Las 5 escenas más calientes del cine

Si bien hay ciertos film que por razones de género o de coherencia carecen de escenas de alto voltaje- al menos en forma explícita-, el sexo siempre fue un componente fundamental en el cine. De hecho, algunas películas son más recordadas por su momento de erotismo que por su propia historia.

Más aún: una buena escena de sexo puede salvar del olvido a una producción regular y, consecuentemente, reforzar las cualidades de una de gran nivel.

Clásico en algunas ocasiones, más explícito en otras o con más sensualidad e insinuación, aunque siempre con fuerte presencia. La variedad es infinita y, en teoría deberían aparecer títulos ineludibles como El último tango en París o Calígula, pero este es un juego que consiste en elegir sólo 5 escenas de las más calientes. He aquí nuestra arbitraria elección.

¿Cuáles son las tuyas?

La película, dirigida por Uli Edel, cuenta la historia de Rebecca Carlson (Madonna), quien tras ser acusada de un asesinato, comienza una apasionada relación con su abogado defensor (Willem Dafoe). En rigor, la trama queda en un segundo plano si la mujer que protagoniza las escenas eróticas es la estrella pop y, menos aún, si esos encuentros incluyen sadomasoquismo, desnudos, sexo salvaje y hasta una vela como instrumento de juego. A propósito, esa es la escena elegida.

La película dirigida por Pablo Trapero cuenta la historia del Zapa (Jorge Román), quien es acusado injustamente de un robo, pero que evita la cárcel incorporándose a la Policía bonaerense gracias a los contactos de su tío retirado de la fuerza. Allí es donde encuentra como compañera a Mabel (Mimí Ardú), con quien protagoniza arriba de un Fiat 128 una de las escenas de sexo más calientes del cine argentino. Tiene todos los condimentos: sorpresiva, verosímil y sobre todo excitante.

Más allá del interesante planteo cuasi filosofal respecto del azar, a la película de Woody Allen le sobran escenas calientes que se potencian con la sensualidad de Nola Rice (Scarlett Johansson). Entre todos ellas, nos quedamos con la que muestra a los protagonistas desatar sus pasiones en el medio del campo y debajo de la lluvia. La elegimos porque muestra la culminación de todos esos deseos que estaban lógicamente contenidos por su relación de concuñados. Acá no vas a ver desnudos totales, ni sexo explícito, pero sí un manejo sutil del erotismo que logra su cometido con creces.

En el film dirigido por Julio Medem, el sexo tiene fuerte presencia y se lo aborda sin demasiados tapujos. De hecho, el realizador vasco tuvo que hacer una serie B para presentarla en Estados Unidos. Lucía (Paz Vega) viaja a Fomentera, una isla del Mediterráneo, para olvidar su pasado vinculado con su ex pareja. Entre recuerdos y el presente se desarrollan varios momentos de alto contenido erótico, pero por salir de las convenciones típicas aplicadas a las escenas sexuales, nos quedamos con de la playa en la que Carlos (Daniel Freire) intenta seducir a la protagonista.

Difícil dejar afuera una de las escenas de sexo más extensa en el cine no pornográfico y la más realista, que muestra a dos mujeres en un acto sexual completo. En rigor, en el film dirigido por Abdellatif Kechiche, la verosimilitud y la duración extendida de las situaciones son dos elementos muy presentes. La trama -basada en la novela gráfica Le bleu est une couleur chaude de Julie Maroh- focaliza en Adéle (Adéle Exarchopoulos), una adolescente con dudas sobre su sexualidad, que conoce y se enamora de Emma (Léa Seydoux). En ese contexto, la joven de 15 años y la chica del pelo azul, protagonizan una escena memorable de cinco minutos de sexo explícito.

Por <b>Por Pablo Seoane | Especial para ConexiónBrando</b>

LA NACION

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