
Dylan, sólo importan las canciones
A 40 años de su primer disco, Bob Dylan, poeta sustancial del rock, se apresta a festejar su cumpleaños número 60. Sus palabras nos dejaban clavados en el piso, dijo Bowie
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Lejos de los tiempos en que cantaba Forever Young y el rock soñaba con la juventud eterna, Bob Dylan se apresta a festejar su cumpleaños número 60 luego de haber obtenido su primer Oscar por la canción Things Have Changed, incluida en la película The Wonder Boys (Fin de semana de locos).
Idolo de varias generaciones, Dylan es uno de esos pocos creadores sin cuya obra hubiesen sido diferentes el devenir del rock, la historia de la música popular del último medio siglo y, muy probablemente, los movimientos juveniles de los años sesenta. "Nada fue más significativo para nuestra generación que The Times They Are A- Changin", dijo Joan Baez. "Dylan creó una generación tanto o más que Francis Scott Fiztgerald", escribió el crítico Michael Gray. "Sus palabras nos dejaban clavados contra el piso", sintetizó Bowie en una canción. "Dylan hablaba como nadie sobre la injusticia y los problemas sociales. Sus primeras canciones denunciaban los falsos valores y la alienación entre padres e hijos", afirmó alguna vez John Hammond, el ejecutivo de Columbia Records que fichó al artista.
"En lo técnico, Dylan era nulo: tocaba mal la guitarra y la armónica, casi nunca afinaba y poseía una voz monótona y nasal. Pero esa voz, curiosamente, hipnotizaba", lo retrató Nik Cohn en su libro Awopbopaloobop Alopbamboom. Puede decirse sin temor a exagerar que la voz y las canciones de Dylan influyeron de manera decisiva sobre todos los songwriters del rock, desde Jimi Hendrix o John Lennon hasta Tom Petty o Bruce Springsteen, desde Elvis Costello o Stevie Wonder hasta Simon & Garfunkel, Cat Stevens, Neil Young o James Taylor.
A cuarenta años de su primer disco, consciente del peso de su obra y del rol de vocero generacional" que le fue adjudicado en su momento, Dylan se niega a representar el papel de símbolo en actividad. "A mis conciertos va gente que sencillamente no iría si sólo se tratara de ver a un símbolo -declaró hace algunos meses-. Si yo fuera nada más que un símbolo, habrían ido una vez sola y no habrían vuelto."
Nacido el 24 de mayo de 1941 en Duluth, Minnesota, en el seno de una familia judía, Robert Allen Zimmerman se crió a partir de los 6 años en la ciudad minera de Hibbing, cerca de la frontera con Canadá. Su padre, un comerciante de muebles llamado Abraham Zimmerman, obtuvo en 1951 un piano usado. Bob tomó una lección y abandonó, a diferencia de su hermano menor David, que siguió estudiando oficialmente. Pero tres años después empezó la era del rock´n roll y Bob consiguió aprender de manera autodidacta a tocar piano, armónica y guitarra. Le gustaban Elvis Presley, Bill Haley y, sobre todo, Little Richard. Prontó descubrió los dos ancestros de ese fenómeno: el blues de Leadbelly o Robert Johnson, y el folk de Pete Seeger, The Weavers o Cisco Houston.
Dylan ha contado sobre su infancia muchas historias que, según parece, son mentira: que empezó a fumar a los 11 años; que se fugó siete veces de su hogar antes de alcanzar la mayoría de edad y que una de esas fugas lo condujo hasta un barrio de Chicago donde conoció al bluesman Big Joe Williams. El periodista Anthony Scaduto ha explicado en una ya clásica biografía que varios de estos relatos fueron inventados por un Dylan insatisfecho con su pasado pequeño burgués y provinciano.
Robert Zimmerman ya había adoptado el alias de Bob Dylan (en tributo al poeta Dylan Thomas) cuando, en los albores de los años sesenta, viajó a Nueva York en busca del cantante folk Woody Guthrie, que estaba muriendo en un hospital. De Guthrie, Dylan conocía no sólo todas sus canciones, sino su autobiografía Bound for Glory, de la que era capaz de citar párrafos de memoria.
Transcurría 1961 cuando Dylan debutó como músico profesional en los clubes de Greenwich Village. Acompañaba a artistas como Fred Neil, Harry Belafonte o Carolyn Hester y en noviembre de aquel año registró su primer álbum con apenas dos temas de su autoría: Talkin´ New York y Song to Woody. Para cuando el álbum fue editado, en marzo siguiente, la prensa hablaba de una nueva camada de música folk, encabezada por Judy Collins, Phil Ochs, Buffy Saint-Marie y el trío Peter, Paul & Mary, que venía de ser lanzado por Al Grossman, futuro manager y eminencia gris de Dylan.
Robert Sheldon escribió en The New York Times, en septiembre de 1961, una crítica elogiosa. Dylan "absorbe sus distintas influencias como una esponja", dijo en lo que podría ser al mismo tiempo una definición de la cultura rock. Enseguida Peter, Paul & Mary registraron una exitosa versión del tema Blowin´ in the Wind y esto incentivó al sello Columbia a permitir que Dylan grabase sus propias composiciones. El resultado fue The Freewheelin´Bob Dylan, su segundo longplay aparecido en marzo de 1963.
Una tal Suze Rotolo, que era por entonces su novia (y que es asimismo la muchacha que aparece tomándolo del brazo en la tapa de The Freewheelin´), fue según parece la gran responsable de su interés por la política y, más aún, por los movimientos de derechos civiles. En 1962, mientras Rotolo militaba en el Congress of Racial Equality (CORE), Dylan compuso algunas de sus canciones de protesta más famosas. En enero escribió Emmet Till, inspirada en el caso de un joven negro ejecutado en 1955 por haber silbado a una mujer blanca, el mismo episodio que arrastró al activismo a Cassius Clay. En febrero escribió The Ballad of Donald White, alegato contra la pena de muerte. Enseguida, en plena crisis de los misiles cubanos, llegó A Hard Rain´s A-Gonna Fall.
La canción central de su tercer disco, The Times They Are A- Changin, editado en enero de 1964, también postulaba el cambio social y anunciaba la llegada de otra era. Dylan acababa de participar en la famosa marcha a Washington del reverendo Martin Luther King y de ser consagrado como "el príncipe de la música folk" en el festival de Newport, donde unas 40 mil personas corearon su Blowin´ in the Wind.
En el libro de sus memorias And a Voice to Sing With, Joan Baez recuerda su primera impresión de Dylan, en 1961: llevaba una campera de cuero dos talles más chica y su boca era "irresistible", lo mismo las canciones que soltaba. "Yo era apenas meses mayor que él, pero tenía la sensación de ser su madre -escribió Baez-. Cantamos juntos un par de veces. Nos reímos, hicimos locuras, charlamos, fuimos al cine, anduvimos en moto y dormimos juntos."
Dylan escribía a máquina sus letras, mientras bebía vino tinto o fumaba. A veces se despertaba a la medianoche para ponerse a tipear. Otra veces le hacía escuchar sus canciones y ella arriesgaba interpretaciones. "Sabés -le dijo un día-. Cuando me muera, la gente va a ponerse a decir un montón de estupideces sobre mis letras. Van a ponerse a interpretar hasta la coma más insignificante. Pero nadie sabe lo que mis canciones quieren decir. Ni yo mismo lo sé."
En agosto de 1963, Baez llevó a Dylan de gira con ella. Mucha gente que aún no lo conocía respondió a los silbidos. Ella debía solicitar que escucharan todo el repertorio antes de reprobarlo. Un par de años después, Dylan empezaba a ser famoso y se invirtieron las cuentas: ahora Baez iba como invitada a una gira de él por Gran Bretaña, la misma que el cineasta R. D. Pennebaker documenta en Don´t Look Back, film que incluye lo que muchos consideran el primer video-clip de la historia: Subterranean Homesick Blues.
Baez estima que, durante aquella gira, Dylan "perdió contacto con la realidad, cubierto de elogios, perseguido por fans histéricas, buscado por los progresistas, los intelectuales, los políticos y los periodistas".
Pronto quedó claro para Baez que Dylan llevaba una doble vida sentimental con ella y con la modelo Sara Lowndes.
Décadas después, las dos se hicieron amigas y hasta intercambiaron anécdotas de ese tiempo en que compartían a Dylan.
"Pensé que hablaríamos después, cuando todo se calmase, pero la cosa nunca más se calmó. Te empezaron a tomar por un Dios", escribió Baez. Para peor, quedaron expuestas entre ellos las diferencias. A Baez no le gustaba un tema como Masters of War, no podía entender ni compartir esos versos que decían And I hope that you die/And I´ll stand o´er your grave/ Till I´m sure that you´re dead (Y espero que mueras/ Y me pararé sobre tu tumba/ Hasta estar seguro de que has muerto).
Terminada esa gira, Dylan cayó enfermo por algo que comió en un restaurante exótico y Sara viajó para cuidarlo. Joan Baez fue a visitarlo también y se encontró cara a cara con ella. Fue el final de su vínculo. En noviembre de 1965, Sara y Dylan se casaron. La noticia se supo tres meses más tarde. La pareja duró hasta 1977 y tuvo cuatro hijos: Jesse, Anna, Samuel y Jakob, este último hoy líder de los Wallflowers.
El 28 de agosto de 1964, en el marco de su histórica primera gira por los Estados Unidos, los Beatles conocieron a Bob Dylan y éste les dio de fumar su primer cigarrillo de marihuana. El contacto lo hizo Al Aronowitz, escritor y periodista. John Lennon ansiaba conocer a Dylan: Elvis era su ídolo inalcanzable; Dylan era un modelo de su misma generación, al que admiraba como letrista. Los Beatles acababan de aparecer en la tapa de la revista Life y Lennon dijo que se sentía por fin a la altura de Dylan, capaz de darle la mano "de igual a igual".
Dylan y Aronowitz llegaron al lugar (el estadio Forest Hills, en Queens) en una enorme limusina Ford. Los cuatro Beatles lo encontraron más petiso de lo que se habían imaginado. El manager Brian Epstein convidó algo de beber. Dylan pidió un vino barato. Los Beatles le ofrecieron anfetaminas pero, seguido por Aronowitz, Dylan se puso a condenar los excitantes químicos y propuso a cambio un "producto de la naturaleza". Brian Epstein debió hablar en nombre de todos: "Nosotros nunca probamos la marihuana". A Dylan la noticia lo sorprendió. Estaba seguro de que en la canción I wanna hold your hand se invocaba la marihuana en esa parte que decía, según él, I get high/ I get high (llego muy alto). Lennon tuvo que explicarle que el estribillo decía en realidad I can´t hide/ I can´t hide (no lo puedo ocultar), parecido, pero diferente.
Muchas veces se dijo que este encuentro, además de influir en sus carreras, modificó de manera terminante la cultura pop, que se aprestaba a entrar en su período más estimulante: el de la llamada contracultura. Impulsados por el ejemplo de Dylan, Lennon y McCartney empezaron a escribir canciones menos pasajeras, como Tienes que esconder tu amor y casi todas las que integran sus discos Rubber soul y Revolver. Dylan, por su parte, acusó el impacto de la beatlemanía más que nada en el plano musical, electrificando su sonido.
Se señaló con justeza que "Dylan le dio un cerebro a la música pop". Sus letras, y así lo entendieron los Beatles de inmediato, iban más allá de los slogans hedonistas o adolescentes del rock & roll primitivo. Con Dylan, la música pop se volvió adulta.
Dicho de otra manera: Dylan llenaba un vacío considerable porque, pese al brillo y la fama de Presley o de los primeros Beatles, hasta su aparición el rock no había arrojado un ídolo con la carga existencial de un Charlie Parker, por citar un caso del jazz, o de un Jack Kerouac o un Marlon Brando, por citar ejemplos extramusicales.
El 25 de julio de 1965 Dylan provocó todo un escándalo en el festival de Newport, cuando subió a tocar blandiendo una guitarra eléctrica y secundado por la Paul Butterfield Band, grupo ostensiblemente rockero. Buena parte del público no pudo tolerar semejante gesto de ruptura, que marcaba el nacimiento del folk-rock en el que más tarde descollarían Joni Mitchell o Crosby, Stills, Nash & Young. Ante los abucheos y los silbidos de los más tradicionalistas, Dylan abandonó el escenario, algunos dicen que llorando. Peter Yarrow (de Peter, Paul & Mary) consiguió calmar los ánimos y Dylan regresó al cabo de un rato, aunque a solas y con guitarra acústica, a cantar su tema It´s all over now, Baby Blue.
Muchos dylanólogos afirman que, en dicha canción, es el propio intérprete el que se dice "todo terminó", despidiéndose de una etapa de su carrera -el período acústico en el que había sido un parangón del igualitarismo-, a sabiendas de que estaba abriendo otro capítulo. Desde entonces, negarse a desempeñar el rol que los otros esperaban o exigían pasó a ser una de las características esenciales de Dylan, artista inatrapable por excelencia. "Que sea de géminis explica bastante las cosas -dijo Dylan en una entrevista de hace 25 años-. Suelo forzar los extremos. Nunca estoy realmente equilibrado en el centro. Voy de un extremo al otro sin quedarme quieto mucho tiempo."
Lo cierto es que el Dylan pos-folk empezó a escribir letras más personales y complejas, a veces lisa y llanamente crípticas. El cambio se hizo patente con su disco Another Side of Bob Dylan, en el que llegó a autorrepudiar sus viejos himnos políticos mediante el tema My Back Pages. En 1965, en un reportaje concedido a Newsweek, dijo suelto de cuerpo que "jamás" había escrito una canción de contenido político. "Las canciones no pueden salvar el mundo. Ya he dejado atrás todo eso."
David Szatmary sostiene en A Time to Rock (Social History of Rock´n Roll) que el asesinato de John F. Kennedy desinfló y dividió el movimiento de folk de protesta. El cantante Eric Andersen afirma en ese mismo libro que "no se puede separar a Dylan de la historia" y que Dylan empezó a "apartarse de la política" a partir del asesinato de Dallas.
"Ningún hombre puede combatir con otro de la forma en que combate consigo mismo -decía a partir de entonces Dylan-. Un hombre es el peor enemigo de sí mismo, así como su mejor amigo. Si te llevás bien con tu enemigo interior, ningún enemigo exterior podrá dañarte."
Después de un grave accidente en moto ocurrido en julio de 1966 cerca de su casa de Woodstock (del que salió vivo por milagro), Dylan pasó varios años virtualmente recluido. Su aversión a la prensa se volvió entonces mayor que nunca. "Los periodistas siempre han dado de mí una imagen falsa, distorsionada. Les dejo que escriban lo que quieren con tal de no tener que hablar con ellos."
La reclusión fue rota cuando, a fines de 1969, Dylan dio su primer concierto pago en cuatro años, en el festival de la isla de Wight. Para entonces su repertorio se había nutrido de nuevas joyas como Like a Rolling Stone o Just Like a Woman, así como All Along the Watchtower, que inmortalizaría Jimi Hendrix, o la Ballad of a Thin Man en la que aparece el personaje del burgués Mr. Jones, resucitado después por el grupo Talking Heads.
El disco posaccidente, John Wesley Harding, fue definido por Dylan como "el primer disco bíblico de rock" y dio un indicio del período que sobrevendría, caracterizado por abundantes alusiones místico-religiosas.
Poco antes del famoso concierto para Bangladesh, Dylan hizo en 1971 un viaje a Israel. Algunos fanáticos sostienen que la experiencia resulta determinante para entender su obra de los años setenta; pero el propio cantante declaró en 1976 que "en aquella visita no pasó nada muy significativo".
Lo verdaderamente significativo ocurrió a fines de los años setenta, cuando corrió la noticia de que Dylan se había convertido al cristianismo. En sus discos de entonces, Slow Train Coming (1979), Saved (1980) y Shot of Love (1981), que conforman una suerte de trilogía cristiana y están lejos de sus momentos más inspirados, puede oírselo cantando Precious Angel o Property of Jesus. Hubo que aguardar hasta la salida de Infidels (1983) y Empire Burlesque (1985) para que Dylan recobrase su mejor forma.
En 1975 y 1976, el caso del boxeador Rubin Huracán Carter, acusado de un crimen que no había cometido, marcó el regreso de Dylan no sólo al activismo sino también a los medios masivos.
Se sabe que Ed Sullivan había invitado a Dylan en 1963 a su famoso programa de TV y él aceptó, decidido a cantar Talkin´ John Birch Society Blues", una sátira acerca de una organización de extrema derecha. A Sullivan le gustaba la canción pero los censores de la cadena CBS rechazaron la letra y sugirieron que el tema fuese reemplazado por otro.
Dylan se negó, optó finalmente por no actuar y de allí en más evitó todo lo que pudo la TV.
Con el propósito de salvar a Carter, Dylan dejó a un lado todos sus rencores contra los mass media y hasta montó una gran gira, bautizada Rolling Thunder Revue, en la que intervinieron entre otros, Mick Ronson, T-Bone Burnett y Roger Mc Guinn (líder del grupo The Byrds, que inmortalizó su Mr. Tambourine), además del poeta beat Allen Ginsberg, también autor del texto que acompaña su disco Desire (1975).
Dylan visitó a Carter en prisión, antes de que éste fuese liberado en marzo de 1976. Por entonces otro Carter (Jimmy, futuro presidente norteamericano) citaba fragmentos de sus letras en plena campaña proselitista.
Los últimos años mostraron a un Dylan inspiradísimo en discos como Oh Mercy (1990) o Under the Red Sky (1991), y a un Dylan convertido en algo como un monumento viviente en The 30th Anniversary Concert Celebration (1993). En 1997, después de haber editado Time Out of Mind, su primer disco de canciones nuevas luego de casi siete años, Dylan sufrió un serio problema cardíaco que lo tuvo al borde de la muerte. Recuperado, actuó a fines de ese año ante el Papa, en el Congreso Eucarístico de Bolonia, cantando nada menos que Knockin´ on Heaven´s Door (Llamando a la puerta del cielo), canción que compuso para el film Pat Garrett & Billy the Kid.
Poco antes de ganar su reciente Oscar, Dylan fue víctima de una nueva biografía, escrita por el inglés Howard Sounes. Se cuenta allí que la cantante Carol Dennis estuvo casada con él entre 1985 y 1992, y que de esa unión resultó una hija, Desiree. La cantante confirmó lo publicado y tildó a Dylan de "padre maravilloso y activo". Fiel a su mutismo, él no comentó nada al respecto.
Dylan dijo que prefiere verse como un artista más que como un músico. "Pónganme a tocar guitarra al lado de Andrés Segovia y enseguida podrán decir quién de los dos es el músico."
Bob opinó que la misión de un compositor de canciones consiste en "capturar un momento determinado de forma que siga siendo válido con el tiempo". Aun cuando no se acuerda de todas las letras de sus canciones, se siente orgulloso de "no haber escrito ninguna con la que no me siga identificando en algún sentido".
Dylan expresó en 1987, en un brillante reportaje que le hizo su amigo Sam Sheppard, que "las palabras perdieron su sentido y ya no significan tanto como antes". Esto no le ha impedido seguir creyendo en ellas ni seguir siendo uno de los más lúcidos poetas populares. "Puede que le haya cambiado la cara a la música pop, pero eso no equivale a haberle cambiado el metabolismo. Todo lo que hice fue abrir puertas -declaró Dylan hace algún tiempo-. Como sea, yo no soy lo importante, sino las canciones. Yo sólo soy el cartero que las reparte. Toda la leyenda gira en torno de esas canciones que empecé a escribir antes de haber aprendido a caminar".
Texto: Eduardo Berti
Fotos: Elliot Landy
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