En una esquina de Boedo, donde se cruzan las calles José Mármol y Salcedo, hay una murga que baila en silencio. Cuatro murgueros vestidos de azulgrana, entre cuervos y papelitos que vuelan. Están pintados en una ochava sobre la que hace 40 años asomaba una tribuna del Gasómetro, el viejo estadio de tablones de San Lorenzo de Almagro.
Ese mural fue el primero que pintó el Grupo Artístico de Boedo, en 2012. Y fue el primero de una obra que, siete años después, ya cuenta con 120 murales distribuidos entre Argentina, Brasil, Uruguay, Bélgica, España y Alemania.
Con San Lorenzo como emblema, el Grupo Artístico de Boedo pinta murales en ciudades de Latinoamérica y de Europa.
"Hoy, las paredes de Boedo cuentan historias. Algunas se estaban perdiendo y ahora están vivas. No se trata de decir que somos los más grandes, ni los mejores, sino de decir acá estamos, esto es lo que somos", explica Pepi Garachico, uno de los miembros fundadores del grupo.
Facundo Trejo, el que tuvo la idea de realizar el primer mural, refuerza: "La historia de San Lorenzo está atravesada por la construcción social y eso es una marca identitaria".
Ahí están, entonces, en las paredes del barrio, las historias que el Grupo Artístico de Boedo quiere recuperar: Jacobo Urso, el jugador que murió tras negarse a salir en un partido después de fracturarse dos costillas; Farro, Pontoni y Martino, el tridente ofensivo de los años 40. La Negra Petronila, que se hizo famosa por seguir a San Lorenzo en los años 30, y también Elías Castelnuovo y Roberto Arlt, referentes de los escritores que se nucleaban en el barrio. Y ahí, en la frontera con Parque Patricios, se abrazan un hincha de San Lorenzo y uno de Huracán.
La identidad como sello
Hoy, el grupo tiene 10 miembros estables, que se autogestionan y se organizan horizontalmente. Y desde el año 2015, pintan también en otras ciudades. "Hay hinchas de fútbol de todo el mundo que miran los videos de la hinchada y se enamoran del club", cuenta Trejo. "Así conocimos a Ferdinand y Andreas, un belga y un alemán que vivieron en Buenos Aires, y después nos permitieron pintar en sus países".
En todas las ciudades que visita, el grupo toma algunos rasgos del lugar y pone su impronta, para intentar plasmar lo mismo que en Boedo: identidad. Así, en Barcelona fusionó el trencadís —la técnica de cerámicas fragmentadas que popularizó Gaudí— con el filete porteño y también estampó a Serrat en una persiana de su barrio natal.
En Montevideo, pintó a los músicos Alfredo Zitarrosa y Daniel Viglietti, y emuló el estilo de Páez Vilaró y el universalismo constructivo de Torres García. En el estadio del Standard Lieja estampó el escudo y las iniciales del club y en el del Sankt Pauli —un club obrero y antifascista de Hamburgo, Alemania— pintó a la hinchada bajo la frase "Kein mensch ist illegal": ninguna persona es ilegal.
Andreas Jasiulek, el alemán que hizo el contacto en Hamburgo explica: "Si las hinchadas europeas quieren desarrollar su forma de expresarse, deben mirar a Latinoamérica. Tendríamos que crear el Grupo Artístico de Sankt Pauli".
El sueño más grande del Grupo Artístico de Boedo volver a construir el estadio en avenida La Plata, donde el club tiene sus raíces. Mientras tanto, el objetivo es seguir expandiendo las fronteras. Conquistar el futuro, con prepotencia de trabajo.
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