"La granada" vuelve a escena
En 1965, en una Argentina ensombrecida por la acción de militares golpistas y sus socios civiles, en un mundo crispado por las tensiones de la Guerra Fría y la creciente intervención militar de los Estados Unidos en Vietnam, Rodolfo Walsh escribió sus dos únicas piezas teatrales: "La granada" y "La batalla". Desde sus mismos títulos, las obras hablan de la preocupación de su autor por una cuestión que hoy cobra triste actualidad: la oscura gama de intereses que promueven las guerras.
Rodolfo Walsh había nacido en Choele Choel en 1927 y, desde comienzos de los años 50, se había forjado una sólida reputación como traductor y luego autor de cuentos policiales. En 1957, la publicación de "Operación masacre", fruto de su investigación de los fusilamientos de peronistas en José León Suárez, lo colocó en el centro de la escena: además de su revulsiva revelación del aspecto más siniestro de la Revolución Libertadora, se erigía en paradigma de un nuevo modo de contar la realidad que apelaba a los más clásicos y eficaces recursos de la ficción.
En su obra teatral "La batalla", el dictador de un país latinoamericano juega a la guerra y, para que ese juego se torne más real y justificado, se dedica a construir a su propio enemigo. "La granada", por su parte, expone la crueldad paranoica que a veces anida en la institución militar y, por detrás de ella, el intento de todo poder autoritario de sojuzgar la libertad y la conciencia de los individuos.
Ambas obras sorprenden por su madurez, insólita en un autor que ni antes ni después de ellas frecuentó el género teatral. Adscriptas a la voluntad experimental y agudamente crítica de los años 60, las piezas de Walsh guardan perfecta coherencia con las preocupaciones políticas, sociales y estéticas que lo lanzaron progresivamente a la acción, hasta que fue asesinado por miembros de la última dictadura militar, en marzo de 1977.
Casi cuatro décadas después de su estreno (a cargo de un elenco encabezado y dirigido por Osvaldo Bonet), "La granada" vuelve hoy a subir a escena en el Teatro Cervantes, dirigida por Carlos Alvarenga y con un grupo actoral que incluye, entre otros, a Patricio Contreras, Juan Gil Navarro, Horacio Roca y Antonio Ugo.
Precisamente Contreras, el gran actor chileno, dialogó con LA NACION sobre la pieza: "La propuesta me llegó a través de Julio Baccaro, el director del Cervantes. Y la verdad es que me sorprendió saber que Rodolfo Walsh había escrito teatro. Yo no lo sabía. Había leído, desde luego, sus grandes investigaciones periodísticas como "Operación masacre". Y tomé contacto con sus cuentos policiales, a raíz de mi participación en la película "Asesinato a distancia", que Santiago Carlos Obes hizo a partir del relato de Walsh del mismo nombre. Curiosamente, ésta es la segunda vez, entonces, que me toca actuar un personaje creado por un autor que casi no ha escrito para el teatro", reflexiona.
Contreras tendrá a su cargo el papel de Fuselli, un experto en explosivos que introduce en la obra los comentarios más ácidos y profundos sobre el valor de las armas en contraposición al sentido de la vida humana. Visiblemente entusiasmado por la calidad de la pieza, el actor admite que se acercó al proyecto "con cierta condescendencia, como diciéndome: "En fin, no le vamos a pedir al hombre que, además de sus tremendas crónicas periodísticas y esos relatos tan ingeniosamente lúdicos, haya escrito buen teatro". Pero resultó que, al estudiar la obra, descubrí con sorpresa y placer que se trata de un texto enormemente teatral, muy complejo y al mismo tiempo muy logrado. Comienza casi como un grotesco, con una suerte de gag disparatado de un soldado que no puede soltar una granada a la que le ha quitado la espoleta por error, y luego se va convirtiendo en una pieza de corte expresionista".
Según Contreras, es justamente su personaje, el controvertido y mordaz Fuselli cuyas intervenciones alcanzan la altura de grandes sofismas metafísicos, el que aporta los rasgos más nítidos del perfil expresionista que adquiere la obra: "Por momentos, Walsh mismo parece hablar a través de él, para transmitir con un profundo sarcasmo las contradicciones de alguien que, por un lado, defiende la individualidad y, por otro, hace un culto a las armas. En esa ambigüedad del personaje hay un doble filo inquietante, que yo trato de resolver como actor, pero que el público, a su vez, deberá resolver por sí mismo en cuanto a su significado último".
Según el actor, aún hoy el nombre de Walsh continúa siendo escandaloso: "Fue alguien que no le esquivó el cuerpo a las consecuencias de sus ideas y lo pagó con su propia vida. Casos como el de Walsh o el Che Guevara provocan una gran incomodidad, que algunos intentan mitigar aduciendo que se trataba de gente con trastornos personales pero que, en el fondo, no hacen más que cuestionar las certezas en que se mueve nuestra propia existencia".
Es difícil no vincular el contenido de "La granada", la calculada y orgullosa aplicación de la maquinaria de guerra al servicio de un interés colocado por encima de la vida humana, con la realidad que hoy sufren miles de inocentes en Irak. En este sentido, Contreras no se atreve a imaginar la repercusión de la obra en el público porteño: "Estamos tan sensibilizados y nos sentimos tan vulnerables ante los hechos tremendos que están ocurriendo que no es posible calcular los alcances de la obra en la conciencia de los espectadores. Seguramente, amplificará y enriquecerá la visión y la sensibilidad de la gente con matices insospechados", afirma.
Pero, según el actor, los posibles sentidos de la obra de Walsh no se detienen en el tema de la guerra: ""La granada" va más allá de exponer y criticar agudamente la fascinación por las tremendas máquinas bélicas. Creo que Walsh está hablando no sólo de los aparatos de exterminio de la institución militar. También está proponiendo una metáfora sobre el poder en general; sobre los mecanismos con que el poder intenta acallar e incluso anular los rasgos singulares de la individualidad humana".
PARA AGENDAR
- “La granada” de Rodolfo Walsh
Teatro Nacional Cervantes Libertad 815. Tel. 4816-4224. Funciones: Jueves, viernes y domingos a las 21, sábados a las 21.30.
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