La culpa la tiene el destino", dice ella con una sonrisa mientras relata el su sueño más fantástico hecho realidad. Cuando Argentina cerró sus fronteras al mundo, Luli Torn (26) quedó varada en una pequeña isla de sólo quince kilómetros cuadrados, ubicada a una hora y media de Bali, Indonesia. En Gili Trawangan, el mar –cálido y de un increíble turquesa– es el hogar de tortugas, corales y peces de mil colores; y la tierra, conquistada por palmeras, se convierte en la postal del paraíso. Además, la isla parece apenas tocada por la civilización: casi no hay autos y su población no supera los mil quinientos habitantes, por lo que el distanciamiento social se da de forma casi natural.
"La vida acá es muy tranquila y tiene una relación estrecha con el mar, y yo amo el agua, el océano, todo... Desde hace mucho que me quería ir de vacaciones a una playa y me tocó vivir en una por un largo tiempo", cuenta entusiasmada la actriz quien, desde que se instaló en Gili, también vive una gran historia de amor con el instructor de buceo belga Tom Mazur (32). "Me mudé con él apenas nos conocimos. [Risas]. Hoy estamos ‘re in love’. Te podría decir que lo nuestro es un amor en tiempos de apocalipsis: todo mucho más intenso; más rápido pero al mismo tiempo muy especial", confiesa.
Después de brillar en la popular tira de 2018 Cien días para enamorarse –en la que interpretó el personaje de Nancy Dupláa de adolescente–y más tarde en Argentina, tierra de pasión y venganzajunto a Eugenia "China" Suárez, Luli armó sus valijas y diseñó sus vacaciones en Asia. El 30 de diciembre partió hacia el otro lado del mundo y con un grupo de amigos recorrió Tailandia, Vietnam, Camboya, Malasia, Singapur, Filipinas... hasta Bali. "Recién a fines de enero nos llegó el rumor de que había un virus que se estaba gestando en China pero después no tuvimos más novedades... Yo hablaba con mis papás, que también son médicos, y algo me contaban, pero la realidad es que allá se vivió todo muy distinto. Recién cuando llegamos a Kuala Lumpur, la primera ciudad grande que visitamos después de mucho tiempo, nos dimos cuenta de la gravedad del asunto. Las calles ya estaban prácticamente vacías. Todo cambió cuando llegamos a Bali", explicó.
–¿Por qué?
–Con conexión y wi fi, recuperamos el acceso a la información y ya se estaba hablando de una posible cuarentena obligatoria en Argentina. Mi amiga Juli, que viajaba conmigo, decidió sacarse un pasaje de vuelta a Buenos Aires, porque para ese entonces ya había versiones de que iban a cerrar fronteras y los aeropuertos quedarían cerrados. Y ahí tuve que tomar una decisión. En ese momento, Bali parecía un lugar seguro. Pero al poco tiempo, ahí también se empezó a poner heavy. Con unas turistas que conocí en un hostal dejamos la ciudad y cruzamos a las islas Gili y al tercer día de nuestra llegada, terminaron cerrando la isla al turismo. Los resorts, las escuelas de buceo, los restaurantes... todo. Hoy la ves y es una isla casi desierta.
–¿Sentís que esa fue una buena decisión?
–[Lo piensa unos segundos]. Creo que fue la mejor decisión que pude haber tomado en ese momento y de casualidad me salió bien. Porque también podría haberme salido mal, que sufriera como una loca y sólo tuviera ganas de volver a casa.
–Debe haber influido el amor...
–[Risas]. Sí, a Tom lo conocí en el barco de la escuela de buceo. Él es instructor, por lo que compartimos varias inmersiones en Gili. Si bien no estábamos en el mismo grupo –en ese momento yo estaba haciendo el curso para certificarme como buza avanzada–,sí nos veíamos seguido. Al principio fueron sólo intercambio de miradas pero después, cuando tuve que salir a buscar una habitación para mi estadía allá, me dijeron que él además administraba un hotel en la zona. Así que me acerqué para preguntarle si tenía habitaciones disponibles y ahí empezó todo. Fuimos a tomar unos tragos y qué te puedo decir, no nos pudimos separar desde ese entonces.
–¿Pensaste qué van a hacer cuando se abran las fronteras?
–Él también se lo está preguntando... Lo que sí tengo clarísimo es que mi carrera y mi vida están en Buenos Aires y no estoy dispuesta a renunciar a eso. Me rompí el lomo para llegar adonde llegué; no creo que pueda dejarlo y Tom lo sabe. Ya veremos cómo arreglamos lo nuestro... Si hay algo que aprendimos todos con la incertidumbre en medio de la pandemia es que hay que tratar de vivir las cosas día por día.
Soy una enamorada del mar... Todas las mañanas salgo a recorrer la isla y llevo conmigo el equipo de snorkel para ver tortugas, corales y peces
–¿Cómo es tu rutina en la isla?
–Me levanto, me hago el desayuno, si no tengo frutas y verduras, voy a comprarle a unas mujeres que venden en la calle principal. Después me voy a caminar y trato de recorrer toda la isla. Por lo general llevo conmigo el equipo de snorkel porque hay muchos peces, tortugas y corales. A la tarde ya me quedo en el hotel donde trabaja Tom y me tiro en la pileta. Antes de caer el sol salimos a andar en bici y vemos el atardecer en la otra parte de la isla. A veces pinto, escribo, me llevo mi libro. Cada tanto nos juntamos con los amigos de Tom de la escuela de buceo y vemos La casa de papel.
–¿Cuáles son tus desafíos cotidianos?
–Cuando una vive en una isla, la cabeza se desacelera en un cincuenta por ciento. Por supuesto que toda la situación global me preocupa, me llena de preguntas y miedos, pero la verdad es que yo desde acá no puedo hacer demasiado más que hablar con mi familia y mis amigos, informarme y dar aliento... El miedo a la falta de efectivo es un miedo constante; acá no hay tarjeta, no hay posnet. Tampoco tenemos wi fi, por lo que tengo que cargar un chip local con datos, y así y todo se nos complica si hay mal tiempo o falta de señal. Pero hay que esperar y tener paciencia, algo a lo que ya me acostumbré en todo este tiempo. Otro tema es que la isla en este momento está cerrada, no hay movilidad. Si uno se quiere ir, ya no puede volver, entonces pienso, si me llegara a pasar algo, no hay clínicas ni hospitales. Sólo hay una farmacia... y eso es una preocupación que tengo, pero trato de focalizarme en lo positivo y pensar que todo va a salir bien.
–¿Qué te quedá de esta experiencia tan inesperada?
–El aprendizaje que me llevo es que por más planes que tengas en la cabeza, por más puntos que uno quiera marcar en el mapa, el destino siempre es superador; a veces lo que te espera es mucho más de lo que alguna vez imaginaste, mucho más de lo que podés controlar. Hay que aprender a aceptar que por ahí la vida te lleva a lugares completamente inesperados. Tres meses atrás jamás me hubiese imaginado vivir esta situación, y acá estoy. Por primera vez en mi vida me encuentro disfrutando el día a día, el aquí y ahora, completamente incapaz de tomar las riendas de nada, sólo dejándome llevar.
Agradecimientos: Manta Dive Gili T, fotografías: Tom Mazur; Carla Ulldemolins Company; Anna Carrasco Linares y Jared Herb
Temas
Más leídas de Lifestyle
"No se merecía esto". Murió la anaconda más grande del mundo, que fue descubierta en el Amazonas hace semanas
Silencio, recuerdos y cartas con el Papa. Cómo vive Isabel Perón hoy: su hogar en Madrid, jubilación “de privilegio” y pensión militar
“Se notaba que quería vivir”. Cayó del camión rumbo al matadero, no tenía chances de recuperarse pero alguien quiso darle una oportunidad.