¿Jugo de naranjas o café con leche?: qué conviene tomar primero en el desayuno
La costumbre de tomar café con leche y jugo de naranja en el desayuno se contradice con la creencia de que la leche y la frutas no combinan bien y pueden causar malestar estomacal. El problema radica en que la leche se "corta" a causa de los ácidos de la naranja y otros cítricos lo que, según el mito popular, puede provocar vómitos, diarreas y otros síntomas irritantes.
Parece que en algunos casos, sobre todo en personas con problemas digestivos, no es muy ideal tomarlos en el desayuno, pero no es tanto por el orden en que se toman sino al hecho de que sean precisamente esas dos bebidas. Uno por ácido y el otro porque requiere un largo proceso digestivo.
La creencia popular establece que el orden correcto para evitar problemas estomacales es primero la fruta, en este caso el jugo de naranja, y luego la leche, en este caso en el café. Hay quien afirma incluso que es mejor dejar que pasen entre cinco y veinte minutos entre la fruta y la leche u otros alimentos.
Cuánto tardan en digerirse
La creencia sostiene que el zumo de la naranja es muy ácido y se digiere con mucha mayor rapidez que la leche. Especialmente lenta de procesar en el estómago a causa de la gran cantidad de proteínas y grasa que esta contiene. Si se toman al mismo tiempo, el zumo de la fruta acabará estando demasiado tiempo en el estómago antes de ser digerido y puede causar acidez y malestar en el estómago.
La ciencia concluye que, no importa cuál sea el orden en que las tomemos en el desayuno, y aún así no se tome zumo de cítricos, la leche acabará cortándose en el estómago debido al accionar de los jugos gástricos, especialmente el ácido clorhídrico, mucho mas potente que el ascórbico de la naranja.
Aunque no hay que tirar por la borda la creencia popular, que se basa más en cuestiones prácticas. Tiene su lógica tomar antes el jugo porque no conviene inicie su proceso de oxidación y pierda sus propiedades. También resulta más lógico beber antes algo que está frío y se toma en un par de tragos, que un café con leche, que se mantiene un rato caliente y se bebe a sorbitos saboreándolo.
Un proceso natural
Cuando se dice que la leche se "corta" significa que esta se altera por la acción de microorganismos que crecen en ella, degradan la lactosa y producen ácido láctico. Cuando este aumenta mucho, las proteínas de la leche, llamadas caseínas, no se mantienen solubles y precipitan, es decir, se separan del líquido.
¿Cómo ocurre? Es fácil de comprobar si se mezcla en un vaso de zumo de una fruta ácida y leche. En pocos segundos, arriba quedará un líquido blanquecino, y abajo una masa más sólida y grumosa, que son las proteínas. De hecho, ese mismo principio es el que se emplea para hacer yogur.
Pues bien, un proceso similar sucede en nuestro estómago cada vez que tomamos leche, por el efecto del ácido clorhídrico. Es decir que la leche que tomamos, sea con o sin zumo, siempre se corta en nuestro estómago. Y no siempre nos causa malestar, a excepción de las personas con intolerancia a la lactosa.
TRUCOS DE COCINA QUE TE AYUDARÁN A AHORRAR
- Evitá las verduras ya cortadas
Ser un poco perezoso en la cocina suele salir caro, así que a la hora de ahorrar lo primero es tener un cuchillo y demostrarte a ti mismo que eres capaz de cortar esa cebolla o zanahoria. No te harás millonario, pero si practicás mucho eso del corte puede que te ahorres algunos centavos para un gustito.
- Nada de desechar verduras y frutas: cremas y batidos
Aquí no se desperdicia nada, como diría la abuela, y más si queremos ahorrar. Las frutas y verduras que estén un poco marchitas pueden tener una segunda vida en forma de sustanciosas cremas y refrescantes batidos. ¿Un plátano mustio? A la batidora con un yogur y tenemos un delicioso batido.
- Hacé caldos
No solo como ingrediente para otras preparaciones, sino para improvisar una sopa salvadora. Comprarlo hecho no siempre es buena idea. Pon un día la olla y preparar unos litros de caldo para, de paso, aprovechar algunas de esas verduras que ya no están para aguantar más tiempo.
- Buscá productos de temporada
El sentido común es básico a la hora de hacer las compras y pensar en el menú de la semana o el mes. Si somos de ir al mercado será fácil saber qué está de temporada porque será lo más económico. A partir de ahí, solo hay que pensar qué cocinar con eso que hemos comprado a buen precio en el supermercado.
- Cortes de carne más baratos
Ser carnívoro también es compatible con ahorrar. Es más cuestión de saber comprar que de saber cocinar y tener claro que no siempre los cortes más caros son los más exquisitos. ¿Has probado los contramuslos de pollo? Mucho más barato y sabrosos para, por ejemplo, acompañar con un cremoso puré de papas.
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