Fue un segundo que cambió su vida para siempre. Un salto hacia la libertad que le hizo honor a su nombre y le devolvió la dignidad. La habían encontrado deambulando en las inmediaciones de un restaurante de la zona de Pilar, extremadamente flaca, con lesiones en la piel, heridas que probablemente hablaban de un pasado en manos en galgueros, marcas de alambrados y miedo a los palos al punto que se orinaba encima cuando veía uno.
La llevaron a un refugio y la dieron en adopción a una familia que no supo cuidarla y, al poco tiempo, la hembra galgo de dos años que esperaba una nueva vida volvió a la calle. Temerosa de su nueva familia, que no le dedicaba el tiempo que necesitaba, se escapó. Pero el destino tenía otros planes para ella. Logró ser nuevamente ubicada gracias a que todavía conservaba un collar con la chapita del refugio que la había acogido aquella primera vez. Un hombre se hizo cargo de ella pero maltrataba a los perros que levantaba de la calle y se quedaba con el dinero que las personas de buena voluntad donaban para alimentar a esos seres indefensos. En ese lugar donde había llegado Prana (que en sánscrito significa "aliento de vida") había muchos perros hacinados, desnutridos, estaban emocional y espiritualmente destrozados.
"Cuando las rescatistas Inés Ballesteros y María Laura Rossi fueron alertadas de la situación, no dudaron en tomar cartas en el asunto y comenzaron a visitar todos los fines de semana aquella casa donde vivían tantos animales. El objetivo era intentar, de a poco, rehabilitarlos y darlos en adopción. En una de esas visitas, cuando estaban cargando el auto para regresar a sus casas notaron que Prana comenzó a seguirlas. Saltó un paredón de dos metros, salió a la calle y se subió al auto. Ellas quisieron bajarla pero no pudieron, de manera que no tuvieron más remedio que llevarla", recuerdan Baltazar y su esposa Guti, que entrarían en escena en la vida de la perra al poco tiempo.
Esta vez Prana se instaló en el monoambiente de Saavedra de Federico Sordo, el responsable de Cascote, un perro macanudo, una comunidad que ayuda a encontrar familia a diferentes especies y que comparte información para incluir a todos los animales en el mismo círculo de empatía. "Fede puso en las redes que Prana estaba en adopción. Cuando la vi, supe automáticamente por la mirada de esa perra que iba a ser parte de nuestra familia. En ese momento vivíamos con mi esposa en un monoambiente con dos gatos. Entramos en una lista de espera, fuimos a una entrevista, conocimos en vivo a Prana en una plaza de Saavedra, un canil donde jugaba con animales y esa mirada que ya por fotos era reveladora de una necesidad, se magnificó", relata Baltazar.
Pasaron tres semanas hasta que el matrimonio volvió a tener contacto con Federico por la perra. Y las noticias eran buenas. Habían sido elegidos para adoptar a Prana y llevarla a su hogar. "Su carácter era dulce pero se notaba que había sufrido mucho. La vida en la calle, la inestabilidad, el maltrato, la falta de satisfacción de necesidades emocionales, sociales y biológicas hacían que estuviera ansiosa. Hubo un par de episodios de ataque a nuestros gatos e incluso a nosotros mismos los primeros días. Pero eso de ninguna manera cambió nuestra conviccion de querer darle una vida nueva. Con amor se puede, sólo hay que tener paciencia y esperar a que el vínculo se afiance naturalmente", explica Baltazar, que es médico veterinario y, además de atender a sus pacientes en el área de clínica y cirugía, forma parte de diferentes operativos de esterilización de animales en situación de calle.
Entonces se propusieron hacer una serie de ejercicios para que Prana pudiera perder el miedo y sentirse feliz. Como primera medida, empezaron a correr. Todos los días salían con pretal y correa durante 30 minutos para afianzar el vínculo humano perro.
"Corrimos Dogrun el mismo año que vino a casa. Me acuerdo que ella tenía terror. Pero yo le hablaba al oído, quería integrarla, sabía que era estresante para ella y quería demostrarle que había una vida feliz, que podía correr sin que la obligaran, sin que fuera un trabajo y haciéndolo en manada lo entendría mejor. Corrimos. Salimos terceros en la categoria y ese fue un gan día para mí porque aprendí a comunicarme con ella, a sentir lo que quería decirme. Correr con ellos nos conecta de una manera distinta, como ancestral, eso genera un vínculo especial". Otro momento que aún guardan en el recuerdo fue cuando Prana corrió otra edición de Dogrun, esta vez fue en Rosario, con su mamá humana. Y salió segunda.
Pero lo mejor estaba por llegar. Cuando Baltazar y Guti contrajeron matrimonio formalmente, Prana los acompañó y se quedó esperando en el auto. "Cuando la jueza nos estaba casando nos preguntó si teníamos hijos. Le dijimos que no humanos, pero sí una perra y dos gatos. ¿Y por qué no vino la perra?, preguntó. Entonces la fui a buscar y ofició de testigo. Fue uno de los momentos más lindos de nuestra familia".
Hoy Prana viaja con sus humanos donde ellos van: a la playa, a la montaña, a las sierras. Come comida casera, cada tanto recibe un baño y le gusta tomar siestas al sol.
Además, asiste todos los domingos a la escuelita canina gratuita que Baltazar formó en el Paseo Costero de Vicente López para sociabilizar y que los perros se ejerciten. Allí Prana tiene un rol de adulta reguladora dentro del grupo. "Adulto regulador es el perro que establece las reglas de un juego o convivencia dentro de una manada y enseña a los más pequeños o nuevos cuáles son los límites y jerarquías dentro del mismo", dice Baltazar.
La empatía es todo cuando se trata de salvar una vida. "El gran secreto de los perros es que no juzgan ni como somos ni lo que tenemos, pero lo que sí juzgan -si podemos llamarlo así- es lo que hacemos o dejamos de hacer. En base a eso tenemos el poder, y la responsabilidad, de formarlos, igual que con los hijos humanos. Una vez que tallamos un vínculo con ellos en base a la paciencia, a la consistencia, a las rutinas y las emociones, ya no podemos romperlo. Ni un viaje, ni la enfermedad, ni la vejez, ni siquiera la muerte puede romper la fuerza de ese lazo", concluye.
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