Mañana se estrenará en el Teatro Cervantes "Freno de mano"
"El teatro es como el agua: vos le podés poner infinidad de obstáculos pero el agua, solita, sigue su recorrido, se adapta", dice Pepe Monje casi susurrando porque a pocos pasos de donde transcurre la entrevista, Victoria Carreras y Gabriel "Gabo" Correa están ensayando "Freno de mano", la premiada obra de Víctor Winer que se estrenará mañana en el Teatro Cervantes, y de la cual él también forma parte.
A los inquietantes problemas habituales de cualquier montaje, esta pieza que dirige El Maestro Roberto Villanueva posee determinadas señas particulares. La cosa es así: tiempo atrás, Villanueva convocó a Monje y Carreras para que les dieran vida a José y Matilde, los personajes de la pieza de Winer. Pero hace apenas un mes, cuando se largó "Kachorra" (la telenovela de Natalia Oreiro en la que también actúa Monje), el natural fluir del proceso de ensayo se topó con un escollo: por incompatibilidad horaria Monje debía decidir entre el teatro o la tele (y ya se sabe que por varios motivos, la tele manda).
De buenas a primeras, había que encontrar una repuesta. Luego de idas y venidas fue surgiendo una alternativa: que Pepe Monje hiciera funciones los sábados y domingos, días de descanso en las grabaciones de la tira, y que otro actor se hiciera cargo de las funciones de los jueves y viernes. Así el agua recuperó su natural fluir en un recorrido que implicó también ajustar algunos detalles porque, por ejemplo, hubo que compartir el salario correspondiente al papel masculino porque la producción del Cervantes ya tenía sus números cerrados.
Así fue como, hace apenas un mes, se incorporó Gabo Correa al elenco de "Freno de mano". La pieza trata sobre la relación matrimonial de una pareja inmersa en el conflicto social del país en el que viven.
"Desde hace años vengo pensando en cómo salir de la crisis", dice en un pasaje de la obra José, el personaje que alternativamente interpretarán Monje y Correa. Y de algún modo, el salir de la crisis se convirtió en la premisa del grupo ante semejante escollo. "Por eso, yo no siente que perdí la mitad del proyecto, sino que lo gané", reconoce Monje, que ya trabajó con Villanueva en aquella maravillosa puesta de "Las personas no razonables están en vías de extinción", que se presentó en el Teatro San Martín.
-¿Qué aprendés de tu personaje viendo a Gabo Correa hacer de José?
-En realidad, tratamos de no cruzarnos, fue como un pacto implícito. No sé si es bueno o malo pero se dio así. De otro modo sería como compartir la búsqueda del personaje, justamente lo más rico que tiene el teatro, y se generaría algo confuso.
Esa confusión de la que habla Monje aparece durante el reportaje al cual ahora se suman Victoria Carreras y Gabriel Correa. Una confusión en la que cada uno mide sus declaraciones como intentando no invadir terrenos ajenos, como intentando preservar y preservarse.
"Sí, es raro todo esto -apunta Correa, que actualmente sigue presentando "Cachafaz", pieza del genial Copi-. De todos modos, el vértice de este mecanismo es el personaje que hace Victoria, porque es a ella a quien le toca relacionarse con el mismo personaje a cargo de dos actores. En lo personal, por suerte Roberto Villanueva me dio la libertad no ya de hacer un reemplazo, sino de armar al personaje como yo lo veía."
Para Victoria Carreras, que viene de formar parte del elenco de "Hombre y superhombre", "esta situación se resuelve con mucho trabajo y con una decisión muy firme de querer hacer la obra. En mi caso, acepté porque está Roberto Villanueva, y me entregué a él para que me lleve a donde él quiera. Por suerte, el teatro tiene la posibilidad de transmutar las situaciones más adversas. Ante el problema, lo que hicimos fue incluir la dificultad y experimentarla".
El agua fluye
Quizá por esa experiencia de hacer su personaje frente a dos actores es que Victoria Carreras siente que llega al estreno conociendo a su Matilde como nunca antes le pasó con otro personaje. "Yo podría salir a un cacerolazo con Matilde, salir de compras con ella. Y eso se lo debo a la cantidad de horas de ensayo, a las diferentes cosas que me fueron provocando mis compañeros...", apunta.
-¿Qué cosas te fueron provocando?
-No voy a personalizar porque estaría predisponiendo al público, pero con uno transito zonas de más ternura; con otro, se pone en juego algo del orden de lo violento, de lo posesivo. Pero son cosas que tienen que ver con lo sutil de un personaje, algo que realmente me parece alucinante.
Frente a Matilde está José. Según Monje, "un personaje que no se sabe muy bien dónde está parado. La moraleja del cuento de Winer es chica, pero infinita a la vez porque toma otras dimensiones. La obra es muy tramposa, es la vida después de la vida o la muerte después de la muerte. Y en la puesta, Villanueva toca una nota con la muerte, con la agonía, como una lucha muy viva".
A su turno, Gabo habla de su visión del asunto: "Para mí, los dos personajes son dos desaparecidos. Siento que representan a un país desaparecido, a un país que ya no existe y en el que nada es real. Por eso, la idea de lo onírico tiene que ver con nuestra actualidad, en la que nada es real, en la que ni sabés cuánto vale el dinero. José y Matilde son dos desaparecidos porque son dos especie de fantasmas desesperados, dos seres en medio de una búsqueda absurda".
Entre la vida y la muerte o en medio de esa búsqueda sin sentido, José comparte ese lucha con Matilde, su esposa. "Ella, como José, está dispuesta a entregar lo que sea con tal de sobrevivir, de zafar -reconoce la actriz-. Pero lo que más me interesó de todo esto fue la puesta de Roberto, porque el espectáculo arranca como si fuera una comedia costumbrista, para luego saltar hacia otra zona. Desde el momento en que Villanueva marcó ese salto, la obra se instala en otra dimensión."
Entre los fantasmas
Cuando cada uno de los actores se remite a su trabajo, la charla fluye. Pero cuando el tema es buscar las diferencias de tonos y matices del vínculo entre José y Matilde según las distintas duplas, la cosa se traba un poco. Una vez finaliza la entrevista, Victoria Carreras, especie de "Doña Flor con sus dos maridos", cuenta que inicialmente ensayaba el mismo día con los dos actores y en franjas horarias distintas. Pero la cosa no funcionó y -directamente- decidieron alternar los días de ensayo con cada uno.
Durante la charla, Correa apunta: "Sólo ahora me da venir al estreno para ver qué hace Pepe con José y ver cómo pivotea Victoria esa situación. Eso puede ser muy interesante para el público".
Ante un pregunta, Pepe Monje confiesa un dato que aclara el marco de esta charla con grabador prendido: "Sólo acá, durante esta entrevista, es la primera vez que estamos juntos los tres. Por eso, ante cada pregunta tuya estamos todos pendientes. Porque probablemente tus preguntas son las mismas que nosotros no nos animamos a hacer, o que simplemente no nos hicimos".
Al blanquear la situación, el resto se entiende. Hasta se entiende que el mismo Monje, apenas concluye el reportaje, vuelva rápidamente al escenario ("al templo", como le gusta llamarlo) como queriendo dar por terminado el encuentro. Quizá sean demasiados datos para su José. Vaya uno a saber.
Por lo pronto, para cualquier espectador curioso se le abre una buena perspectiva: la de ir un día y otro para medir las intensidades y los colores de ese José en su personal vínculo con Matilde. De seguir esa consigna, puede ser que el agua encuentre su rumbo más inquietante.
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