Un especialista de los sonidos andinos
Recital del aerofonista Raúl Olarte. Músicos: Claudio Ceccoli y Felipe Traine (guitarras), Ariel Martínez (percusión). C.C. Borges, San Martín y Viamonte Próxima función: domingo 27, a las 19. Artista invitado: Domingo Cura. Nuestra opinión: bueno
Un recorrido por la geografía musical andina de la Argentina, más aquellas cosas que "nos hermanan con Bolivia y con el Perú", es lo que propone con palabras el quenista Raúl Olarte en el espectáculo que presenta para el público porteño. Y eso es lo que finalmente toca, desprovisto de sofisticaciones, pero con una enorme capacidad para captar lo más simple y bello de algunas músicas del Altiplano. Claro que no es un hecho casual, sino el resultado de una trabajo de más de veinte años en la música, dedicado al estudio y sobre los escenarios, con proyectos propios y junto a solistas como Jaime Torres y Ariel Ramírez.
En estas actuaciones, Olarte aparece acompañado por percusión y dos guitarristas tan hábiles para tocar música andina como para acompañar a Silvio Cattáneo en un espectáculo tanguero. Con su guitarra de ocho cuerdas, Céccoli teje arpegios que se apoyan sobre las melodías de Olarte hasta que la dupla se enlaza con naturalidad en chacareras como "La Telesita", o en una versión del joropo venezolano "Diablo suelto".
Pero no es la elaboración armónica y rítmica lo que más se destaca en la propuesta del aerofonista sino la pureza y la sencillez que consigue sintetizar con su repertorio. Este intérprete parece un músico educado en conservatorios que nunca se desprendió de los paisajes cargados de sonidos, muchos anónimos, recogidos en su Humahuaca natal. Su interpretación tiene una sensibilidad que llega al público enriquecida por la técnica aplicada en sus quenas, sikus y, en ocasiones, charango.
Con la formación que lo secunda podría sacarle más jugo a cada tema antes de ponerlo sobre el escenario. En cambio se concentra en la interpretación del conjunto. Apuesta a una percusión firme y una primera guitarra que le siguen los pasos, pero sin grandes atrevimientos, y a una segunda guitarra que se limita a colorear con rasgueos zambas, chacareras, cuecas y huaynos.
Olarte acierta con buenas versiones de la "Cueca de los kollas", el sutil "Camino de llamas", su "Huayno de la quebrada", la zamba "Aquellos ojos grises" y "Sikuri". Su ejecución es impecable durante todo el concierto, y variada por la destreza de su digitación.
El sonido de la quena aquí puede ser considerado de una simpleza sólo aparente. O, dicho de otra manera, de una complejidad que se resuelve en lo simple, y sirve para destacar los rasgos más bellos de esa geografía musical andina que el músico quiere expresar.
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