Pablo Rago: su amistad con Ricky Martin, qué le genera que su ex sea ministra y la vuelta al teatro con un éxito entrañable
El actor protagoniza la lograda puesta teatral de Esperando la carroza, con dirección de Ciro Zorzoli; en diálogo con LA NACIÓN, repasa su carrera y asegura que se encuentra en un gran momento personal
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Pablo Rago está en un momento luminoso de su vida. Se le nota en la sonrisa y en la confianza con la que llega a la entrevista con LA NACIÓN, en el bar que está pegado al Teatro Broadway, donde en pocas horas comenzará su maratón de dos funciones diarias de Esperando la carroza durante los próximos tres días (viernes, sábado y domingo), debido a la gran demanda de entradas. Claro, despejada la duda de si tendrían el visto bueno del público por ver una historia tantas veces contada, remasterizada, convertida en memes y hasta en stickers de WhatsApp, ahora la tranquilidad le dio paso a la felicidad.
Tenía fundamentos el ex Amigos son los amigos para estar asustado. La creación de Jacobo Langsner surgió como obra teatral en Montevideo, en 1962, y fue vapuleada por la prensa local. Pero también fue denostada por la crítica argentina cuando el director Alejandro Doria hizo la versión cinematográfica, en 1985, con una selección de actores que, por una decisión caprichosa del destino, años después se convertirían con el mismo trabajo en los próceres del cine argentino. Rago encarna a Sergio Musicardi, el papel que hizo en el film Juan Manuel Tenuta, el marido de Elvira (China Zorrilla) y que coqueteaba con Nora (Betiana Blum), esposa de Antonio (Luis Brandoni), cuando nadie los veía. Verdadero culebrón y tremendos nombres, algo que pondría nervioso a cualquier actor, incluso a uno que participó de dos películas ganadoras del Oscar.
“Cuando me ofrecieron la obra, dudé un montón. Tuve una reunión con el director, Ciro Zorzoli, y no sé si en el momento no me lo supo transmitir o no logré captarlo, pero pensé que era una locura. Me parecía muy arriesgado. Es una película que vio mucha gente, hay muchos fanáticos, entonces era salir a competirle a China Zorrilla, Antonio Gasalla, Luis Brandoni. Lo único que me tranquilizó era que estaban confirmados Campi, Sebastián Presta y Paola Barrientos. Lo consulté con mi pareja, mi mamá, hijo, amigos -actores y no actores- y todos ni siquiera me dejaron terminar de hablar que me contestaron: ‘Hacela’. Mi papel ya era el de Sergio. Y aunque dudé mucho, acepté”.
-¿Cuántas veces viste la película?
-No la vi muchas veces. La vi en VHS y después un par de veces en la tele. Había algo de la película que me daba tristeza, porque es cruel el trato que le dan a los viejos. Y es común a cualquier familia la cuestión de “no bancarse a otros”. También me remitía un poco a la mía, donde en algunas Navidades sentábamos a un tío en una punta y a otro en la otra, para que no se pelearan. Cuando acepté hacerla, la vi solo una vez, haciendo foco en el personaje de Sergio.
-¿Qué respuesta obtuviste por parte del público?
-Nunca me pasó de tener en teatro un público tan involucrado. Y eso que hice Clave de sol y Amigos son los amigos en pleno éxito televisivo. Pero acá la gente quiere participar, anticipa los diálogos. Paola Barrientos, que hace de China Zorrilla, juega mucho con él público, que estalla diciendo las típicas frases de la película. La gente sale fascinada.
En paz
Afianzado en lo sentimental gracias a su pareja, Tamara, desde hace siete años, entusiasmado con la elección de su hijo -Vito- de continuar la profesión de actor y orgulloso de la carrera que tiene, Pablo Ragonese, como es su verdadero nombre, a sus 51 años asume estar en paz con sí mismo. Tuvo algunos infiernos que pusieron en jaque su paz interior, como una denuncia por abuso que la Justicia desestimó, y el descenso de su adorado River Plate en 2011, pero que no hicieron más que reforzarle la personalidad y demostrarle que la vida siempre termina poniendo las cosas en su lugar. Lo entendió, dice, cuando su equipo ganó la Copa Libertadores en aquella recordada final de Madrid nada menos que contra Boca Juniors y cuando volvió al ruedo actoral, tras un verano en silencio. Lo conocido de Rago es muy recordado, pero su historia tiene algunas perlitas que salen a la luz en la continuidad de la charla.
“Yo jugué en las inferiores de Deportivo Español, entre los 12 y 14 años. Era muy fana de [Daniel] Pasarella, entonces arranqué jugando de líbero, pero la verdad es que era muy petiso para el puesto. En un entrenamiento, en un corner voy a cabecear, el arquero contrario agarra la pelota, yo tardo en volver y cuando la tira al piso para jugar, se la quito, lo gambeteo y hago el gol. El técnico inmediatamente me saca y me dice: ‘No sos más defensor, vas de siete’. Y jugué un par de años hasta que hubo que entrenar en serio y dejé. A mí me gustaba jugar a la pelota, no entrenar. También tuve un paso por el rugby en Vélez como medio scrum y me destaqué. Era el capitán del equipo. Pero en esa época justo le habían pisado la cabeza a uno de los Pumas, le diagnosticaron derrame cerebral, me asusté y no fui más. Aparte yo ya actuaba, mi camino estaba decidido”.
-Tu primer trabajo fue en una publicidad...
-Comencé en una publicidad junto con mi hermano, Marcelo. El casting era para él pero lo acompañé porque mis padres no tenían con quién dejarme. Necesitaban un rubio para comer vainilla y un morocho para comer chocolate, y quedamos los dos. Después hice un capítulo de una serie llamada Mi hermano Javier y el personaje de Claudio García Satur me hacía un juego con un títere, yo estaba en la cama muy enfermo pero no tenía que hablar porque era extra. Pero con cinco años, según cuenta la leyenda, le dije “hola” con voz de enfermo. El director Jorge Palaz enloqueció con eso y ahí fui quedando en varias novelas de Canal 13.
-Actuaste con Ricky Martin en la novela Por siempre amigos. ¿Lo tenías individualizado o era uno más del montón?
-Con Ricky Martin fuimos muy amigos. Yo tenía 14 y él 15. También estaba Adrián Suar en esa novela, pero yo me vinculé más con Ricky y el grupo. Fue una de las etapas de Menudo más exitosas, se estaba retirando Robi Rosa y llegaba Ricky. Sin embargo, la novela no la vio nadie porque el viejo Canal 11 la emitía a las 11 de la mañana, un horario absurdo porque a esa ahora todos los chicos estaban en el colegio. Y cuando llegan las vacaciones de Navidad, que ellos debían volver a Puerto Rico, como yo había pegado muy buena onda con Sergio Blas y Ricky Martin, me invitaron a ir con ellos. Fue la primera vez que salí del país. Me volví loco. Pasé el cumpleaños de Ricky (24 de diciembre) y la Navidad en su casa, con su familia. Por esos años, Menudo hacía todos los 6 de enero un show en la ciudad; los acompañé y enloquecí con todo lo que viví esa noche.
-Habrán vivido “la vida loca”, esa que después Ricky describe en su canción...
-No tanto. Esa vez en Puerto Rico fue la primera vez que escuché sobre el dengue, porque el papá de Sergio Blas estaba internado. Lo que pasó fue que, para cuidarnos, vinieron dos amigos de Sergio que no eran muy cuidadosos, por el contrario (sonríe). Fue una hermosa experiencia. De hecho, el manager de Menudo me ofreció ser el único argentino del grupo, pero le dije que no porque no sabía ni cantar ni bailar. Hubiese estado bueno. Tal vez hubiese sido otro Ricky Martin. Nunca lo sabré.
La vocación, la fama y los mandatos
-¿Siempre tuviste la certeza de que querías ser actor?
-Justamente este verano filmé una película con Natalia Oreiro y había 18 pibes de 12 años en el set. Fue un flash, porque el primer día ya me di cuenta de quién quería ser actor, quién quería ser solo famoso y quién estaba ahí porque lo había mandado la familia. Me reconocí en varios de ellos. Uno me preguntó qué hacía yo a su edad, le dije que hacía lo que me ofrecían: novelas, películas, no tenía muy bien definida mi vida pero sí sabía lo que no quería. Tampoco me regí por el éxito o el fracaso. ¿Tuve muchos éxitos? Sí, pero también fracasos. Nunca me la creí con el éxito, pero tampoco me deprimí por los fracasos.
-Arrancaste fuerte: tu primera película, La historia oficial, ganó un Oscar, y en una de tus primeras incursiones televisivas protagonizaste Clave de Sol...
-Me llama Adrián Suar a mi casa y me dice: “Andá ya para Canal 13 que vuelve Pelito y vos sos Martín”. Inmediatamente me fui para allá. Había una fila larguísima de chicos, pero el director era Palaz, el que me dio a elegir mis nombres artísticos entre “Pablo Adrián”, “Pablo Ragonese” y “Pablo Rago”. O sea que me conocía. Cuando me ve, le dice a una mujer: “Este es el que te decía yo”. Ya me tenía ubicado, por eso no me habían llamado al casting. En un principio la novela se iba a llamar Granitos en la cara. Después le cambiaron el nombre y pasó lo que pasó. Fue impresionante. Estuve los primeros tres años, y al cuarto me fui a Amigos son los amigos.
-Esa fama repentina, ¿la disfrutaste o la padeciste?
-La disfruté, pero nunca me la creí. De hecho, lo cargaba a Leo Sbaraglia, que sí estaba conflictuado porque venía del teatro, de años de estudiar con Agustín Alezzo, y para ellos la televisión estaba mal vista. Cuando llegábamos al teatro en el micro y nos esperaban miles de chicas en la puerta, le decía: “Somos los Beatles, somos los Beatles, vos sos John, vamos que somos los Beatles”. Lo volvía loco.
-Fama y dinero, un coctel peligroso para un chico de 16 años...
-Fama, ponele; dinero, olvidate. Toda la plata de Clave de sol me la gasté en taxis desde Paternal hasta Constitución. El primer tiempo viajé mucho en colectivo, hasta que una vez me desperté babeando y seis personas me estaban mirando. Me dio mucha vergüenza. Fui a mi mamá y le dije: “No puedo ir más en colectivo, me pasa esto y esto”. Me contestó: “Pagate un taxi, plata tenés”. Encima nos pagaban dos mangos. Clave de Sol llenaba tres Lola Membrives por día en vacaciones de invierno y yo ganaba más plata con las fotos mías que vendía mi hermano en la puerta del teatro que con la venta de entradas. El productor estaba envenenado. Llamó dos veces a la policía. Mi hermano terminó detenido por vender mis fotos en la calle.
-Pasaste de Canal 13 a Telefe; fuiste audaz, ¿no?
-Pasé de River a Boca. Fue muy jugado. Pero la idea de trabajar con Carlín pudo más. Renuncié con mucho dolor a Clave de sol e inmediatamente pasé a Telefe. Ahora que se cumplieron 30 años de la señal, pasaron el primer capítulo de nuevo y lo vi con mi hijo. Se rió mucho pero me dijo: “Papá, esto es un embole”. Claro, las escenas duraban cuatro, cinco minutos a una sola cámara. Tenía otro ritmo. Al día de hoy es inmirable. Ese fue el éxito de Polka. Adrián Suar fue un adelantado y lo que se vea hoy de aquella época, Poliladron, Vulnerables o Gasoleros, tiene vigencia. Obvio que Amigos son los amigos fue un bombazo. Hacíamos 50 puntos de rating.
-Tenías 20 años y el mundo a sus pies, sin embargo, siempre fuiste muy noviero.
-Repito, no tuve la vida loca de Ricky Martin. En Mar del Plata, en plena temporada de Clave de sol pude hacer estragos, pero me puse de novio y nos fuimos a vivir juntos. Después me casé joven (sonríe), luego me divorcié y conocí a María (Carámbula), la madre de mi hijo. No hubo mucho desborde. Tal vez al principio de Clave de sol, que íbamos con los chicos a un karaoke en Olivos llamado Giuseppe, pero nada más.
-Tendrías que haber sido el cuarto integrante de La banda del Golden Rocket.
-Era el segundo año de éxito de Amigos son los amigos y no podía irme. Cuando empezó La banda..., Amigos son los amigos era un megaéxito. Y pretendían que al segundo año de ellos, vaya yo. De hecho, el cuarto primo se llamaba Pablo, porque ese personaje era para mí. La idea de trabajar con Diego (Torres), Adrián (Suar) y Fabián (Vena) me encantaba, pero me fue imposible. Mi papel lo terminó haciendo Germán Palacios. Sin embargo terminó todo mal igual, porque después de tres años de éxito absoluto en Telefe, pasamos a Canal 9 y Yankelevich para competir con el nuevo Amigos son los amigos, puso en el mismo horario nuestra repetición y nos doblaba en rating. O sea que nosotros nos ganábamos en rating a nosotros mismos. Yankelevich lo tomó como una traición y no me habló por 20 años.
-Mucho después de La historia oficial, otra película en la que trabajaste ganó otro Oscar: El secreto de sus ojos.
-Sí. La idea me parecía buena, pero nunca visualicé la joya que quedó. Me gustó mi personaje, cuando lo leí por primera vez me vi haciéndolo, y eso fue una buena sensación. La motivación igual era trabajar con Juan José Campanella y de nuevo con Ricardo Darín. Yo había trabajado con Ricardo cuando tenía 11 años y él 28. Era el novio de Susana Giménez, tenía un BMW verde que era una locura y usaba guantes de cuero para manejar; un canchero total. Me llevaba en el auto a almorzar a Martínez y hasta me enseñó a jugar al pool. Lo admiré siempre. Yo a Carlín le decía: “Mirá que soy fan de Ricardo”.
-¿En qué parte de tu casa está la foto con el Oscar?
-Nunca lo tuve en la mano, nunca lo toqué, nunca lo vi “en persona”. Cuando lo trajeron, que fueron a Casa Rosada, no fui porque me dio vergüenza. Tengo que arreglar un día con Juan para ir a verlo. Al menos levantarlo y agradecerle a Hollywood.
-Gran parte de tu carrera la hiciste en Polka. ¿Qué te genera que no haga más ficciones?
-Lo veía venir. Fue hasta lógico. La explosión de las plataformas y la situación del país hicieron que no se pueda sostener. Que Polka haya dejado de hacer ficciones me hace sentir desamparado. Si bien las ficciones fueron absorbidas por las plataformas, no es lo mismo. Por ejemplo, yo filmé una miniserie en noviembre de 2022 y me dijeron que la lanzan en la segunda mitad de 2025. Yo ya cobré y está perfecto, pero quiero que la gente la vea ya. Encima no todo el mundo tiene todas las plataformas. Mi mamá se queja conmigo porque hay películas que no las puede ver porque no tiene tal o cual. Yo tampoco las tengo.
-¿Cómo ves la situación actual del país?
-Hay mucho viento de cola todavía. Si bien es poco el tiempo que lleva el nuevo gobierno, goza de una aceptación inusual. Yo entiendo que durante mucho tiempo se hicieron las cosas muy mal, pero esto me parece demasiado. Lamento escuchar a políticos decir que gastamos 300 millones en aviones, pero la Facultad de Medicina no tiene luz y por eso los estudiantes tienen que subir 14 pisos por escalera. Hay mucha gente que finge demencia.
-Te casaste una sola vez, con Sandra Pettovello, la actual ministra de Capital Humano.
-Que mi exmujer hoy sea política y se haya convertido en una de las personas más importantes del país, me supera. Pasó mucho tiempo igual, más de 30 años. Mi entorno me gastó por todos lados, me mandaban notas, fotos. Son cosas que pueden pasar. Más que tomarlo con humor no puedo hacer.
-Durante la charla pasaron nombres, anécdotas, apuestas, aciertos y errores. ¿Te arrepentís de algo?
-Sí, de haber ido a la cancha de River junto con mi hijo, los dos con la careta del Ogro Fabbiani. En esa época estábamos muy mal como equipo, la institución estaba en crisis y creíamos en cualquier cosa. Viéndolo desde hoy, no puedo creer lo que hicimos.
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