Al borde de la eutanasia, se negaba a hacer contacto visual con sus rescatistas hasta que una simple decisión cambió su destino
Su triste final estaba anunciado, hasta que alguien se conmovió y con un gesto cambió el rumbo de sus días.
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Estaba a solo dos días de ser puesta a dormir cuando Chelsea Elizabeth Cossairt vio su foto en línea. La habían encontrado dos semanas atrás deambulando por las calles del Sur de California, Estados Unidos. Estaba extremadamente flaca, desnutrida y su examen veterinario había evidenciado varios problemas de salud. Por eso decidieron poner al animal en el “corredor de la muerte” del refugio, ese lugar triste y sombrío que algunos tienen destinado cuando ya no quedan esperanzas para su rehabilitación o adopción.
Pero algo en la foto que Chelsea estaba viendo en ese momento llamó su atención. Y envío una solicitud de adopción a Ginger’s Pet Rescue, el lugar donde estaba pasando sus últimos días. Como respuesta, a los pocos segundos, recibió un llamado telefónico. Del otro lado de la línea, unas de las voluntarias del refugio lloraba de emoción mientras le explicaba que, de los cientos de solicitudes que habían recibido para perros en las últimas semanas, ninguna había sido para Clementine.

“Estaba aterrorizada y no miraba a nadie a los ojos”
Cuando Cossairt finalmente vio a Clementine en persona, quedó claro que la cachorra nunca antes había conocido el amor. Pero no dudó de su decisión y la llevó a casa. Una vez en su nuevo hogar, Cossairt pudo confirmar que la perra estaba absolutamente aterrorizada y no miraba a nadie a los ojos. Temblaba todo el tiempo, se escondía detrás de los muebles y se sentaba frente a la pared. Tenía los ojos derrotados y vacíos. Nunca miraba a la cara a nadie e inclinaba la cabeza cada vez que caminaban hacia ella o cerca de ella.
Pero había un destello de esperanza en cuanto se acercaban los otros perros que vivían en la casa. Parecía que Clementine confiaba en Moose y Maple, los seguía por la casa y el patio y buscaba estar cerca de ellos. Y así, lentamente, comenzó a hacerse visible en el exterior, la transformación que estaba viviendo la perra en su interior.

Después de múltiples citas con el veterinario y meses de tratamiento por infecciones y alergias, Clementine finalmente comenzó a sentirse mejor y dejó de temblar. Incluso se armó de valor para mirar a sus padres humanos a los ojos. Siete meses después, mirar con amor a su madre se ha convertido en la nueva actividad favorita de Clementine.
Un cambio lleno de vida
“Le encanta mirarnos profundamente a los ojos mientras la acariciamos, y es muy atenta cuando le hablamos. Todavía desconfía de las personas nuevas y, a veces, incluso se asusta con nosotros si nos movemos demasiado rápido o si nos acercamos por detrás, pero ha hecho enormes avances”, dijo Cossairt en una entrevista que le hicieron en su país.

Ahora, Clementine es como un perro completamente nuevo, lleno de curiosidad y alegría, como si estuviera experimentando la etapa de cachorro que nunca tuvo. Pero lo más importante, finalmente se siente segura. Le gusta acostarse en los pies de sus humanos cuando a ellos les toca trabajar desde casa. Ama las caricias en la barriga y reclama amor cuando lo desea.

Clementine llegó tan lejos en su transformación desde que la adoptaron que apenas quedaron rastros del perro aterrorizado que Cossairt vio aquella vez en el refugio. “Es dulce y gentil. Pudimos darnos cuenta muy pronto de que solo quiere amar y ser amada a cambio. No podríamos imaginar nuestra vida sin ella”.
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