La historia comenzó como un amor perfecto...hasta que se casaron: “Quiero ser feliz”
Sofía y José se conocieron en la iglesia, el flechazo fue instantáneo y todo parecía perfecto hasta que se casaron
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Sofía tenía 16 años y José 22 cuando se conocieron en el día de la primavera del 2007, si hay una fecha indicada para conocer a tu futura pareja es esa. Al menos es lo que se piensa en esos primeros años de amor idealista y encuentros llenos de esperanzas.
Ambos estaban en un grupo de jóvenes que organizaban retiros espirituales para otros jóvenes de sus respectivas edades. La magia de aquel 21 de septiembre se consolidaba al conocerse en un una noche de oración que consistía en juntarse a rezar durante varias horas, allí estaban todos los los jóvenes que se habían sumado al retiro.
“Se re notaba que eran lentes de contacto”
El supuesto celestino de esta historia fue el primo de Sofía, él le presentó a su prima uno de sus amigos, pero la cercanía con la familia era justo lo que, por sus creencias, invalidaba la posibilidad de que hubiera un acercamiento amoroso entre ambos, por el momento nada hacía prever que esta historia pasara más allá de la formalidad de la presentación.
“José es de pelo negro y ojos negros pero usaba lentes de contacto de color celeste, en esa época aparecía mucho la publicidad de una promo en la que ofrecían, comprando una cierta cantidad de pares, uno de color gratis. Él las usaba y se re notaba que eran lentes de contacto, que no era su color natural, pero igual había algo que me había gustado”, cuenta Sofía.
No se acuerda bien cómo surgió en la conversación el hecho de que ella es guía -un equivalente a ser scout pero femenino-, pero al saberlo José no demoró una pregunta: “¿Es verdad que las guías solo salen con scouts?”.
Sofía que sentía que había algo en él que le gustaba -aunque no descifraba qué pero lo sentía-, le contestó de manera que quedara la puerta abierta: “Depende del chico que sea, no salgo solo con scouts”.

Aquella noche Cupido lanzó su flecha pero ignoraba ese detalle que Sofía bien sabía: “En estos grupos en los que estábamos nadie ”jugaba con la prima, hermana o familiar de los integrantes del grupo, y yo era la prima de Mariano. Por lo tanto, solo tuvimos un histeriqueo, nos encontrábamos en reuniones y charlábamos un montón donde mostrábamos interés, pero no pasaba de ahí”.
Al año siguiente, José la invitó a formar parte de un grupo de misión, y Sofía dejó las guías para unirse a esa propuesta que le hacía, era la excusa perfecta para pasar tiempo junto a aquel chico que tanto la atraía, pero ella apenas tenía 17 y entre los traslados de su casa hasta el lugar de las reuniones y los horarios en los que se encontraban solo pudo asistir una o dos veces.
La vida de ambos continúo por distintos caminos y dejaron de verse. José se puso en pareja con una chica, y Sofía tuvo algún que otro novio pero nada serio ni duradero.
“Con él me salía ser provocativa”
Al terminar el colegio Sofía empezó a estudiar la carrera de Psicología. Un día del año 2010 fue a la Catedral de San Miguel para preparar un retiro espiritual que iba a hacer. Al salir se encontró en la puerta de la iglesia con José, “nos saludamos como si no hubiéramos dejado de vernos, ¿cómo estás? ¡Tanto tiempo! Y me preguntó si estaba de novia”, cuenta Sofía de aquel encuentro.
Ella le dijo que no, que estaba soltera como solía estarlo siempre y él le preguntó: “¿Por qué no estás de novia?”. Sofía, sin dudarlo le respondió: “No sé, será que nadie me lo propone”.
“Yo veía algo ahí, y por eso siempre decía cosas con doble sentido, me salía natural, yo no era así, siempre fui muy tranqui, pero con él me salía ser provocativa”, admite Sofía que en compañía de José siempre estaba cómoda.
José le contó que él sí estaba de novio, continuaron con la charla cordial y un clásico “a ver cuando nos volvemos a ver”, “sí, dale, algún día tenemos que arreglar” y cada uno se fue para su lado.
Al día siguiente Sofía le escribió por Facebook un “que bueno haberte visto, ¿Cuándo nos volvemos a ver?”. La respuesta de José no tardó en llegar y sin vueltas propuso verse tres días después.

Acordaron en encontrarse en la puerta de la Catedral y luego ir a un café.
No habían caminado ni media cuadra cuando José le contó que después de aquel día en que se encontraron, hablo con su novia y terminó la relación que tenían. Se sentaron a tomar un café juntos, la tensión se sentía en el aire, pero no pasó nada más. Acordaron ir a la semana siguiente juntos al cine.
“Fuimos a ver Origen, la película de Leonardo DiCaprio, horrible la peli, tediosa, nunca la entendí, y en el medio de la película nos terminamos dando un beso mínimo, un pico. Cuando salimos sí nos besamos” cuenta Sofía.
“Quiero ser feliz”
En palabras de ella, José es muy encantador cuando habla, y en la charla le preguntó qué quería de la relación. “Yo venía de pocas experiencias de noviazgo, de chica me ponía de novia muy rápido y nunca funcionaba. Mi experiencia me decía que no me tenía que poner de novia y le dije: quiero ser feliz”, cuenta Sofía.
Empezaron a salir juntos, iban a tomar el té, a comer cuando él salía del trabajo o ella volvía de la facultad. Se dieron su primer beso el 13 de agosto y el 30 del mismo mes falleció la abuela de José, no era cualquier abuela, era quien lo había criado y la mujer más importante en su vida luego de su madre. “Fue un momento horrible para él, ni estábamos de novios y cuando se lo cuento a mis amigas me dijeron que ni se me ocurriera ir al velorio, pero a mí me nacía querer ir así que fui. De repente a él se le escapó un te amo y se hizo el distraído como que era otra cosa”, cuenta Sofía. No sabe bien cómo pero lo terminó acompañando también al entierro. Fue un momento muy particular para compartir juntos, más aún cuando no eran novios.
A los dos días fueron a la misma cafetería de siempre y se pusieron formalmente de novios, luego de todo lo vivido ya no había vuelta atrás.
Sofía siempre se imaginó casándose joven, venía de una familia tradicional donde no estaba en sus planes la convivencia antes del matrimonio. A los tres años de novios fueron juntos a comprar los anillos de compromiso pero José los fue a buscar antes de la fecha estipulada, para el día de su aniversario fue a la casa de Sofía con un ramo de flores y los anillos. había llegado el día y se comprometieron.
“Después de casarnos vino la convivencia y fue un año duro y difícil”
Recién al año siguiente pusieron fecha para casarse, sería en septiembre de 2015, una vez que Sofía ya se hubiera recibido de psicóloga.

“Cumplí 24 años estando en la luna de miel; él se casó con 30 años. Nos fuimos viaje a Buzios, nos tocó un tiempo re feo pero la pasamos hermoso. Después de casarnos vino la convivencia y fue un año duro y difícil. Me acuerdo que un año después nos fuimos de vacaciones a Bariloche y planteamos si seguir o no juntos. Nos dimos la oportunidad de seguir apostando a la pareja”, se sincera Sofía.
En febrero del 2020 llegó su hijo a este mundo. “Fue hermoso, fue tan deseado y esperado. El primer mes todo iba bien, con los vaivenes de no dormir de noche y otras cuestiones de la maternidad y paternidad esperables, pero todo era lindo. Hasta que cayó la pandemia y nos encontró en casa a los tres muy solos, muy primerizos, todo se volvió un caos, era todo angustia”, recuerda Sofía de cómo aquel virus opacó el momento especial que estaban viviendo.
Como muchos José empezó a hacer home office y Sofía que trabajaba en un negocio de su mamá empezó a vender desde su casa. En junio José empezó a sentirse muy mal y lo tuvieron que operar de apendicitis, estuvo solo en la clínica sin poder tener visitas por las normativas del covid. Sus hermanos fueron a buscarlo el día del alta, mientras tanto Sofía se quedó en su casa, con su bebé de cuatro meses y la ayuda de su mamá.

Cuando José regresó a su hogar lo hizo con fiebre alta y chuchos de frío. Sofía llamó a la clínica para explicar la situación y ese mismo día sus cuñados lo volvieron a llevar al sanatorio. Allí le encontraron una infección y lo operaron de nuevo. En el medio los análisis de covid dieron positivo y su internación y aislamiento en una pequeña habitación se extendió por 21 días. “Como yo lo había llegado a ver y lo había abrazado cuando llegó a casa me dijeron que podía estar contagiada y que necesitaba aislarme. Quedé dos semanas sola con mi bebé, fue una experiencia traumática. Hoy lo cuento y no lo puedo creer, yo le daba la teta con barbijo puesto y para poder comer lo sentaba lejos de mí, fue traumático”, repite Sofía.
“Hasta acá llegamos”
Luego de aquella experiencia José se quedó angustiado. Al año siguiente la relación matrimonial seguía debilitándose. Las cosas seguían empeorando: José tuvo un accidente de moto yendo al trabajo donde se salvó por tener el casco puesto: se quebró el omoplato, la costilla y la clavícula. Estuvo internado 17 días entre operación y operación. La pareja volvió a vivir el alejamiento.
“Toda una situación angustiante y nosotros que veníamos medio mal a nivel pareja hizo que nos replantearamos un montón de cosas y dijimos: nos amamos, sigamos”, abre su corazón Sofía.
Cuando la joven pareja creía que era momento de repuntar, otra desgracia sucedía. En el 2023 falleció la mamá de José.
“Este año, en el mes de mayo estábamos los dos muy cansados y dijimos basta, hasta acá llegamos y decidimos separarnos”, admite Sofía. José se fue de la casa pero no dejaron de hablarse en ningún momento, con un hijo de cinco años y siendo los dos padres muy presentes tenían mucho para organizar en torno al pequeño.
Cuando ya casi había transcurrido un mes se encontraron solos y los sentimientos no se quedaron callados: “Te extraño”, “Yo también”, “Quiero volver a casa”, “Te amo”, fueron algunas de las palabras que se dijeron desde el corazón.
“A veces la vida nos lleva puestos, el contexto no es el más favorable pero nos seguimos amando y eligiendo el uno al otro. Antes de casarnos hicimos un encuentro de novios y la frase que nos decían mucho era que el casamiento es un día pero el matrimonio es elegirse todos los días, y en esa estamos”, concluye Sofía.
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