Los tesoros ocultos de Carnegie Hill
NUEVA YORK.- La gente cool y creativa de la Gran Manzana tiene un mantra bien conocido aquí: "No existe vida por arriba de la calle 14". Por arriba de la calle 14 significa Midtown, donde están las oficinas de los abogados, contadores y banqueros del establishment que hacen de límite feroz, y luego otros barrios de la ciudad como el emblemático Upper East Side, con sus marmolados pisos de Park Avenue y los centenarios colegios donde las madres se baten a duelo (con carteras Hermès) para que sus niños tengan plaza.
A su vez, a esta gente distinguida que vive Uptown, directamente no le interesa saber si hay vida o no debajo de la calle 14. La excepción puede ser algún escándalo de celebridades y artistas en el Meatpacking District sobre el cual leer en la peluquería. O algún restaurante de moda en el SoHo para probar y luego volver a una vida ordenada entre Central Park y los museos.
Esto es, obviamente, un estereotipo violento. Pero como el Downtown de Nueva York tiene siempre lo más nuevo de lo nuevo, todo "con onda" y todo el mundo lo sabe, aquí va un pequeño descargo a favor de lo más Uptown del Uptown, una zona llamada Carnegie Hill que sólo suelen conocer quienes viven allí, pero que tiene un encanto muy particular.
Para empezar, no tendrá al Met, el Whitney o siquiera a la Frick Collection que están en la parte más lujosa y conocida del Upper East Side "central", pero sí tiene una serie de museos de escala mucho menor que no sólo son fascinantes por sus exposiciones, sino porque están ubicados en lo que fueron gloriosas casas de familia de la edad de oro americana que son una maravilla arquitectónica, como el Jewish Museum, el Cooper Hewitt National Design Museum y la National Academy of Design.
Y aventurándose un poco más hacia Harlem, está El Museo del Barrio, el corazón del arte latinoamericano de la ciudad.
Carnegie Hill debe su nombre al Andrew Carnegie, el industrialista y filántropo que construyó su mansión en 1901 en la esquina todavía rural de la Quinta Avenida y la calle 91 y luego se ocupó de que sus distinguidos amigos compraran parecelas cercanas. El "Hill" del nombre hace referencia a la colina en la que este barrio está montado que se supone tiene un microclima: Carnegie y compañía lo eligieron por ser algo mas fresco en el agobiante verano que el resto de Manhattan.
Durante una buena parte del siglo XX, sin embargo, mucho de Carnegie Hill quedó alejado de las olas de desarrollo frenético del resto de la ciudad. Consecuentemente, sus admiradores señalan que tiene más integridad histórica, y todavía existen una serie de tiendas con particular personalidad. En cuanto a Central Park, el extremo Norte tiene sus únicos jardines formales, divididos según el estilo: italiano, francés o inglés, todos espectaculares.
Cuando mis amigos de Buenos Aires vienen de visita, siempre me preguntan si tengo algún lugar fuera del recorrido habitual para descubrir. Como verán, ya no quedan dudas: Carnegie Hill es el nuevo sitio favorito para llevar a las visitas.
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