"Made in Lanús" abre la temporada
Uno de los dramas más representativos de la década del 80, "Made in Lanús", de Nelly Fernández Tiscornia, se pondrá el martes en el Teatro Provincial de Mar del Plata. En esta oportunidad la pieza será interpretada por Soledad Silveyra, Ana María Picchio, Víctor Laplace y Hugo Arana, con la dirección de Manuel González Gil.
La obra resultó un potente alegato sobre la condición del ser argentino. Un matrimonio que llegaba del exilio para proponerle a otra pareja familiar que dejara el país para estar mejor. La defensa que hacía Yoly de su necesidad de quedarse promovía una gran conmoción en la platea. Hoy ese discurso se mantiene vigente, pero también es más potente que el de aquellos que, descorazonados por la crisis en que se vive, observan que una gran posibilidad de salvación puede estar fuera de la Argentina.
Entonces "Made in Lanús", que se presentó en el Ateneo con Leonor Manso, Marta Bianchi, Patricio Contreras y Luis Brandoni, alcanzó una gran repercusión y fue llevada al cine con el mismo elenco dirigida por Juan José Jusid.
"No recuerdo otra obra en la que lo que digo y está en juego es lo que acabo de dejar en la puerta del teatro", dice Hugo Arana. Y los intérpretes adhieren conmocionados a las palabras de su compañero. Los cuatro, sentados en torno de una mesa, no pueden más que sentirse profundamente identificados con este texto. "En los ensayos hemos llorado por estar nutridos de esta realidad -apunta Arana-. Es una mezcla de ira, impotencia y una gran tristeza como ciudadanos, como personas." "En verdad es un gran desafío. Todos tenemos problemas. Está socializada la malaria. Para nosotros es un ejercicio sobreponernos a eso", apunta Soledad Silveyra.
Cuál es el límite entre la realidad de la persona y la del personaje. Cuatro actores argentinos representan la realidad de otros tantos seres en un marco social conflictivo. Víctor Laplace hace especial hincapié en el tema de la identidad. "Y creo que nos agarra este año, que ha sido medio salvaje, con la necesidad de refirmarla, porque nos han pegado de todos lados. Esta idea de querer desvalorizarnos, hacernos creer que no tenemos derecho a nada, reafirma un tema de la obra. En ella se discute, se discierne, la gente se junta por momentos. A pesar de todo, los personajes se protegen y cada uno defiende una posición muy fuerte. Lo interesante es que desde esa nada Yoly sale diciendo cosas muy fuertes sobre la identidad."
Y esa Yoly (Silveyra) no puede menos que intentar explicar lo que sobre el final de la pieza describe con una gran claridad, a partir de un texto sumamente sencillo y de gran vitalidad. "A raíz de esto -comenta la actriz- uno siente una enorme responsabilidad, más allá de lo artístico, como actores-ciudadanos, porque la obra plantea la esperanza. Este personaje que no quiere irse, que sabe que su vida está acá, es igual a tantos otros argentinos que no se pueden ir. Y el intento es reconstruir a ésos. Es darles la energía, la fuerza, la esperanza, el amor a la patria."
"Esta obra es un clásico. Los personajes son como ayudamemoria. Siempre te van a recordar lo que significa la tierra, el haberse ido, el volver, lo que es la actualidad -sintetiza Ana María Picchio-. Cuando se estrenó había una esperanza muy fuerte con la democracia, y ahora ya no la hay. Uno escucha a los personajes y cada uno tiene razón. Hasta que habla Yoly. Ahí alguien nos recuerda lo que nos pasa. Y está bueno que alguien nos recuerde que ésta es la tierra prometida, que ésta es la patria. Por supuesto en el teatro nunca están los que tienen que escuchar estas cosas. Los de arriba tendrían que venir al teatro y decir: «A esta gente que cree, nosotros la estamos c...»".
En ese mundo familiar, hasta contradictorio a veces, Arana rescata el valor de los afectos. "Es que la obra tiene eso -dice-: repara en los lazos afectivos y el respeto por el otro que permite la convivencia, aun cuando las posiciones individuales están enfrentadas. El palo mayor de esta pieza está acá, es mi tierra, es mi lugar. Hay una continuidad de mis ancestros y eso es sagrado."
Ese espacio también es el que le interesa recuperar a Picchio. "Esta obra es un ejemplo de civilización. Uno discute estas cosas en la familia, donde hay un afecto tan grande. Y aparece el humor, uno llora y se ríe. Porque indudablemente cuando hay amor uno puede discutir estas cosas y permitirse la risa."
-En los 80, el discurso de Yoly era determinante. Ahora, ¿resulta más difícil imponerlo?
Silveyra: -En los ensayos digo que la gente va a aplaudir el monólogo de Hugo (el Negro, esposo de Yoly) con todo lo que se agregó en la adaptación: "Alfonsín, el felices Pascuas, después vino el turco y puso la banderita de remate, la convertibilidad, los 250". Después de eso viene la Yoly y es groso... Porque no es la misma situación. Estamos mucho más golpeados. Vamos a ver qué pasa, más allá de si la actriz está bien o mal. Es otro momento.
Laplace : -Veníamos de un ataque muy fuerte: la dictadura, y ahora es una violencia igual o peor. Los enemigos no son tan claros como antes. Están en los bancos, en las grandes empresas.
Picchio : -Antes golpeaban las puertas de los militares. Ahora golpean las de tu casa.
Desde el Provincial, signado en lo teatral por la frivolidad, "Made in Lanús" espera imponer otra posibilidad. La reflexión sobre el ser argentino en un momento histórico tan particular.
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