Entrar en su departamento es acceder a un oasis. Uno se siente cómodo en el nuevo hogar de Ginette Reynal (59), quien comenzó con su puesta a punto a principios de este año. "Esta casa la heredó Jerónimo [Pando, su hijo menor] de su abuela, Pía Soldati. Como él está viviendo afuera, quedamos en que yo la arreglaba, la cuidaba y pagaba las cuentas. El día que él vuelva a Buenos Aires, ya tiene su casa puesta divina y yo me mudaré a otra que me guste", cuenta "Gina", como la llaman sus seres queridos, quien en las vísperas de sus 60 (los cumplirá el próximo 17 de febrero) está más luminosa que nunca.
Algo del camino que emprendió hace varios años, cuando se propuso trabajar su duelo por la muerte de Miguel Pando, su último marido, quedó plasmado en las paredes de este nido que tanta alegría le da. "Esta casa me acunó", confía Ginette, cuya primera decisión antes de mudarse fue trabajar la energía y la decoración con Sol Larrosa, una decoradora especializada en Feng Shui, y Cristina Rodríguez Ares, una conocida coach energética. "El día que vinimos a ver el departamento por primera vez con Sol, que además es amiga, tenía una onda muy pesada. Limpiamos el espacio con incienso, velas y cristales y después ella, junto con Cristina, estudiaron el mapa de la casa y lo arreglaron para que la energía fluya sin interrupciones", explica.
Quiero disfrutar de un compañero con claridad, comunicación, sin miedos ni expectativas. Hay que permitirle al otro que sea como es
EN BUSCA DE LA ARMONÍA
El Feng Shui, una técnica milenaria surgida en China, tiene como objetivo armonizar los espacios para que influyan de manera positiva en las personas que los habitan. "Funciona. Además de sentirme bárbaro en este lugar, cada vez que viene alguien de visita, obtengo la misma respuesta: ‘Qué linda energía tiene tu casa’, ‘Qué buena onda hay acá’, me dicen, literal", comenta con orgullo.
–¿Qué efectos tuvo haber armonizado este departamento?
–Me siento enraizada, conectada con el Universo. Siento que vibro bien y que las cosas, ahora, son más fáciles para mí. La vida fluye y me trae abundancia de paz, de amor, de bienestar. Puede resultar bobo, o banal, con todos los quilombos que hay, pero el deber de uno es ocuparse de sí mismo y de quienes lo rodean. Tomé la decisión de vivir de manera diferente –hago terapia de grupo, aprendí a meditar con Silvina Scotti, una especialista, en Tigre, hice yoga y mi alimentación es de base vegetariana–. Ahora quiero que mi casa también responda a esa búsqueda. Quiero que vibre alto, como yo.
–¿Cómo te sentís cerca de cumplir seis décadas?
–Siento que este es el mejor momento de mi vida. Todo el trabajo invertido en mí está dando buen resultado. Ya no siento más esa falsa seguridad que te dan la arrogancia, el orgullo, la vanidad… Estoy asentada y tengo la libertad de elegir. Puedo decir: "Sí, esto es lo que yo quiero" y también dar marcha atrás cuando una decisión que tomé ya no me convence. Me siento dueña de mí misma y no necesito la aprobación de los demás. Si bien me importan la mirada de mis amigos y de mis hijos, no necesito más aval que ese. Siento que, finalmente, todo está en su lugar.
–¿Cuánto tiempo te llevó este proceso?
–¡59 años! [Se ríe]. Estoy contenta con cómo elijo pararme en la vida. Antes, padecía algunas decisiones por inseguridad o porque sentía que alguien me iba a criticar. En las redes sociales, cuando muestro mis ideas políticas, hay gente a la que se le vuela la tapa de los sesos. Entiendo que pueda pasar, pero ya no me hago cargo del resentimiento, ni de la bronca de los otros. Hoy, siento que puedo sostener el disenso.
Ramsés es un bebé divino, polenta, de 10 kilos. Trato de apuntalar a Mia: me gusta estar cerca y asistirla
CONFESIONES LIBERADORAS
En los últimos programas de televisión a los que fue invitada, Ginette habló de sus dolores más profundos. Con sinceridad, se refirió a su paso por las drogas tras la muerte de Pando, en enero de 2011 (luchó contra un cáncer de cerebro durante un año), y de cómo la rescataron sus tres hijos, Jerónimo (22) y Mia (29) y Martín (27), fruto de su matrimonio con José Manuel Flores Pirán. Fue en PH, el programa que conduce Andy Kusnetzoff. Días después, visitó el piso de Hay que hablar, el magazine de Denise Dumas y José María Listorti, y sorprendió al confesar que, tras enviudar, tuvo una relación amorosa con un primo hermano materno. "Fue algo que sucedió y ninguno de los dos buscó. Él me acompañó mucho en ese momento. Para la familia fue un espanto y con razón", dijo, al aire.
–¿Qué te llevó a contar verdades tan dolorosas?
–Me siento segura de mí misma. Me llevé un gran aprendizaje de cada una de esas situaciones y logré comprender por qué las hice. Me tomé el tiempo que necesitaba para ordenar mi caos y ahora es un momento de reflexión y de agradecimiento. Vengo pidiendo disculpas, a mí misma y a los demás, desde hace rato. Por otro lado, soy una persona conocida y siento que mi deber es contarle mi verdad al público, que tanto cariño me da. Compartirla con la ilusión de que le sirva a alguien.
CALL ME GRANDMA
–En abril te convertiste en abuela de Ramsés, el hijo de Mia y Luis Ortega.
–Sí, acaba de cumplir seis meses. Es un bebé divino, polenta, de 10 kilos. Se ríe a carcajadas.
–¿Cómo estás viviendo este nuevo rol?
–Trato de apuntalar a Mia, le pregunto qué necesita. Si necesita dormir un rato, cuido a Ramsés y me voy. Procuro estar disponible para ella. Es una manera de reparar lo que pude haber hecho mal. Me gusta estar cerca y asistirla.
–¿Cambió el vínculo entre tu hija y vos?
–Sí, 180 grados. Me hacía acordar a mí en el sentido de que yo era una hija muy crítica de mi madre. En Constelaciones Familiares, aprendí que cuando te convertís en mamá, dejás de mirar a tu madre para darte vuelta y mirar a tu hijo. El lugar de tu madre, entonces, es cubrirte la espalda. Es un principio energético: las madres miran a las hijas; las abuelas, a las madres; las bisabuelas, a las abuelas. Así es como se sostiene, correctamente, el linaje. Siento que, gracias a la maternidad, Mia entendió un montón de cosas y se relajó. Confía en mí, me pregunta. Como madre, llega un día en que asumís que tu tarea de educar se terminó y que tus hijos son pares.
–¿Qué tipo de abuela querés ser para Ramsés?
–Quiero ser una abuela que trata de entender la esencia de sus nietos. Como madre, te toca el trabajo más duro, que es educar. Las abuelas estamos para estimular la diversión, la creatividad. En ese sentido, Ramsés tiene abuelos bárbaros: el papá de Mia, José Manuel, ama la naturaleza; Palito es sinónimo de música y Evangelina, de contención.
–¿Cómo es tu vínculo con Palito y Evangelina?
–Bárbaro. Me invitan a comer a su casa los fines de semana. Son divinos, es una alegría tenerlos de consuegros.
–Tus varones ya no viven más con vos. ¿Cambió la relación desde que "volaron" del nido?
–Sí. Martín vive en California, donde estudia Economía. Un día vino y me dijo que se quería ir a estudiar allá. "Hacé lo que necesites hacer", le dije y me corrí a un costado para que él pudiera tomar las riendas de su vida. Gerónimo es un cachorro y tiene una parte muy madura. Es dueño de sí mismo, vive en Barcelona y estudia Cocina.
–¿Los extrañás?
–No, porque hablo un montón con ellos. Soy una persona desprendida. Me gusta que mis hijos hagan la suya.
AMAR SIN MIEDOS
–¿Estás de novia?
–No. Estoy trabajando en eso. En los últimos años me puse posesiva y las relaciones que fui armando eran un poco conflictivas. Estoy ocupándome de eso, tengo ganas de desactivar el mecanismo. Solté una creencia muy fuerte, la de encontrar a alguien para "toda la vida": me abrí a la posibilidad de que sean personas que voy conociendo. Quiero disfrutar de un compañero con claridad, comunicación, sin miedos y lo más importante de todo: sin expectativas.
–Es el último "nivel" que te queda por desbloquear.
–Sí. Hay que dejar que las cosas sucedan y permitirle al otro que sea como es. Creo que muchos de los desencuentros de las parejas son porque uno quiere que el otro se cristalice en una sola forma. "¡Ya no sos del que yo me enamoré!", dice una, pero una tampoco es de una misma manera para siempre.
–¿Qué tuvo que suceder para que estés donde estás hoy?
–Me di el permiso de cuestionar creencias, me bajé del "cumplir". Entendí lo importante que es darse espacio. Tenemos una mochila que vamos cargando y, de vez en cuando, hay que soltar lastre y ordenar.
Producción: Sergio Bárbaro. Maquillaje: Sofía Carnevale para Estudio Novillo. Peinado: Carmen Da Silva para Cerini, con productos L’Oréal. Agradecimientos: Evangelina Bomparola
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