La actriz española habla de No puedo vivir sin ti, la película de Netflix que protagoniza con Suar y de su nueva faceta como guionista y directora
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Viernes, doce del mediodía en Argentina, cinco de la tarde en Suiza. No bien se conecta al Zoom pide disculpas por el retraso, ya que no tolera la impuntualidad. Hace días que no para. El motivo que la tiene fuera de su tierra natal es el festival suizo de Locarno, donde presentará su primer film como directora. Sin embargo, Paz Vega hace una pausa en su ajetreada agenda para charlar sobre otra película que la tiene igual de emocionada y que ya puede verse en el catálogo de Netflix.
Se trata de No puedo vivir sin ti, una comedia que protagoniza junto a Adrián Suar y que fue íntegramente filmada en España. “Es una historia que habla de algo aparentemente divertido y ligero pero que, en el fondo, esconde una problemática muy importante que es la adicción al celular, algo que tenemos prácticamente todos”, reflexiona Paz Vega en diálogo con LA NACIÓN mientras reconoce que de esta adicción “no se salva nadie”. Dirigida por Santiago Requejo, esta historia sigue los pasos de Carlos (Adrián Suar), un ejecutivo que tiene un trabajo perfecto, una vida perfecta y una relación muy tóxica con su teléfono celular. Cuando su adicción arruina un evento familiar, su mujer Adela (Paz Vega) le da un ultimátum. Él hará todo lo posible para recuperarla, incluso anotarse en una novedosa terapia que ha encontrado en internet: una terapia para adictos al celular. “Cuando me llegó la oportunidad, casi que ni lo dudé porque a mí me encanta hacer comedia. ¡Y qué mejor que con Adrián que es una maravilla! Ha sido una experiencia muy bonita”, confiesa la actriz que, a lo largo de su extensa trayectoria, ha trabajado con otros actores argentinos, como Leonardo Sbaraglia.
Siete vidas, Lucía y el sexo, Hable con ella, Carmen y Los amantes pasajeros fueron algunos de los títulos que le dieron notoriedad en su país. Sin embargo, esta “chica Almodóvar” supo traspasar fronteras y construyó una importante carrera en Estados Unidos, donde participó de éxitos como Spanglish, The Spirit, Triage (junto a Colin Farrell y Christopher Lee) y Rambo V: Last Blood.
Con una versatilidad a prueba de géneros y formatos, esta andaluza también se ha lucido en varios reality shows de su país. Mientras que en 2018 llegó a la final de MasterChef Celebrity, en 2020 se convirtió en la ganadora de la versión española de Mask Singer bajo el disfraz de Catrina. Un año después, la ganadora saltó del otro lado del mostrador para descubrir pistas como investigadora. “Si Mask Singer llama a tu puerta tienes que montarte en este barco porque la travesía es una maravilla”, declaraba por aquel entonces. Está claro que los desafíos no la asustan y, sobre todo, que ni Hollywood, ni España, ni ningún lugar del mundo son inalcanzables para ella.
-¿Creés que hay mucha gente que se va a sentir identificada con No puedo vivir sin ti?
-Definitivamente sí, tanto con el personaje de Adrián (un ejecutivo que está todo el día pendiente del teléfono) como con el mío, una mujer que se siente desplazada en su matrimonio por este aparatito. Mi personaje hará todo lo posible por romper ese triángulo y que su marido vuelva a ser el de antes.
-Recién decías que todos somos adictos al celular. ¿Cómo te llevás con la tecnología?
-Lucho por dejar de depender tanto. Creo que la tecnología es una herramienta que nos debe ayudar para vivir pero no debe ser un modo de vida. Y eso ha pasado con el teléfono, ya no es una herramienta sino un modo de vida. Vivimos pegados a un teléfono, la juventud se relaciona a través de un teléfono, a los niños pequeños les ponen un iPad para que se distraigan; es terrible. Entonces personalmente intento no depender tanto, intento tener mis momentos de dieta digital y lo consigo. Por ejemplo, cuando estoy de vacaciones no tengo el teléfono. Las redes sociales las uso mínimamente e intento que mis hijos sigan mi ejemplo de alguna manera. Así que, poco a poco, estamos en ese proceso de evitar que la tecnología invada nuestras vidas.
-¿Sin qué no podes vivir?
-No puedo vivir sin mi familia, sin mis hijos, sin mi perra y mi gata. Tengo obsesiones con la puntualidad a niveles enfermizos (si no llego es porque me ha pasado algo terrible) y también soy maniática del orden.
-En la película, el personaje de tu marido recurre a una terapia de grupo para sanar su adicción. ¿Hacés terapia?
-Ahora mismo no estoy haciendo pero he hecho. Solamente necesité cuando era adolescente (sabemos que es una etapa de crisis importante) y me sirvió ir a terapia. Me gustaría ir ¿eh? pasa que no tengo tiempo. Yo me desahogo escribiendo. Por ejemplo, escribir la película que estoy estrenando ahora (Rita) para mí ha sido una terapia, una catarsis, ha sido la manera de hacer las paces con muchas cosas. Entonces hay distintas maneras de hacer terapia. La actuación en si también es una terapia.
-¿Cómo fue trabajar con Adrián Suar?
-Me encantó conocer a Adrián, es un ser tan cariñoso. Era la primera vez que trabajaba con él. Había visto sus películas y es un actor maravilloso, un gran cómico. Cuando me llegó la oportunidad, casi que ni lo dudé porque a mí me encanta hacer comedia. Me siento muy a gusto en este género, así que siempre que me llega una comedia la leo con muchísimo cariño. ¡Y qué mejor que con Adrián que es una maravilla! Ha sido una experiencia muy bonita.
-¿Conocés la Argentina?
-He ido poco, la verdad es que me hubiera gustado ir más. He estado en Buenos Aires y tuve la suerte de ir al Glaciar Perito Moreno. Ha sido una de las experiencias más bonitas de mi vida. Pero reconozco que me queda pendiente un viaje, hay tanto que ver allí. Aparte me encanta el dulce de leche (risas). Yo podría alimentarme solo de dulce de leche y eso que no soy muy fan de lo dulce.
-¿Cómo ves estas coproducciones entre diferentes países y que han venido de la mano de las plataformas?
-Si bien ahora están haciéndose mucho, me parece que deberían haber existido desde siempre, porque tenemos una lengua que nos une, además de muchas otras cosas. Afortunadamente, han llegado las plataformas para generar estas sinergias que nos unen en nuestras diferencias con nuestros acentos, con nuestras tradiciones. Me acuerdo cuando salió Narcos, una de las primeras series en hacer esto y que revolucionó todo. De repente, había actores mexicanos, colombianos, argentinos, españoles; era una mezcla hermosa. Tenemos que fomentar esto desde nuestras historias, abrazar nuestras diferencias y unirnos.
-Hablando de diferencias, en el último tiempo hubo una cierta tensión en las relaciones diplomáticas entre Argentina y España, ¿te interesa la política? También estás casada con un venezolano, así que imagino que son tiempos complejos para la familia.
-Yo prefiero no hablar de política y te voy a decir por qué. Hay una dualidad muy fuerte en la política entonces o eres blanco o eres negro. Me parece que es una división muy simplista para la sociedad tan compleja en la que vivimos. Entonces, digas lo que digas, siempre va a haber una parte que no lo va a entender por eso, prefiero no entrar. Hay diferentes maneras de pensar, hay diferentes realidades y como ciudadana no hay nada en que me sienta representada porque soy más compleja. Mi manera de pensar, mi manera de ver lo que está pasando, la realidad que nos rodea no es blanca ni negra, hay muchos grises y yo estoy en esos grises. Pero es muy difícil hablar desde los grises, es como si hubiera que posicionarse y por eso, yo prefiero no hablar de política pero estoy muy al tanto de todo lo que está pasando tanto en Venezuela, en Argentina y por supuesto, en España. Son momentos convulsos.
-Has hecho una gran carrera tanto en España como en Hollywood. ¿Cómo ves el rol de la mujer dentro de la industria actual?
-Creo que estamos en un momento de avance. Cada vez hay más mujeres en puestos importantes dentro de la industria. Mi propia película (Rita) es un ejemplo de ello: la productora es mujer, la editora es mujer, la directora de arte es mujer, la directora de fotografía es mujer y lo mejor es que no ha sido buscado, se ha generado naturalmente. Eso es porque ahora hay cada vez más mujeres que se encargan de las partes técnicas que antiguamente solo las hacían los hombres. Cada vez se cuentan más historias desde ambas perspectivas, la masculina y la femenina.
-¿En qué cosas sentís que aún queda mucho por hacer?
-Me gustaría que la mujer no se quede solo en hablar de la mujer, en contar historias de mujeres. Me gustaría hablar de hombres desde nuestro punto de vista. Históricamente se ha hecho a la inversa. ¿Cuántos directores han hecho películas hablando del alma de la mujer o sintiéndose ellos como grandes entendedores del alma de la mujer? Pues ahora a mi me gustaría hacer películas para entender el alma masculina desde mi punto de vista. Creo que hay que ser valientes.
-En tus años de carrera, ¿te pasó de sufrir algún tipo de acoso, ya sea laboral o sexual?
-No, afortunadamente yo no he sufrido acoso. Y si alguna vez ha habido algún pequeño amago de algo, he sabido salir. Creo que tengo un sexto sentido para evitar problemas y no caer. Pero está bien que se hable, que salgan las voces denunciando cualquier mínima disconformidad que una pueda vivir como mujer en un set. Creo que ahora una está más a salvo que antes. Antes un set podía ser un lugar muy hostil para una actriz en muchos sentidos. No solo porque te acosen sexualmente, sino porque a lo mejor hay que hacer una escena donde te tienes que desnudar y hay mucha gente mirando, te sientes incómoda. Ahora es distinto, cada vez que hay que rodar algo así se genera un ambiente de protección hacia el actor que es muy importante y necesario. Eso antes no pasaba. Entonces estamos viviendo un cambio muy positivo en varios aspectos.
-Estás debutando como directora con un nuevo proyecto. ¿Cómo es pasar al otro lado de la cámara?
-Estoy feliz con esta nueva faceta. Lo estoy viviendo como algo natural que tenía que pasarme, con muchísima ilusión porque llevaba años queriendo hacer esto. Si bien me ha llevado tiempo -porque desde que escribí el guion de Rita hasta rodarlo han sido varios años- la verdad es que la espera ha merecido la pena. Siento que dirigiendo estoy a gusto. Me siento cómoda, me divierte y, lo más importante, tengo algo que contar. Porque para dirigir tienes que tener algo que contar, algo que transmitirle al mundo y yo lo tengo.
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