Reseña: Ayer, de Agota Kristof
No todos los días se puede alcanzar el punto de equilibrio magistral de El gran cuaderno (1986), la novela de Agota Kristof (1935-2011) que hoy encabeza la trilogía Claus y Lucas. En aquel libro, la escritora húngara refugiada en Suiza había hecho de un supuesto defecto, virtud. Su conocimiento “analfabeto” del francés la había empujado a un minimalismo de alta precisión que cambiaba siempre de eje su historia de orfandades. Los otros relatos de la serie, La prueba (1988) y La tercera mentira (1991), sostenían la brillantez, aunque con un ligero desgaste.
En Ayer (1995), esa indeterminación entre lo dudoso y lo cierto propone, si vale el oxímoron, un nomadismo más asentado. El exiliado Sandor Lester trabaja –sí, como lo hizo también la minuciosa autora– en una fábrica de relojes, donde se obnubila con una empleada de su misma nacionalidad. ¿Es de verdad Line –que pronto volverá al país de origen– esa chica que conoció en su pueblo, la hija del maestro, maestro que era el amante de su madre prostituta, cuando él se llamaba Tobias y no Sandor? Imaginaria o no, esa es la línea de fuga para su realidad cotidiana de obrero persuadido –también él anota en un gran cuaderno– de que solo “al convertirse en un don nadie puedes hacerte escritor”. El lirismo de Ayer aporta un último giro: ya partida la supuesta Line (¿su hermana?), el protagonista se convierte en padre y deja de escribir. Kristof, sin traicionar su modus operandi, empieza a gestionar la pérdida del pasado y el desarraigo con un tono menos brutal que en su libro mas clásico, sin perder la convicción de que el resto siempre es literatura.
Ayer
Por Agota Kristof
Libros del Asteroide
Trad.: Ana Herrera
110 páginas
$ 1595