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Privacidad absoluta y la entrada prohibida para los fotógrafos. Esa fue la fórmula “mágica” que el restaurante de una familia de argentinos encontró en la década de los ochenta para que la propuesta gastronómica en la que se habían aventurado se convirtiera en el centro de reunión de famosos y celebridades de todo el mundo.
Corría 1985 cuando la familia Cea decidió dejar la Argentina para cumplir el sueño de uno de sus hijos. “A mis cinco años habíamos empezado a mudarnos cada vez con más frecuencia. Eso hizo que tuviera que cambiar de escuela varias veces y, con los años, perdí el interés en estudiar. Creo que ahí comencé a pensar en la posibilidad de viajar. Fue por un capricho. Miraba películas norteamericanas y lo único que tenía en la cabeza era poder conocer los Estados Unidos”, recuerda Gerardo.
“Mis padres hacían una muy buena dupla en la cocina”
Nacido en el barrio de Palermo de la ciudad de Buenos Aires, creció junto a sus hermanos Fabián y Marcela, y sus padres, en una familia a la que define como “fantástica”. El pan, las pizzas, las carnes y los postres eran protagonistas en las mesas familiares. “Las pastas con diferentes salsas eran los platos que siempre pedíamos. Los preparaban mis abuelos y mis padres, Carla y Arturo, que hacían una muy buena dupla en la cocina”.
El de los Cea era amor por la comida casera. En Palermo, don Arturo Cea se había desempeñado como encargado de un edificio durante varios años. “A modo de broma, decíamos que vivíamos en un penthouse en un barrio de gente de buen poder adquisitivo. Pero éramos pobres. La vista era impresionante. Al encargado del edificio le tocaba la vivienda del último piso con una terraza enorme, igual que la serie de Guillermo Francella que lleva precisamente ese nombre”. Arturo también hacía trabajos de electricidad, plomería y hasta llegó a manejar una formación de subte de la Línea C, que va de Retiro a Constitución.
“Era como estar en una película”
A Miami llegaron con las manos vacías pero con la ilusión intacta. “Llegar a Estados Unidos fue increíble. Lo que yo veía en películas como Fiebre de sábado por la noche donde se mostraba el Empire State Building y la Gran Manzana de Nueva York se había convertido en realidad. Era como estar en una película”.
A puro pulmón y prácticamente sin inversión, alquilaron por mil dólares mensuales un local que ya contaba con baños y cocina. “Solamente compramos sillas y mesas. Empezamos con lo básico. Yo no tenía conocimientos de nada. Pero lo principal estaba presente y la experiencia laboral de mis padres en cocina italiana y lo que habíamos aprendido con mi hermano luego de trabajar en servicio gastronómico”.
No fue fácil. Estar lejos de los afectos, de la casa donde habían sido felices y de las amistades. La distancia pesaba cada vez más. “Lo que más costó fue haber dejado todo atrás: la familia, la primera novia, los muebles, la casa. Todo quedó atrás y todo desapareció. Extrañábamos tanto que sentíamos que ya no teníamos lágrimas para llorar. Fue muy duro”.
“En una semana estábamos en boca de todos”
Les llevó seis años lograr estabilidad para tomar nuevo impulso. Mientras, el trabajo para el restaurante con el que siempre habían soñado continuaba. Tenían solo 40 sillas cuando inauguraron Cafe Prima Pasta. “En una semana el lugar estaba en boca de todos. Había fila para entrar y hasta dos horas de espera”. Rápidamente comenzaron a llegar, también, las celebridades. “Descubrieron un lugar mágico para ellos, donde nadie los molestaba, donde nadie les pedía una foto o un autógrafo y lo único que tenían que hacer era ordenar su plato favorito y disfrutar”.
En Café Prima Pasta estaba prohibida la entrada de fotógrafos de revistas, de cualquier periodista o profesional de prensa o de cualquiera que interrumpiera la cena de los comensales. “Sentirse cómodos, protegidos y no invadidos fue algo que las celebridades valoraron desde el comienzo y a lo largo de los años y mostraron su agradecimiento”.
“Los Messi vienen seguido: son simples y fantásticos”
Cantantes de Argentina, Chile, Colombia, Venezuela, España, Estados Unidos, Puerto Rico e Italia pasaron por Prima Pasta. Eros Ramazzotti, Charly García, Shakira, Bizarrap, Diego Torres (quien tiene un plato que leva su nombre: branzino alla Caccia es un pescado al horno con tomates cherry, limón, hinojo y puré de papas), José Feliciano, Lenny Kravitz, Tini Stoessel, Tom Petty, Beyoncé son algunos de los famosos que cenaron en el restaurante argentino. “La familia Messi viene seguido. Son simples y fantásticos. Como conocen nuestro restaurante desde 2011 han probado casi todo el menú. Pero disfrutan mucho de las pastas con pomodoro fresco y a veces las piden con mariscos”.
Gerardo reconoce con una sonrisa recordar una gran variedad de anécdotas con famosos, especialmente con los músicos, que les gusta hacer sobremesa hasta la madrugada. “Al principio todo era una novedad, pero luego de varios años ya no podía sostener el ritmo de acostarme de madrugaba cada vez que algún famoso quería quedarse hasta tarde en el restaurante y levantarme al alba. Entonces les enseñé cómo cerrar el restaurante. Yo les dejo la llave. Todos nos vamos y los dejamos que cierren ellos. Les di el ultimátum: si querían hacer sobremesa hasta la madrugada, tenían que aprender a cerrar el restaurante. Y así fue, todos aprendieron, me pareció muy cómico”.
Carpaccio de ternera, pulpo a la Toscana, pasta negra con mariscos y salsa de crema de langosta, las milanesas a la Parmigiana, los aclamados Fiocchi Rapera, una pasta rellena de queso y pera con una salsa de trufas, tiramisú y crème brûlée son algunos de los platos que ofrece la carta.
El lugar tiene una magia muy particular. Combina diferentes colores de madera en las paredes y el suelo. Hay muebles y lámparas antiguas, fotos en blanco y negro y algunas en colores de ciertas celebridades que pasaron por ahí, cortinas al estilo teatro y diferentes salones, incluyendo algunos privados y escondidos con salidas secretas para el estacionamiento. El restaurante hoy sirve un promedio de 400 cubiertos por día y abre de 16.30 a 23 h. Trabajan en él 60 personas en equipos que se distribuyen en cocineros, capacitadores, managers, camareros, ayudantes y bartenders. “Hay períodos en los que voy todos los días al restaurante y otros en los que no aparezco por semanas y todo se mantiene igual”.
“Rompí los contratos y seguí con mi vida feliz”
“Pude darles a mis padres todo lo que les hice perder cuando los saqué de Argentina. Prima Pasta fue una puerta abierta con caminos para conocer a miles de personas y el centro de reunión para cumpleaños, casamientos y todo tipo de eventos. Aquí se han formado muchas parejas”.
Aunque en los últimos diez años a Gerardo -mejor conocido como Gerry- le han ofrecido grandes sumas de dinero para abrir restaurantes con su sello tanto en Estados Unidos, como en México y en Argentina, jamás aceptó una oferta. “Cuando llego a mi casa con todas esas propuestas y pienso que más necesito, qué más me quiero comprar o a dónde quiero llegar, no lo dudo. Ahí es donde rompo todos esos contratos y me quedo con un restaurante solo, feliz y contento y con mi tiempo mágico para disfrutar la vida”.
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