Sandro de América
Un club de barrio se viste de show bailable y el salón se va llenando de faldas por la rodilla y tacos cuadrados de media altura, jopos y vinchas. Los 60 invaden la escena. Como dijo Edith Head, la vestuarista más importante de Hollywood, “lo que hace un diseñador de vestuario es un cruce entre magia y camuflaje”.
Suena música de rock and roll y en el escenario el cantante quiebra su cadera y le dedica miradas a la chica de vestido rosa que baila sin parar. Él es Roberto Sánchez; ella, Silvina, y frente a mí se recrea uno de los primeros shows de Sandro y Los de Fuego. Calu es la actriz que interpreta a esa novia que lo marca, con la que comparte sus primeros momentos de fama. Siento el amor, la música, el ritmo que me recorre por dentro. Estoy en Valentín Alsina en los 60 y, de pronto, ¡Corten! Adrián Caetano sonríe.
Aquí está todo lo que amo: moda, cine y familia. Los días de rodaje de mi hermana son la excusa para compartir nuestras profesiones.
“Sandro fue el primero en usar un blue jean. La gente los veía en las películas de James Dean, pero sólo él se les animaba en esa época. Le decían el loco.” Las referencias las da Ruth Fiscehrman, jefa de vestuario de la serie televisiva que anoticiará a las nuevas generaciones sobre este muchacho que con decisión llevaba el cuello de la campera levantado y escandalizaba con carisma y sensualidad.
Sabe de lo que habla: se hizo un trabajo de investigación sociológico sobre la moda del país y el mundo. En mis manos tengo un gran libro con referencias aportadas por vecinos y, por supuesto, por las nenas.
Desde sus inicios, Sandro sabía que el vestuario sería un gran catalizador de su imagen, siempre acompañando su despliegue escénico. “No pueden faltar los lunares en la gitaneada, el pañuelo en el cuello, el traje de cuero en el Madison Square Garden. Nos metimos en su época, definimos una geometría de la que se desprende toda su veracidad”. Sandro lo hizo todo: rock, new romantic, opera glam y bolero latino.
La autora es socióloga y blogger de moda
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