La bahía, de Cynan Jones: la noble impiedad de la naturaleza
Un hombre se despierta sobre un kayak en medio del mar. Está malherido, desorientado y le cuesta recordar cómo llegó a tales circunstancias. Ese es el nudo de La bahía, la tercera novela del galés Cynan Jones (Ceredigion, 1975) traducida al castellano y una coherente pieza más dentro de un mundo narrativo donde la noble impiedad de la naturaleza ilumina con un singular tono preguntas sobre la vida y la muerte.
En este caso, la luminosidad proviene nada menos que de un rayo, que golpea directamente al protagonista. Concisa y rítmica, la prosa de Jones, sintonizada con lo esencial y alérgica a lo accesorio, trabaja como un martillo sobre el yunque imponderable de las fuerzas naturales: “Cuando vuelve en sí, la sensación más fuerte es el hormigueo en las manos. Las siente lejanas, unas campanitas extrañas e insistentes. No recuerda haberse vuelto a subir al kayak. No entiende. El suelo se mueve. Se aferra a sí mismo como uno hace con un pensamiento al emerger de un sueño”.
Uno de los puntos singulares de La bahía es que tanto su inicio como su desenlace carecen de importancia. Pero esto no se debe a ninguna experimentación formal ni a rebusques de vanguardia con las coordenadas de tiempo y espacio, sino a una referencia directa a que, a veces, ciertos eventos borran la necesidad de atenernos al pasado o al futuro. De pronto, todo empieza y termina en el presente. A esos eventos, antes, se los llamaba revelaciones. En nuestra época, en cambio, se los llama traumas.
En tal caso, el hombre sobre el kayak recuerda lo que pretendía hacer antes de que “el aire a su alrededor explotara”. Quería tirar al mar las cenizas de su padre, cuya voz le llega mientras flota a la deriva: “Los peces no tienen párpados, no lo olvides. En aguas tan iluminadas como estas, lo más probable es que estén a mayor profundidad”.
Por otro lado, a medida que el trauma se transforma en lucha por la vida, el hombre sobre el kayak empieza a entender su situación en el mundo. “No importa quién eres”, piensa. “Sabes qué eres físicamente, y que estás en un kayak en medio del océano. Solo importa qué eres, en este momento”. Entonces vislumbra la costa. Hay kilómetros de distancia y las chances de lograrlo lastimado y sin comida, agua ni remos son imprecisas. Pero el hombre sobre el kayak no sólo es el hijo de un padre que acaba de morir. También es, él mismo, el padre de un bebé en camino.
La bahía llega así al tema que Jones domina desde las novelas La tejonera y Tiempo sin lluvia: la poética falta de justicia que rige sobre el orden natural de la existencia. Un orden que, en muchas ocasiones, preferiríamos ignorar a pesar de la aparente solidez de la tierra firme bajo nuestros pies.
La bahía, de Cynan Jones (Chai Editora). Trad.: Matías Battistón. 107 págs. $ 2200