
Reseña: No hables tan rápido delante de la noche, de Dolores Etchecopar
El décimo libro de Dolores Etchecopar (Buenos Aires, 1956) reúne 113 poemas que conjugan registros, historias y personajes. La voz poética alterna un dejo sublime (ejemplo elocuente es el título del volumen, donde “noche” parece aludir a la vejez o la muerte, la “última pasajera en llegar a su país” en el viaje de la vida) con el tono íntimo y familiar que recupera imágenes del pasado propio y ajeno: “sentados frente a un pequeño teatro de marionetas / que se animó en las infancias de mis hijos / los fantasmas esperan que comience la función”.
En el elenco del teatro lírico de Etchecopar (que en 2024 recibió el diploma al mérito en poesía de la Fundación Konex por el quinquenio 2014-2018) descuella un personaje que, sin convertirse en un álter ego, acompaña (e incluso educa) a la primera persona: un bufón que quiere ser nombrado “bueno para nada” por una sola virtud: “el cuidado de la perplejidad”. Heredero de “un niño profundo / que llama desde el fondo de su memoria”, improvisa “su pequeña demencia / un pavor que hace reír”. Los pormenores de su historia se ligan con “fábulas que abrigan y destierran” (protagonizadas por corderos, hormigas, padres, ciervos) y “una miríada de preciosos detalles / semillas de las que brota algo” en la cosecha de quien escribe.
De No hables tan rápido delante de la noche se destila una colección de máximas como “porque lo más frágil es lo que perdura”, “(también las puertas de la desdicha se cierran)”, “los amigos tenemos el don de no comprender” y “es cosa de bufón darse por perdido”.
No hables tan rápido delante de la noche
Dolores Etchecopar
(Hilos)
142 páginas; $ 20.000