El hotel Ritz Paris, que pertenece a The Leading Hotels of the World, es de esos que conocemos más por su arquitectura que por sus servicios. Los visitamos al menos desde afuera cuando vamos a la capital parisina como si fuera un monumento, algo que solo pasa con un par más como el Hotel Plaza de Nueva York y el Copacabana Palace de Río de Janeiro. Pero este emblema parisino de 1898, que hospedó a Ernest Hemingway, Coco Chanel, Audrey Hepburn y Maria Callas, está en un gran momento desde su renovación en 2016.
Para entender el grado de lujo vale recordar que el mobiliario anterior , o sea el que fue reemplazado, se subastó por un récord de 7,3 millones de euros hace pocos meses. Todo lo que quedó está refaccionado y fresco. Incluyendo su piscina calefaccionada, sus baños turcos y sus suites con terrazas.
Quienes puedan pagar los miles de dólares que sale hospedarse una noche en este edificio histórico disfrutan de esas comodidades y de otros beneficios que empiezan desde que se bajan del avión.
Migraciones personalizadas
Lo más curioso es que los huéspedes del Ritz no tienen que hacer migraciones. Los hace alguien por ellos. Un anfitrión lo espera en la puerta del avión con un cartel del hotel y lo asiste en el proceso, sin que tenga que hacer filas o esperar. Se dirige directo al oficial. El mismo anfitrión, se ocupa de asistirlo con su equipaje y le presenta al chofer que lo llevará directo al hotel.
El transporte VIP
Antes de hacer el check in y el check out, que por cierto es totalmente flexible, los huéspedes viajan en limusina hasta el hotel sin excepción.
Spa con sello parisino
Como todo hotel 5 estrellas, tiene un buen spa. Pero lo especial de este es que solo se usan productos de Chanel. Al Le Grand Soin lo describen como "una experiencia personalizada, multisensorial y holística". Hay opciones para mujeres y hombres, tratamientos para humectar, tonificar e iluminar la piel. Además, servicio de maquillaje con el sello de Coco, que estuvo instalada en el hotel mucho tiempo.
El desayuno
El desayuno se sirve en Les Matins de L’Espadon, un restaurante histórico con aires a María Antonieta, servicio impecable y calidad. No apunta a los excesos de un hotel americano, si no a la perfección. Sirven bebidas calientes, jugos y pastelería, destacando los huevos benedictinos y, por supuesto, las french toasts.
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