"Todos los días me pasa algo nuevo"
Guillermo Francella vive a conciencia una nueva etapa; con menos TV y más cine y teatro, será uno de los protagonistas del verano
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Por Marcelo Stiletano
De la Redacción de LA NACION
"¿Has visto a Pablo Sandoval?", pregunta Guillermo Francella. Ante la respuesta negativa del cronista, el actor empieza a manipular su teléfono celular hasta que encuentra la imagen que buscaba: una foto en la que es imposible reconocer a simple vista al carismático protagonista de algunas de las comedias televisivas más exitosas de los últimos años. "Ese soy yo", dice anticipándose a cualquier comentario. "Fijate: tengo peluquín, estoy sin bigote y sin barba, con esos anteojos de marco grande típicos de los años 70, soy otro", precisa.
Pablo Sandoval es un secretario de juzgado alcohólico, algo pusilánime y bastante oscuro, envuelto en el suspenso que rodea la trama de El secreto de sus ojos , la nueva película de Juan José Campanella, cuyo rodaje acaba de compartir con Ricardo Darín, Soledad Villamil y Pablo Rago. Este personaje es uno de los símbolos de esta suerte de reinvención de Guillermo Francella. Pero está muy lejos de ser el único.
"Es verdad que yo estoy en la búsqueda de contenidos diferentes, sobre todo en el cine", confiesa con el asombro todavía dibujado en sus ojos clarísimos, mientras dialoga con LA NACION en las oficinas locales de la distribuidora del film que puso en marcha, un año atrás, todo este proceso de cambio, mezcla de destino buscado y hechos fortuitos: la producción mexicana Rudo y cursi , que se estrenará en Buenos Aires el 8 de enero. Falta menos, en tanto, para que Francella regrese a la otra pata en la que se apoya su actualidad: el teatro (ver aparte).
La hora de arriesgar
"Yo me convertí en alguien muy masivo. Y lo popular generalmente tira hacia la comedia. Ahí surge siempre la misma pregunta: alguien tan popular y tan masivo, ¿querrá hacer otra cosa? ¿Hará otra cosa? Los que me conocen de toda la vida saben que sí. Y ahora, todos los días me pasa algo nuevo", explica el actor, que por primera vez en 30 años de carrera, después de dos décadas como protagonista de éxitos teatrales, televisivos y cinematográficos, vivió como en los comienzos de su carrera la experiencia de Rudo y cursi .
"Tuve que hacer una audición porque la cosa venía del exterior. Y lo hice sin ningún prurito. Me habían citado a la una, llegué con mi portatraje y a las 12.59 ya estaba lookeado, con mis cambios de ropa. Les gustó mucho lo que hice, porque al mes me llamaron", dice de su papel en la ópera prima como director de Carlos Cuarón, guionista de su hermano Alfonso en Y tu mamá también , que en este nueva película se reencontró con los dos protagonistas de ese film, Gael García Bernal y Diego Luna.
El personaje de Francella es Batuta, un argentino vividor que se dedica a cazar talentos futbolísticos en los rincones más alejados de México. Con su voz narra el film y sirve de nexo para que García Bernal y Luna, hermanos en la ficción, vivan una historia de apogeo y caída personal al ser descubiertos por este personaje. "Fueron siete semanas de rodaje, jugando de visitante y disfrutando de ese momento único. Con ese trío maravilloso, lleno de un talento que no he visto en años", explica, refiriéndose a Guillermo Del Toro, Alfonso Cuarón y Alejandro González Iñárritu, los tres nombres más poderosos del cine mexicano, de cuyo impulso conjunto (comparten la productora Cha Cha Cha) también nació este proyecto.
Tras el rodaje, Francella reconoció estar "con el ego en el cielo". Recibió elogios de Del Toro y contó que Cuarón, a quien admira profundamente, le dijo "lo estoy pensando", cuando Francella le confesó un sueño: estar en un set a punto de actuar y escucharle decir: "¡Acción!".
Cambia, todo cambia
Así concluye 2008 para Francella. De un modo muy distinto al que había vislumbrado a comienzos del año, cuando se daba por hecho que sería el protagonista de la versión local de la comedia de situaciones Two and a Half Men para Telefé. "Yo trabajé en ese proyecto durante seis meses visualizando programas, participando en un casting muy intenso, leyendo libros, colaborando en la adaptación. Y la firma de Warner Channel no venía. ¿Hasta cuándo iba a esperar? Yo hubiera hecho tranquilamente ese programa. Ya había terminado de hacer Rudo y cursi . Pero todo quedó en la nada. Y 2008 fue sabático de un modo obligado, fortuito, hasta que surgió la película de Campanella, y después llegó La cena de los tontos . Una cosa después de la otra..."
Es aquí donde Francella siente que sus deseos van finalmente de la mano con un puñado de circunstancias muy afortunadas: "Hace mucho que sueño con tener otra cosa en las manos, que directores importantes confíen en mí, encontrar contenidos nuevos. Campanella, Cuarón. A veces, uno siente que puede caer en la cómoda, continuar una línea de resultados fantásticos, pero tenía de verdad muchos deseos de que me pasara todo esto. Me gusta porque tiene otro color".
Francella dice que siempre fue un tipo feliz con la forma en la que se desarrolló su carrera: "Nunca la pensé como si fuera una partida de ajedrez, calculando cada paso. Al principio, lo que quería era trabajar y sólo buscaba continuidad. Ahora sí puedo decir que hay una búsqueda, porque estoy metido en contenidos que siempre quise tener como actor. Y sin renegar de nada porque soy ante todo un comediante y nunca sentí que la risa tuviera que estar reñida con la calidad".
Otro año sin TV
Tan entusiasmado está con el cine y con el teatro, que vislumbra un 2009 ligado preferentemente a ellos, con la televisión nuevamente en un segundo plano. Durante el año que está por empezar pondrá a prueba toda esta transformación frente a un público que siempre convalidó sus apariciones en la pantalla grande ("en las cinco últimas películas que hice metimos seis millones y medio de espectadores", ilustra), pero nunca lo vio comprometido en proyectos, como Rudo y cursi o El secreto de sus ojos .
Y también en 2009 perseverará en el teatro, con otro proyecto ambicioso: El joven Frankenstein , creación de Mel Brooks, como Los productores . "Ya arranqué con la preproducción, y cuando vuelva de Mar del Plata, empezaré las audiciones. Será todo muy difícil, porque todos deberán actuar, cantar y bailar muy bien. Pero hay muchísimo talento dando vueltas, sobre todo en el interior. ¿Televisión en 2009? Por ahora, no creo. Ya viví la experiencia de hacer al mismo tiempo Casados con hijos y Los productores . Siete días sobre siete, sin descanso. Es demasiado. La tele me encanta, pero hoy te digo que no. Ya veré. Este momento está bueno para mí."
"Somos Nelidora, dos en una. Como ese champú que venía dos en uno", dice Dora. "Somos un fenómeno, algo que no tuvo que pasar. Si Dios existe, se divirtió haciéndonos esto", acota en otro momento Nélida, hermana siamesa de Dora en este texto creado por el dramaturgo y cineasta Santiago Loza que cuenta con dirección de Anahí Berneri, la creadora de los films Un año sin amor y Encarnación en su debut teatral. La obra, no podía ser menos, se llama Nelidora(o el extraño caso de las hermanas con la piel continua).
Si la trama (o el extraño caso de estas hermanas) posee de por sí varias facetas perturbadoras que, para la puesta en escena, Anahí redobló la apuesta. Por lo pronto, ubicó a las dos siamesas de espaldas lo cual genera una constante incomodidad en sus movimientos. En términos de vestuario, la blusa/piel que une a las dos hermanas está hecha con la cinta adhesiva que se usa para embalar pegadas al cuerpo. Y para agudizar aún más la obligada convivencia de seres distintos, eligió a dos actrices con diferencias de altura y contextura física que están "niveladas" a la altura de la cabeza (como se ve en la foto). Eso genera que, al pararse, la más baja no toque el piso y tenga que desplazarse sobre una minipasarela.
O sea, lejos de apichonarse, la directora potenció el grado de complejidad de la situación. La tornó más molesta. Mas intrincada. Más inquietante. Hasta en el momento del saludo final, en el cual la convención indica que los actores se ubican uno al lado del otro y reverencian en señal de agradecimiento, las dos actrices no pueden hacer esos movimientos generando algo entre gracioso y morboso.
Actuaciones sólidas
En esa línea el trabajo es impecable. Porque tanto en el texto como en su traslación escénica es perturbadora la dependencia de ese vínculo, la imposibilidad de tomar distancia, la carencia de toda intimidad y la presencia de ese álter ego cuestionador imposible de hacer callar. En ese complejo mecanismo compuesto por dos cuerpos que son uno, el trabajo de marcación actoral y de composición a cargo Luciana Lamoglia y Ana Ascselrud es tan sólido como la cinta que une a los cuerpos de las dos actrices.
Y aunque cuando las hermanas están en el piso hay problemas visuales, al interesante texto de Loza se lo podría haber sintetizado, el final se diluye o se generan algunos desplazamientos no del todo justificados (como el momento de la escalera); Nelidora es un interesantísimo trabajo (mucho más tratándose de una ópera prima). Tan interesante que, quizás, uno salga del Centro Cultural Rojas con cierta molestia en la espalda.
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