El período de mayor esplendor del hotel de Rosario de la Frontera fue el que estuvo al frente de la sociedad Seguí & Tornquist, a principios del 1900.
Personalidades de la vida social, política y cultural del país y del exterior llegaban a para disfrutar de los beneficios de las aguas termales. Entre ellos: Nicolás Avellaneda, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Martín de Güemes, Julio Argentino Roca, Roberto Payró, Bernardo de Irigoyen, Hipólito Yrigoyen, Lola Mora, Saavedra Lamas, Francisco Canaro.
Uno de sus dueños, el banquero Ernesto Tornquist, asiduo asistente al Mar del Plata Golf Club y reuniones de la sociedad porteña y marplatense, en una ocasión se contactó con el fotógrafo Mateo Bonnin y le propuso viajar a Salta para cubrir en su hotel la temporada invernal. Años más tarde, el doctor Ricardo Cranwell, presidente del Mar del Plata Golf Club, nombró a Bonnin fotógrafo oficial del club en 1915. Entonces Bonnin, al terminar la temporada veraniega en Mar del Plata, armaba sus valijas y viajaba a Salta desde el 15 de mayo hasta el 15 de octubre de cada año. Viajaba en ferrocarril durante 40 horas.
Vida social en el hotel
En la entrada principal del hotel se encontraba la sala de recepción de turistas, actual hall central y administración. A sus lados, y en diferentes pisos, estaban las habitaciones, el comedor, el salón de té, el salón de baile, un casino y pabellones para masajes terapéuticos, baños termales con piletones al aire libre, un consultorio, enfermería y un laboratorio para análisis bioquímicos. Contaban con servicio de telégrafo y un espacio donde se despachaban las valijas y encomiendas.
La oficina y el laboratorio de fotografía se encontraban en el ala izquierda del hotel, zona demolida hace varios años. El estudio fotográfico estaba muy bien equipado, provisto de cámaras para fotografiar y filmar.
Bonnin era un español muy galante, educado y cortés, que con su simpatía y forma de hablar conquistaba a su clientela. Fotografiaba a los turistas que acompañaba por las instalaciones del hotel, en paseos y excursiones por los alrededores de Rosario de la Frontera. También retrataba a los pasajeros en el salón central del hotel, sus galerías y pasillos: sentados en los sillones y alrededor de las mesas, disfrutando del jardín de invierno, caminando por la plaza, en los juegos infantiles y deportivos
No hay registros en los archivos con imágenes y/o postales de turistas tomando baños termales; por cuestión de respeto –cortesía hacia las damas pudorosas– el hotel no permitía tomas "en paños menores". Sin embargo, hay testimonio de simpáticos momentos de recreo deportivo y divertimentos, tales como partidos de golf en cancha de 9 hoyos, en la cancha de bochas ubicada junto al hotel, partidos de tenis en cancha de ladrillo, el tradicional juego del sapo en el parque y cabalgatas programadas: ejemplo de ello se encuentra en la revista Caras y Caretas, una salida en excursión a la Posta de Yatasto, entre otros de tipo turismo aventura. Otras visitas con muchos registros son las religiosas, visitas deseadas por los feligreses a la ascensión a la Cruz del Cerro, la Iglesia de la ciudad Nuestra Señora de Rosario de la Frontera y el paraje El Naranjo.
A la tardecita, las damas iban al salón de peluquería y los señores al barbero. Algunos aprovechaban los masajes con cremas y terapias especiales. Las cenas en el salón comedor eran muy elegantes. Los chefs se especializaban en cocina francesa y los mozos –que lucían uniformes con guantes blancos– eran educados en las reglas del buen servicio. Los señores solían asistir a la sala de juego del casino, ubicado al costado del salón comedor. Por la noche, concurrían al salón de baile con sus mejores galas, ataviados con sombreros y trajes a la moda europea, al igual que las damas de la alta sociedad que los acompañaban. Apellidos ilustres como Álzaga Unzué, Anchorena, Zuberbühler y Saavedra Lamas, visitaban el lugar en los años 40.
Así como fotografiaba a la gente de sociedad, lo mismo hacía con el personal del edificio que trabajaba en sus tareas diarias. El hotel contrataba compañías de teatro, orquestas de tango, jazz y folclore. Poetas y humoristas llegaban para participar de festivales y fechas patrias.
Bonnin, como buen periodista y corresponsal gráfico, ante visitas importantes y/o acontecimientos festivos enviaba imágenes con sus respectivas descripciones por correo, telegrafiaba a las oficinas de la casa central de la revista Caras y Caretas de Buenos Aires y Fray Mocho –entre otras–, para su publicación. Y recibía avisos para cubrir notas o sucesos históricos en provincias aledañas.
Al final de su jornada laboral, Bonnin se dirigía a su laboratorio para revelar y copiar fotografías y seleccionar las mejores para mostrar a su clientela.
Editó postales de la fachada del hotel y sus instalaciones, el Inhalatorio Termal –especial para el tratamiento de patologías crónicas de las vías aéreas y baños de vapores tipo sauna–, la fuente de agua Vichy (una canilla de agua potable con propiedades minerales que llegaba directo de la vertiente), los parques y alrededores.
Estas imágenes las editaba e imprimía en formato de postal, las exponía y vendía en el salón de recepción del hotel y en un local cercano a su laboratorio, donde funcionaba una estafeta postal. Los turistas las compraban y las enviaban a sus relaciones sociales, lo que resultaba en una excelente publicidad para el destino y el hotel, y garantizaba el éxito de la temporada siguiente.
Mercedes Inés Monteverde es autora de Fotógrafos de las Ramblas de Mar del Plata, Bonnin y Suárez. 1900-1945- Edición 2013, Mar del Plata. Próximamente, Mateo Bonnin, pionero en la fotografía argentina (1902-1935).
Página web en preparación www.mercedesmonteverde.com
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