"Queremos excavar en la Plaza de Mayo"
"Uno no excava donde quiere, sino donde puede. En realidad, uno no elige el lugar, el lugar lo elige a uno", ríe el arquitecto y arqueólogo Daniel Schávelzon, fundador y director del Centro de Arqueología Urbana de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UBA. "Hay dos caminos para iniciar una investigación, uno es el universitario. Nos hacemos preguntas, por ejemplo, ¿dónde fue fundada Buenos Aires por primera vez? Entonces, diseñamos un proyecto y tratamos de llevarlo a cabo. Es algo que surge del diálogo, de la reflexión. El otro es lo que denomino estilo bombero o arqueología del rescate , porque surge de una emergencia. Nos llama un ingeniero o un arquitecto y nos cuenta que estaban cavando un pozo y se encontró con un aljibe o un túnel. Y hay que salir de apuro y rescatar la mayor cantidad de elementos. Esto es un logro, ahora hay conciencia de la importancia de los restos. En una época los hallazgos eran rápidamente tapados para que nadie se enterara y viniera a interrumpir", agrega. Schávelzon se recibió de arquitecto en la UBA y, posteriormente, de doctor en Arqueología en la Universidad Autónoma de México, país en el que residió durante diez años y en el que participó en trabajos importantes. Preocupado por conocer el pasado argentino, en 1986 creó el Centro de Arqueología Urbana.
-¿Cuál fue la primera investigación?
-El caserón de Rosas, en Palermo, construido en 1836 y destruido con dinamita el 3 de febrero de 1899; sus restos están debajo de la plaza Sarmiento, en Libertador y Sarmiento. Había varias razones para intentarlo. Primero, porque Rosas era un tema pendiente. Nunca hubo un debate a fondo, salvo discusiones desde posiciones extremas, por el tan común de esto no se habla . Segundo, porque al estar debajo de una plaza las excavaciones eran más fáciles. No había que destruir nada, sólo remover tierra. Además se decía que el autor, el ingeniero español Felipe Senillosa, había intentado crear un estilo nacional, que no fuese copia de los europeos. Pero a medida que avanzamos con el proyecto nos dimos cuenta de que no sería una empresa fácil.
-¿Qué pasó?
-Pese a que en todo momento explicamos que éramos investigadores y que no queríamos profanar nada ni faltar el respeto a nadie, sólo conocer la verdad, fuimos atacados a golpes por un grupo rosista y luego por otro antirrosista. De noche se hacían exorcismos, ceremonias vudú, venía gente a rezar, porque allí había caminado Rosas. Incluso se organizó un acto de desagravio a la memoria de Sarmiento al que asistieron maestros, autoridades y representaciones de escuelas públicas con sus abanderados. Hubo discursos y se cantó el Himno Nacional. Hicimos dos excavaciones, una en 1985 y otra en 1988. Desde un principio tuvimos a los propios arqueólogos en contra, que entendían que lo nuestro no era hacer arqueología. Las calamidades continuaron cuando alguien fotocopió el material que habíamos reunido y lo publicó como si fuera propio. Sólo ahora, después de 20 años, tenemos el trabajo completo, y estamos buscando un editor para el libro.
-¿Otros proyectos difíciles?
-Queremos excavar en la Plaza de Mayo, para encontrar los restos de la primera iglesia de los jesuitas y llegar a la cripta. En realidad se trata de averiguar qué hay de cierto en las leyendas relativas a los viejos túneles que cada tanto se descubren en el subsuelo porteño. Lo que logramos establecer es que hay una red de túneles que iniciaron los jesuitas en el siglo XVII y, tal vez, otros tramos que no llegaron a ser unidos por la expulsión de la orden en el siglo XVIII. Quedan fragmentos debajo de la Manzana de las Luces y del Cabildo. Además, hay muchas obras subterráneas, algunas más antiguas, como pozos de agua, pozos ciegos, cisternas, aljibes, cavas de vinos y hongos, cámaras para mantener la temperatura de la cerveza y de la carne, pasadizos de cañerías, etcétera.
-¿Algo de eso puede visitarse?
-Sí, por ejemplo el Zanjón de Granados, en Defensa 755; el túnel del arroyo Tercero del Sur, debajo de la calle Chile y luego Independencia, hacia Constitución. El arroyo fue entubado bajo una enorme bóveda de ladrillo de 3,50 metros, entre 1860 y 1870, pero al instalarse el agua corriente a fines del siglo XIX quedó fuera de uso y se rellenó con basura y escombros. Fue restaurado y ahora es uno de los paseos preferidos de los amantes de San Telmo, uno de los últimos reductos que quedan ante el avance de la destrucción por el negocio inmobiliario.
-¿Algún otro?
-Una pregunta que nos hacíamos al principio fue ¿dónde se fundó Buenos Aires? Fue en 1536, en un sitio precario que los propios españoles destruyeron en 1841 para radicarse en Asunción por orden de España. En 1989 hicimos excavaciones en el parque Lezama, lugar donde se imaginó, sin pruebas, que estaba el asentamiento, pero no encontramos nada. Creemos que fue cerca del Riachuelo, pero el lugar es imposible. Hay muchas villas de emergencia, sin espacios intermedios, y parte el alma ponerse a trabajar en medio de casas tan precarias. Intentamos excavar en las orillas del Riachuelo, pero a los 20 centímetros comienzan a surgir chorros de agua empetrolada. Al que le interese el proyecto le propongo visitar nuestro sitio www.danielschavelzon.com.ar y pasar al link de la primera fundación.