
Restaurantes / Cocina porteña
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Dos reductos de barrio
Esta vez nos ocupan dos restaurantes de barrio, que cultivan esa cocina de origen casero apreciada por todos, especialidades de diversos orígenes que los porteños hemos adoptado como propias, refugio bienvenido frente al furor de la fusión y la globalización. Dos restaurantes de barrio, de esos que para muchos son una extensión de las propias casas, adonde se puede ir con los chicos y sin preocuparse demasiado por el atuendo, lugares donde comer preparaciones previsibles sin desequilibrar el presupuesto.
Uno de ellos está situado cerca de la estación La Lucila, y los habitantes de la zona y alrededores lo frecuentan y recomiendan. El lugar es sencillo, pero agradable, con paredes de ladrillo, piso de baldosas coloradas y poco más. Tiene el encanto adicional de una vereda amplia con árboles añosos, donde comer es un placer. Su dueña se llama Helena Noonan y a su ascendencia anglosajona se deben algunos platos como el pollo al curry ($ 12), la cheesecake (5) o el apple crumble , una de las mejores opciones entre los postres. Además, ricos bocadillos de acelga, milanesitas de queso (5), ensalada caprese y berenjenas napolitanas (7). Hay matambrito de cerdo y carré del mismo animalito (ambos, 13), medallones de lomo, con papas fritas (buenas) o noisette. Los pescados grillados, con salsa tártara, todo en porciones abundantes y con la tónica de comida sabrosa, en su punto, de precios adecuados, que lo han convertido en un crédito de la zona.
Con características parecidas, el segundo es un pequeño restaurante que se autodefine acertadamente como porteño, situado a metros del parque del Centenario. La puesta es pulcra, con una zona de espera enfrentada a un mostrador y dibujos de Sabat sobre el Gordo Troilo como casi único adorno sobre las paredes. Los menús son cuadernos de escuela y algunos de los platos, que se enuncian con ingenio, son archiclásicos como matambre (5) o brochettes diversas (9). Muy ricas las berenjenas con tomates secos, apetecibles las cintitas tan caseras como el resto de las pastas (5,50), que se completan con salsas más en boga y pescados (faltantes la noche de nuestra visita), que aumentarán su presencia al igual que las pastas en la carta que pronto regirá. Tarta de manzana, flan y helados son algunos de los postres (3,50). La amabilidad compensa parcialmente la falta de profesionalidad, y las porciones son más que abundantes.
La Bataraza Rawson 3889, La Lucila; 4711-6661. Abre de martes a domingos, sólo por la noche y domingos, al mediodía. Principales tarjetas de crédito.
El Ragú Bravard 1170; 4856-2782. Abre de martes a domingos, por la noche; sábados y domingos, también al mediodía. Tarjetas de crédito.
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