Las reglas de un nuevo maridaje
El ceviche impone blancos perfumados y rosados secos y suaves
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Algunos platos foráneos aposentados en nuestra gastronomía no son fáciles de acordar con el vino, pero los argentinos no nos resignamos a que falte ni a reemplazarlo. El fenómeno del ceviche, que llegó con la cocina peruana y ya se sirve en restós de otras estirpes, es buen un ejemplo, porque su sabor picante y su acidez obligan a elegir bien el maridaje para evitar que se dañe el placer del vino. En Perú se acompaña popularmente con pisco, y con pisco sour es delicioso, pero, en materia de vinos, en nuestros restaurantes habrá que decidirse por un blanco que "aguante" la rica acidez del limón perfumado y el ardor del ají, los dos ingredientes sine qua non de ceviches y tiraditos. Evitar los blancos con más acidez, como el sauvignon blanc, que al llevarlo a la boca después del pescado se notará rústico y acre. Los blancos complejos, de buen cuerpo, con notas de miel, léase chardonnay, son los que le van bien a la especialidad peruana, destacando a su vez las propias cualidades del elegante varietal. La miel, en el semillón, hace de este fino blanco otro buen compañero del ceviche. También, un torrontés de vanguardia, redondo y de cuerpo, no muy perfumado. Y los rosados secos y suaves, comodines de la mesa novoandina.





