Rusherking recordó su dura infancia: “A veces no tenía para comer”
En su paso por el estudio de PH:Podemos Hablar reflexionó sobre el crecimiento meteórico de su carrera y le dejó un mensaje a quienes lo siguen
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La industria musical argentina crece a pasos agigantados con los artistas urbanos liderando la marcha. Entre los nombres más destacados de la movida se destaca el de Rusherking quien, con apenas 21 años, ya se encuentra entre los músicos más escuchados del país. Hoy en día se codea con los gigantes del trap nacional, realizó colaboraciones con Duki e incluso vive en una casa compartida con Lit Killah, Tiago PZK y FMK, otros grandes nombres de la industria. Supera los dos millones de seguidores en Instagram y más de 4.000.000 lo escuchan en Spotify mensualmente. Sin embargo, antes de los récords en reproducciones rotos y las entradas de eventos agotadas su vida era totalmente diferente.
Durante su paso por PH: Podemos hablar (Telefe), el artista habló sobre su vida antes de la fama y de como fue el salto de su humilde hogar en Santiago del Estero a la impensada realidad que experimenta hoy en día.
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“Mi papá es taxista y mi mamá es ama de casa”, contó comenzando a construir el relato de su vida. “Mi papá labura todo el día y viví una infancia muy humilde. A veces no teníamos para comer. Tomábamos mate cocido al mediodía y a la noche tomábamos mate cocido con pan”, recordó.
Al hablar sobre su infancia, el artista remarcó que sus padres trabajaban de sol en sol pero que la situación en su hogar no mejoraba. “Imaginate que ser taxista en Santiago no alcanza ni a palos”, expresó, con el lenguaje coloquial acorde a su edad y a su estilo descontracturado.
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Lejos de reprocharle a su familia los duros momentos que vivieron, Thomas Tobar -su nombre real- aseguró que se sentía agradecido por lo que tenía. “A pesar de lo humildes que éramos mi mamá y mi papá siempre se encargaron de darnos lo que podían, así que estábamos contentos. No exigíamos regalos, juguetes porque sabíamos la situación y entendíamos eso. Éramos felices así”, remarcó.
Cuando la práctica del freestyle comenzó a popularizarse, Rusher descubrió su pasión en esas competencias que mezclan las rimas, la velocidad y la elocuencia. Siempre respaldado por sus padres se animó a participar en las batallas locales y, al empezar a ganar premios, se dio cuenta que su camino era por ahí.
Así decidió viajar a Buenos Aires en donde, según él, es “el centro de todo”. Aunque seguía asistiendo a las competencias, la supervivencia en la gran ciudad no le fue nada fácil y el nacimiento de su carrera fue sacrificado. “Al principio con mis amigos dormíamos en el sótano de una peluquería. A veces no teníamos dónde dormir o dónde comer”, explicó.
Su vida dio un giro de 360° gracias a su increíble talento y al apoyo de otros artistas quienes lo convocaron para colaborar en canciones. Así, con paso firme y constante, actualmente su nombre brilla entre los más escuchados de los rankings de Billboard. El éxito, lejos de hacerlo resentir sus orígenes, lo ayudó a valorarlo aún más.
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“Hoy soy un pobre con muchos valores y entendiendo el no tener nada. Y ahora que me va bien entiendo la posición que tengo y la aprecio”, reconoció. Con la intención de dejarle un mensaje a los jóvenes que lo siguen, les manifestó: “Quiero incentivar a los que son más pibes a que se puede, porque antes era imposible vivir del género urbano y hoy en día está más que normalizado. Es un muy buen punto para la industria de la música”.
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