
Te contamos qué necesitás tener en cuenta para el piso de este espacio. Mirá la guía de preguntas y sacate las dudas.
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¿Cómo vas a usar la cocina? En este punto es importante considerar qué tipo de uso tendrá este ambiente. ¿Estará destinada solamente a la preparación de alimentos o funcionará de uso central para la familia y como epicentro en reuniones con amigos?
¿Qué presupuesto tenés? Analizá la relación costo beneficio. Pensá que una forma de ahorrar es amortizando la inversión inicial a largo plazo. En este punto es clave recordar que este tipo de piso estará sometido a muchas exigencias.
¿Cómo elegir el estilo? En función del estilo y los muebles. Si la cocina es integrada, elegí el mismo piso para todo el espacio. Excepto que sea delicado de mantener como los flotantes, madera o alfombra para lo que tendrás que buscar algún tipo de límite con varillas de metal o una mini-diferencia de altura de no más de 10 cm entre la cocina y el resto del espacio.
¿Qué tener en cuenta sobre sus características para un buen mantenimiento? Elegí las alternativas que sean simples de limpiar. Evitá los que sean muy texturados porque resultan difíciles de limpiar o los muy lisos porque húmedos pueden ser peligrosos. Los blancos o negros también son difíciles de mantener con aspecto limpio.
Las mejores opciones
Alisado de cemento o micro-cemento: no necesitan gran mantenimiento, más que un curador al tono del piso cada tanto aplicado como una cera. Al confeccionarlos podés darle color con ferrites si es alisado de cemento tradicional. Los de micro-cemento ya vienen con esta característica de catálogo. En ambos casos se los puede intercalar con otros materiales como fajas de madera, baldosas calcáreas o piedra.
Cerámica: es de fácil limpieza, muy resistente y con gran variedad de diseños lo que permite utilizarlo en múltiples estilos. Puede ser con terminación esmaltada o no, como en el caso de la cerámica roja de terraza, a la que habrá que curarla para cerrar los poros. Este procedimiento se hace con ácido muriático diluido en agua, siempre dejándolo actuar y enjuagando bien. Luego se limpia con detergente y se le aplican un par de capas de cera en pasta (si es que no trae este tratamiento de fábrica).
Granito: es duro, soporta muy bien el roce y es muy resistente a las manchas con una porosidad sumamente escasa y una impermeabilidad única de modo que no acumula suciedad y se mantiene pasándole el trapo de piso.
Porcelanato: no necesita ser curado ni tratado después de su colocación con ningún producto. Es muy duradero resistente y de fácil mantenimiento.
Venecitas: son de alta resistencia al uso, su color se mantiene inalterable con el paso del tiempo. Se puede combinar con otros revestimientos materiales.
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