El arte de un grande
Tiene 85 años y una gran vitalidad. Tanta que hasta se anima a ponerle el cuerpo a un difícil unipersonal. Miguel Padilla recreará Yo conocí el paraíso terrenal , un texto que Lautaro Murúa adaptó hace dos décadas a partir del relato La mano , una de las tres partes de la novela histórica El arpa y la sombra, de Alejo Carpentier. El estreno será mañana en el Cervantes y la dirección corre por cuenta de Roberto Aguirre.
Padilla tiene una larga experiencia teatral. Actor de raza, desde muy joven se sintió capturado por el mundo escénico. Primero fue el radioteatro, que diariamente lo atrapaba y le posibilitaba fantasear con personajes y mundos que le resultaban extraños. De a poco fue metiéndose en el teatro y siempre de la mano de directores e intérpretes muy reconocidos. Habla con suma familiaridad de Battaglia, Ponferrada o Discépolo. El Teatro San Martín y el Cervantes han sido ámbitos en los que ha crecido. También pasó por el ISER y allí se recibió de locutor nacional, en la misma camada en que los hicieron Carlos Estrada y Fernando Vegal.
La actividad gremial ha ocupado un espacio de importancia en su vida. Estuvo al frente de la Asociación Argentina de Actores en la década del 80, cuando volvió la democracia al país y se hizo necesario revisar cuestiones ligadas a las contrataciones de los afiliados.
El cine lo tuvo pocas veces como intérprete. "Es que tenía una familia, dos hijos, y tuve que dedicarme a trabajar en otras cosas -cuenta-. Entonces me resultaba difícil estar disponible a la hora de filmar. El único que más me bancaba con los horarios era Leopoldo Torre Nilson. El teatro me resultaba más fácil. Siempre trabajaba de noche."
Yo conocí el paraíso terrenal es un texto que le acercó hace tiempo la esposa de Murúa. Le propuso a Roberto Aguirre compartirlo y comenzó un proceso de búsqueda de sala. "Buenos Aires tiene algo maravilloso -reflexionó el actor-. Hay muchísimas salas pero te cuesta encontrar ese espacio en el que puedas acomodar tu proyecto. Y cuando lo encontrás, está ocupado. Finalmente, le propusimos al Cervantes hacerlo y aceptaron. Y fijate qué interesante. Una de las últimas veces que vi a Lautaro fue en este teatro, en los 90, cuando él vino con un elenco internacional a hacer una pieza dirigida por Luis Pascqual." "Esta obra va a hacer emocionar a mucha gente. La historia es según quien la escribe. A uno le han vendido una historia y uno la aceptó, la adornaron bien y uno pensó que era así. Lo que nunca pueden devaluar es la historia de la gente que es grande, que es historia. Ellos resultan elementos muy importantes a la hora de entender un país. Estos mayores somos la historia del país. Yo fui testigo de muchas cosas. Y quizá por eso me animo ahora a esta pieza, que es exquisita. Lautaro ha hecho un trabajo de adaptación precioso, muy minucioso." Lo cuenta con emoción, seguro de que su experiencia y su trayectoria están tan intactas como para permitirle no sólo mostrarse, sino homenajear a un artista querido como Lautaro Murúa.
En escena, Miguel Padilla se transformará en Cristóbal Colón. El almirante, en su lecho de muerte, reflexiona acerca de su vida. Repasa su historia y, de esa forma, aporta testimonios de una realidad que seguramente muchos desconocen.
Este entrañable actor que ha conocido de cerca buena parte del repertorio teatral nacional e internacional ("de Claudel a Vaccarezza", explica él), porque lo ha representado, se interna ahora en su propio mundo, el de la vejez, pero para demostrar que allí también hay una plenitud que posibilita seguir creando. Está temeroso ante el estreno, pero hay algo que sabe y no dice: que conoce muy bien los mecanismos profundos de la escena.
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