Una madre de película
Pedro Almodóvar comenta, en diálogo con La Nación , su nueva película, "Todo sobre mi madre", que se estrena pasado mañana en los cines de nuestro país.
LOS ANGELES.- Más allá de los gustos de las mayorías morales o de las minorías sexuales, Pedro Almodóvar ha sabido siempre subirle el volumen a la voz de su propio deseo. No cabe duda de que en cada uno de sus momentos cinematográficos, desde que se pronunció en la época de la movida madrileña hasta ahora, que está a punto de filmar en los Estados Unidos su primera película hablada en inglés, Almodóvar ha sido coherente con sus diferentes momentos vitales.
El realizador recibió a La Nación en un moderno hotel sobre la avenida Sunset Boulevard, ya que allí se encuentra en pleno proceso de reescritura del guión del norteamericano Peter Dexter, "The paper boy" ("El chico de los diarios"), su próxima película, que filmará por encargo en Florida y será coproducida por United Artists. Pero lo que motivó el encuentro no fue precisamente su coqueteo con el cine de Hollywood, que siempre adoró, sino la promoción de su película número 13, "Todo sobre mi madre", que hace dos meses conmovió a la prensa internacional en el Festival de Cannes y que se estrenará pasado mañana en la Argentina, en noviembre en los Estados Unidos y que tal vez encuentre, en febrero del 2000, una nominación para los Oscar.
Momentos vitales
Es evidente que el momento vital que se transluce en "Todo sobre mi madre" no es el mismo del desparpajo de "Laberinto de pasiones", ni el de la provocación de "La ley del deseo" o el de la divertida "Mujeres a borde de un ataque de nervios". En esta película, que Cecilia Roth protagoniza, Almodóvar vuelve a inclinarse por un mundo habitado por mujeres y donde los hombres desean transformarse en mujeres. Sin embargo, más alejada de la comedia, "Todo sobre mi madre" se encamina en el doloroso trayecto de la procreación, la creación, la maternidad y la paternidad.
Si antes la muerte en sus películas aparecía en las frecuentes pérdidas amorosas, en la soledad y en las dificultades para encontrar el amor, ahora es la muerte del hijo la reconstrucción de una mujer que vuelve a concebir nuevas formas de familia y la de un travesti enfermo de SIDA frente a la paternidad.
-¿En esta película confrontaste tus propias fantasías de ser madre?
-(Duda.) La película no sólo habla de la maternidad; habla también del hecho de engendrar, en donde el hombre también interviene. Bueno... Lo más importante lo tenéis vosotras, que tenéis la máquina perfecta para conseguir el milagro de traer un ser a este mundo. Y ahora, que dicen que están haciendo experimentos en Inglaterra para implantarlo dentro de los hombres (de los transexuales, creo), va a ser posible que el varón también dé a luz. Igual, me parece una locura. En verdad, yo he querido tener hijos, sobre todo después de los 40 años, porque mucho antes, cuando era joven, la idea de un hijo me parecía una irresponsabilidad. "Traer un hijo a este mundo no se lo merece nadie", decía. Pero sin embargo, a partir de los 40 aparece de manera animal la necesidad, no de adoptar un hijo, sino de tener un hijo propio. Que es una locura y no lo hecho afortunadamente porque no he querido tener hijos sin formar una familia.
-Entonces, "Todo sobre mi madre" fue una manera de "parir" esos deseos...
-Esa necesidad la he sentido y es la necesidad que tiene el personaje de Lola, que no importa por dónde vaya su sexualidad: él quiere engendrar y eso está dentro de su naturaleza. Supongo que en cada película hay elementos que yo deposito sin darme cuenta, elementos inconscientes y misteriosos sobre mí mismo. Cuando yo me pongo a escribir sé que soy más sincero que en cualquier otra situación en mi vida. Me dejo llevar y no tengo control del contenido. Entonces, mis películas son, probablemente, el mejor modo de conocerme a mí mismo. No soy una persona de fantasías oscuras, las que están, están en mis películas. Y de parir, mis hijos son mis películas y ésa es la relación que tengo con ellas.
El futuro no deseado
Pedro Almodóvar se cansó de repetir en Cannes -donde fue premiado como Mejor Director- que "Todo sobre mi madre" no tiene carácter autobiográfico, en el sentido de que su propia madre, Doña Paca en nada se parece -ni pretende- al personaje de Manuela.
-¿Qué tan importante es tu madre en tu carrera?
-Con mi madre he atravesado distintas etapas. Mi madre es una mujer muy fuerte en el mejor sentido, y también en el peor. Las mujeres fuertes con los hijos suelen ser muy absorbentes. Ella fue educada en un período muy malo de la historia española donde había mucha necesidad y mucho hambre y eso determina mucho el carácter. Lo determina para bien, ya que es una sobreviviente nata, que como dicen en La Mancha "saca leche de una alcuza" o sea se inventa cualquier cosa para sobrevivir. Pero cuando yo tenía 16 años sentí que era una mujer de la que tenía que huir.
-¿Por qué huir?
-Porque tanto ella como mi padre habían decidido un futuro inmediato para mí que no era el que yo quería, aunque fuera un niño. Yo ya sabía algunas cosas de mi vida y no coincidían con el futuro que ellos estaban proyectando (me habían buscado un trabajo en un banco del pueblo y yo les dije que no quería). Pero no me dejaban irme, me amenazaron con mandarme incluso a la Guardia Civil, pero yo les dije que no, que me iba. Después vieron que era en serio, que no era un capricho, que yo había dispuesto irme a Madrid a hacer mi vida, a seguir estudiando, a ser dueño de mi vida y crear mi futuro. Entonces, como muchos chicos, me fui dándole una patada a la puerta y estuve separado de ellos.
-¿Cómo cambió tu relación cuando empezaste a hacer cine?
-Después hubo un reconocimiento y un respeto natural y seguimos siendo padre e hijo. Curiosamente, con mi madre he tenido mucha más relación desde que empecé a hacer cine, que coincide con el momento en el que mi padre muere, entonces yo ya paso a ser de un modo natural el padre de familia. Vamos, así me lo dejó dicho mi padre, muriéndose. Y entonces son esas responsabilidades que forman parte de nuestra naturaleza. Cuando hay un gran problema, se me consulta más a mí. El cine no le interesa nada. En estos últimos veinte años he ido descubriéndola poco a poco, y he descubierto una persona que me interesa mucho, que me hace muchísima gracia, y que creo que me reconozco mucho en ella a pesar de que ellos pensaban regalarme un futuro muy distinto del que me he construido. El sentido del humor de mis películas viene directamente de mi madre.
Problemas de sexo
No hace falta subrayar que Almodóvar es un gran conversador. Se extiende en los temas que le interesan hasta el punto de no ponerle punto final. Pero el tiempo para la entrevista es breve, así que hay que afilar las preguntas.
-Has sido considerado una especie de defensor de las minorías sexuales. Sin embargo, en esta película lo curioso es que no molesta a nadie, ¿es madurez de tu parte o autocensura?
-¡Autocensura no, por Dios! No me he autocensurado nunca. A lo mejor hubiera tenido necesidad si hubiera venido a trabajar aquí. Pero soy absolutamente responsable de lo que he hecho, porque las he decidido y las he hecho con absoluta libertad. El cambio es el cambio natural. Supongo que he madurado. Yo no quería.
-¿Procuraste no ofender porque ahora te importan las mayorías?
-Para mí no hay mayorías ni minorías. A lo mejor hay directores que calculan su mensaje y a quién va dirigido, pero yo soy incapaz de calcular nada. En el momento de hacer una película pienso exclusivamente en la historia, y pienso en mí, en mi relación con la historia. Me parece bueno del espectador de "Todo sobre mi madre" que no se sienta raro cuando ve a un travesti con un niño y su ex mujer enseñándoselo. Lo que pretendo con eso es que el público pueda verlo con naturalidad. Y esta vez parece que lo he conseguido.
-¿Dónde quedó la provocación?
-No he querido provocar nunca, lo que pasa es que la gente se siente provocada y tiene todo su derecho. Pues probablemente el público ha madurado, la sensibilidad de la gente se ha refinado. No quisiera ser tan pretensioso, pero a lo mejor la película los envuelve de tal manera que los hace mejores. Yo sé que para la mayoría de la gente no es natural que un travesti le dé un beso a su hijo.
-¿Por qué el sexo está simplemente etiquetado y no se hace presente en el film?
-En casi todas ha estado muy presente. Yo hablo de gente que está muy viva, que no tiene muchos prejuicios en general y que están en edad de gozar de las pocas cosas que la naturaleza nos ha regalado. Pero sí creo que es de las pocas películas en las que sus personajes tienen tantos problemas que justamente no tienen tiempo para dedicarlo al sexo.
-También se da una especie de misoginia, pero al revés: no hay ningún personaje masculino para admirar: uno muere joven, otro quiere ser mujer y el tercero tiene el mal de Alzheimer... ¿Hay un cuestionamiento detrás de esto?
-No, me han salido así. No he querido decir con esta película que mueren jóvenes, por lo cual no hay nada que hacer con ellos; o que tienen el Alzheimer, con lo cual no están en la realidad; o que quieren ser mujeres, que son los tres hombres que aparecen en la película. Sé que algunos hombres se han sentido heridos. Unicamente que esta película es de mujeres, sobre la solidaridad femenina, sobre la maternidad y el dolor y muchas cosas más que tienen que ver con el mundo de la mujer. Así está elegida casi como género. Hay un momento en el que las historias tiran de ti. Y si hubiera querido compensar con un personaje masculino positivo, la historia no me lo hubiera permitido. Pero ni siquiera creo que en mi subconsciente tenga nada en contra de mis congéneres.
-¿Cuáles serán tus preocupaciones con vistas al 2000?
-Es que el milenio nos llega segundo a segundo. Pues pienso ser la continuación de lo que soy ahora mismo. Continuaré haciendo cine cada vez más sincero, más transparente y más sencillo, y eso es complicadísimo.
Las mujeres de Pedro
Después de "Carne trémula", en la que los hombres tenían su protagonismo, en "Todo sobre mi madre" Almodóvar dirigió su mirada a la materia que más le interesa, el mundo de las mujeres. Además de Cecilia Roth en el rol protagónico (su quinto papel en una película de Almodóvar), el elenco femenino se completa con las actrices Marisa Paredes, Penélope Cruz, Candela Peña y Antonia San Juan. Esta última actriz resulta una de las sorpresas de la película en su interpretación del papel de "la Agrado", un hombre travestido. En su boca, la Agrado suelta una de las mejores definiciones sobre la autenticidad del cineasta manchego: "Una es auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma", dice en el film.
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