta, porque ellos me invitaron y ahí se dio. Yo estaba muerta.
-O sea, no se vieron nunca más durante casi dos años, hasta ese 27 de noviembre.
-No, pero yo tenía claro que lo amaba.
-¿Y él no te demostraba nada?
-Sí, pero qué se yo, fue como todo a fuego lento.
-Cuando hiciste ese viaje a Salta, ¿ya sabías que algo podía pasar?
-No, yo me planteé: “Voy a hacer grupetazo”. Porque me había hecho amiga de toda la familia. Si él me daba bola, bien y si no, me iba a divertir. Salta es divino. Y me dio bola de entrada. Fuimos a pasear a Cachi, a todos lados… Me morí de amor.
-Pero, pará. ¿Qué pasó ese 27 de noviembre que fue el día más feliz de tu vida?
-No, no. No entro en detalles. Pero imaginate que estás esperando a un tipo que te encanta hace años, tenés otros candidatos y no les das bola porque estás esperando a ése y finalmente se te da. Yo estaba fuera de training pero bueno, qué sé yo. ¡Nos re divertimos!
-¿El vive en Salta?
-Sí, después de ese viaje nos vimos varias veces en Córdoba. Estuvo en el campo de mi familia, en febrero.
-¿Ahí afianzaron la relación?
-Total. Lo más difícil fue traerlo a Buenos Aires. Porque él había estado internado acá y no tenía un buen recuerdo. Pero vino y estuvo re feliz. Me emocionó porque me dijo “hasta al Matter Dei lo vi lindo estando con vos”.
-¿Van a mantener una relación a distancia?
-Sí, me encanta. Yo estoy trabajando, tengo cuatro hijos, no tengo el plan de casarme. El casamiento arruina a las parejas.
-¿Tus hijos lo conocen?
-Sí, lo re quieren. Estuvimos todos juntos en el verano.
-¿Ellos querían que tuvieras una pareja?
-Sí, sí. Mis hijas me decían: “mamá, buscate un chongo”.
-¿Y vos querías?
-No quería salir con cualquiera. No tengo mucho tiempo y salir con uno que me aburre o con el que no tengo ganas... Salir por salir, no. Estoy tan cansada que si salgo tiene que ser con uno que me encante. Era él.
-¿Es el primer novio desde que te separaste?
-Sí, Dios lo hizo para mí.
-¿Tuviste una época de tristeza después de separarte del padre de tus hijos?
-No tuve tiempo ni de pensar, con todo lo que tuve que trabajar, no tuve tiempo de nada. Entre el trabajo y los chicos entré en una vorágine. Y separarme no me puso triste, me alivió. No lo viví como un fracaso.
-¿Vos querías separarte?
-Sí. Lo viví como una etapa. “Ya vendrá una nueva etapa en mi vida”, pensé. Y llegó Alberto, que es del campo, como yo. Por más que yo viva en Buenos Aires, a mí me gusta el monte, me gusta la montaña, me gusta otra cosa. Y él es igual. Entonces es buenísimo.
-¿Cuándo se vuelven a ver?
-Cuando vuelva de Asia viene a Buenos Aires, nos vamos a una fiesta en Córdoba y después a Salta.
-¡Tienen un montón de planes!
-Sí. Nos divertimos de cualquier forma. Podemos estar sentados frente al monumento a Güemes, en el medio del monte y estamos chochos. O debajo de un árbol, con simpleza. No necesitamos estar en un restaurante en Puerto Madero. Si vamos, está bárbaro, pero no es imprescindible. Comemos pan con picadillo debajo del sauce llorón y ya está.
-¿El tiene hijos?
-No. Y está buenísimo. Una vez tuve un candidato que tenía cinco hijos, imaginate. Yo ya tengo cuatro, iban a ser nueve en total.
-¿Tuviste muchos candidatos?
-Muchos, no. Algunos.
-¿Tenés alguna aplicación de citas?
-¡No! Nunca en mi vida. ¡Me muero! Todos mis candidatos fueron en vivo y en directo. Ni loca me engancho por redes sociales. Me escribían un montón por Instagram, pero no. Un día puse una foto con Alberto y no me escribieron más.
-¿Te daba vergüenza al principio contar que estabas de novia?
-No, al contrario. Yo, feliz. El año pasado venía difícil para mí. Y conocer a Alberto me cambió la vida.
-¿En qué sentido te cambió?
-En todo, qué se yo. Todas las noches antes de dormir nos ponemos a hablar. Me divierto. Yo vivo para trabajar y ahora me divido: le dedico horas al trabajo y horas al amor.
-Entre una nota y un viaje a Salta, ¿qué elegís?
-Depende. Si es una nota a Estela Martínez de Perón, voy a la nota. Porque toda la vida quise entrevistarla. Le diría a Alberto que me banque.
-¿El entiende tu trabajo?
-Sí. Pero él no ve tele, no sigue los medios. Y eso me encanta, porque no habla de la actualidad, de nada. El está en el monte, está trepando las montañas, está en la peña. Me desconecta absolutamente. Porque si estoy con un tipo que me habla de inflación, del piquete, de la inseguridad, es más de lo mismo; me re aburro. Yo ya lo sé todo, porque lo veo todos los días. Alberto me habla de cosas alucinantes: del Amazonas. Él es muy expedicionario. El otro día, yo estaba en la marcha del 24 y él me hizo una videollamada. Estaba en el campamento base del Monte Ararat y tenía un problema.
-¿Cuál?
-Que había muchos osos y lobos. Y era muy peligroso porque los animales tienen mucha hambre porque hay mucha nieve. Y a mí me parecía muy gracioso que me contara eso mientras yo estaba en el medio de la gente de La Cámpora. Me encantan esas historias de otro mundo. Las re disfruto. Y siempre tiene alguna porque toda la vida fue muy aventurero.
-¿No te propuso ir a alguna aventura juntos?
-Me encantaría. Lo que pasa es que esos viajes llevan mucho tiempo. Todavía me tengo que ocupar de los chicos.
-¿Y el padre no se ocupa?
-Pero viste que los chicos necesitan de la madre. Yo trato de estar en todo. Es difícil, pero no imposible. Siempre quise tener muchos hijos. En Córdoba las familias son grandes y a mí me gusta eso.
-El año pasado tuviste un episodio de salud, ¿qué te pasó?
-Fue una cefalea en estallido, un síndrome de vasoconstricción. Ya estoy bien, me hicieron un montón de estudios, un seguimiento y me dieron de alta. Me dijeron que es por herencia. En mi familia a todo el mundo le duele la cabeza. Igual, aunque no me dijeron que era estrés, creo que el estrés colaboró.
-¿Ahora estás menos estresada?
-Sí, sí.
-¿Por qué tardaste tanto en salir con alguien?
-No me enamoré de nadie. Y no es cuestión de elegir al primero que pasa sólo para estar acompañada. Yo prefiero esperar y estar con uno espléndido. En 2017 me encantó Alberto y dije: “Lo voy a esperar”. La psicóloga me decía: “¡Ay! salí con alguien”. “No”, decía yo. “Lo voy a esperar a Alberto”.
-¿No averiguaste si Alberto salía con otra?
-No, no pregunté nada.
-¿Y tampoco hiciste alguna movida para avanzar un poco?
-Nada. Yo soy muy paciente. Y fijate el buen resultado que dio mi táctica. Además, él es salteño. Los salteños son muy tradicionales, no son como los porteños, que tenés que ser un poco más explícita.
-Cuando finalmente estuvieron juntos, ¿le contaste que te gustaba hace mucho?
-Sí y parece que él también me tenía en vista.
-¡Perdieron un montón de tiempo!
-Ahora lo estamos recuperando, no te preocupes. La pasamos bárbaro. El sueña con conocer el Puente Pueyrredón. Cuando vuelva de su viaje, lo voy a llevar. Vamos a ir ahí y a donde están los manteros. Porque ése es mi mundo. Y él quiere conocer mi mundo.
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