La historia detrás de Gandhi: de sus días en Londres a ser asesinado por un activista
Este 30 de enero se cumplen 73 años del asesinato del líder político y espiritual indio Mahatma Gandhi. La fecha conmemorativa recuerda uno de los días más trágicos en la historia de la humanidad y una de las mayores derrotas en torno a la lucha por la paz mundial. Gandhi fue masacrado por Nathuram Vinayak Godse, un activista hindú de extrema derecha.
El 30 de enero de 1948, a sus 78 años, Gandhi pasó a una inmortalidad que hoy lo mantiene vivo a partir del valor y vigencia de su lucha, de la conciencia de seguir bregando por aquellos ideales aún no concretados.
“El hombre es producto de sus pensamientos”
Mohandas Karamchand Gandhi nació en Porbandar, territorio perteneciente a la India británica, el 25 de octubre de 1869. Aquel origen en tierras dominadas por los ingleses marcó su vocación libertaria. El poeta bengalí Rabindranath Tagore le dio el nombre honorífico de Mahatma, mezcla de sánscrito e hindú.
Su madre fue la cuarta esposa de su padre, de ella aprendió el respeto por los seres vivos, la adhesión al vegetarianismo y el valor de todos los credos. Tuvo dos hermanos y su matrimonio fue arreglado, tal como se estilaba. Fruto de esa relación nacieron cuatro hijos.
En su tierra natal fue un estudiante mediocre, pero cuando decidió estudiar abogacía en Inglaterra su destino cambió. Se recibió con honores en la University College, donde obtendría el título con el comenzó a ejercer en India. No tuvo éxito dado que no encajaba en la dinámica judicial de ese entonces, así que regresó a Rajkot, donde ya había vivido, para una labor menor dentro del campo de la Justicia. Una pelea con un oficial británico truncó la actividad.
“La violencia es el miedo a los ideales del otro”
Aquellas malas experiencias lo condujeron a Sudáfrica y fue allí donde apareció la confirmación no solo de una vocación, sino de un mandato que él entendía que era el objetivo para el que había pisado la tierra.
En 1893 se instaló en Natal gracias a un contrato de trabajo en una compañía india. Fue allí cuando conoció un fenómeno de aristas sociales, políticas y demográficas. Ni bien tuvo contacto con la vida en Natal descubrió el maltrato y la discriminación que recibían sus compatriotas indios en una tierra que no era la propia. Fue oído de cientos de personas que le contaban sus pesares, la falta de integración, el trabajo esclavo y la vida por debajo de la dignidad.
Si su mirada sensible hacia el otro activó su lucha, fueron dos experiencias personales las que le permitieron vivir en carne propia la mala vida de los indios en Sudáfrica. La primera situación se dio en un viaje en tren. Mahatma fue obligado a descender en una estación porque se había ubicado en un vagón de primera destinado a los blancos. Tiempo después, el chofer de una diligencia lo golpeó porque no había cedido su asiento a una persona de piel blanca.
Gandhi, ante la observación de esa realidad y la influencia de Henry David Thoreau que planteaba lineamientos en torno a la desobediencia civil, se encontró ante disparadores para iniciar un nuevo camino en su vida y confirmar así ese deseo profundo, ese impulso que aún no tenía una concreción material. Lo suyo sería la desobediencia civil no violenta. En este tránsito, de a poco fue cambiando sus ropas en simultáneo al inicio de su lucha activa, hasta que incorporó definitivamente el dhoti que define a los hombres indios. Figuras como León Tolstoi y Martin Luther King bregaron también por la rebeldía pacífica que buscaba igualdades y Justicia.
En 1913 organizó una protesta en Sudáfrica cuando se pusieron impuestos a las personas de origen indio. El gobierno lo encarceló, lo que provocó una gran rebeldía popular ante el amague de dejarlo encerrado durante nueve meses. Al tiempo, tuvieron que liberarlo ante la presión de miles de personas que ya lo habían designado como líder.
Un año después, regresó a su país y se encontró con la cruel realidad de la dominación británica y el maltrato a los compatriotas indios en su propia tierra. Su lucha se intensificó dando origen a un masivo movimiento independentista. Amparado por el apoyo genuino, en 1921 fue nombrado portavoz del Congreso y en 1931 viajó a Londres para continuar con la negociación por la independencia definitiva de su país.
“La no violencia y la verdad son inseparables”
Cuando en 1939 estalló la Segunda Guerra Mundial, en India surgieron más enfrentamientos y se intensificó la división entre musulmanes e hindúes. En medio del conflicto bélico, Gandhi fue arrestado durante dos años, período en el que murieron su secretario y su esposa y él contrajo malaria. El 6 de mayo de 1944, y antes de que terminara la Guerra, fue liberado debido a que las autoridades notaban su deterioro en la salud y no querían que muriese en prisión con las consecuencias política que ello traería.
Entre 1945 y 1947 los enfrentamientos entre musulmanes e hinduistas llegaron a extremos de violencia. Cerca de 5000 personas perdieron la vida en estas luchas donde los musulmanes, que eran minoría, querían separase del resto, pues no veían posible una nación unida con ellos aplastados por ser menos influyentes. Sin embargo, Gandhi bregó siempre por una única India unida. Realizaba giras por el país y, cada vez que llegaba a un lugar, la violencia cesaba debido a la influencia que él tenía en toda la población. El 15 de agosto de 1947, India se independiza del Imperio Británico, pero no significó la unión y, mucho menos, la paz.
“Cuando la fe se vuelve ciega, muere”
Gandhi buscaba esa India única y no temía en acercarse a las zonas más crudas de conflicto con su palabra de paz. Su vida personal no existía, estaba abocado día y noche a lograr el freno de las muertes, de terminar con ese absurdo contradictoria de las luchas violentas sostenidas por la fe religiosa.
Finalmente, Gandhi fue persuadido ante la única salida viable que era la división de India, tal como proclamaba la Liga Musulmana. En consecuencia, lo que hoy es Pakistán y Bangladés lograron separarse del sol indio. Sin embargo, esto no significó el regreso de la paz. Los enfrentamientos continuaron con un saldo de un millón de muertos. A fines de 1947 cuando Gandhi se declaró en huelga de hambre como manifestación de protesta ante la barbarie de sus conciudadanos. Finalmente, decidió realizar varios viajes para interceder entre los bandos enfrentados.
“El buen ser humano es amigo de todo aquello que vive”
El 30 de enero de 1948, Mahatma se dirigía a Delhi, la capital india, para realizar un acto de oración, tal como era su hábito en las diversas visitas que realizaba a las ciudades de todo el país. Multitudes lo acompañaban en cada jornada de fe, con el objetivo de una vida en paz y el fin de los enfrentamientos entre vecinos.
Nathuram Vinayak Godse, un extremista hindú, le disparó en el pecho cuando Gandhi se dirigía a aquella reunión con sus seguidores. El criminal argumentó que Mahatma había traicionado a India al defender a los musulmanes, una interpretación sesgada en torno a la verdadera lucha del líder espiritual indio que siempre bregó por la unión, la paz, el respeto a la vida, y la práctica de una espiritualidad superior y cotidiana. Su legado sigue vivo. Aunque el mundo sigue sin resolver sus disputas territoriales, ideológicas, raciales y religiosas.
La intolerancia de los fanáticos por la que Mahatma Gandhi luchaba sigue siendo una de las grandes manchas de la humanidad actual. Guerras militares y civiles que aún sigue costando miles de vidas por año en conflictos justificados por la defensa territorial o por las absurdas luchas amparadas en una cierta fe.
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