Señor entrenador, hay una chica con micrófono en mi vestuario
Les cuesta bastante superar los prejuicios machistas del medio, pero de a poco las mujeres se van metiendo en el mundo de los comentaristas y cronistas de fútbol argentinos. En otros países, la irrupción femenina es una realidad de polleras bien puestas.
En la pantalla, muy divertidos, Víctor Hugo Morales y Adrián Paenza anuncian la nota realizada al árbitro que dirigió el partido de la jornada. Desde el móvil, la mirada de Aníbal Hay resiste a la de la blonda cronista de figura sinuosa, que espera la señal de aire para presentar su reportaje. Se enciende la luz y la joven con voz de corneta lo saluda: "¿Que tal el partido, Castrilli?" El árbitro empalidece. Carcajadas de fondo en el estudio.
La chica salió del programa como barrida por el viento. También el ciclo Más leña al fuego , incluida toda su producción masculina, que bien podría haber evitado semejante crueldad en vez de exponer al género femenino a la recurrente sugerencia de que mejor le queda fregar platos. Un triste papel, que no necesariamente condena al resto de la especie.
Por alguna extraña razón, cuando se habla de fútbol, irremediablemente se habla de hombres. Como un destino inexorable, como un sinónimo irremisible. Alianza abstracta al fin y al cabo, pues nadie dejó escrito en ningún lugar de esta Tierra que algo nos pertenezca por meras razones sexuales.
Mientras los muchachos, presos de la euforia colectiva, insisten en que el fútbol es cosa de pantalones, muchas mujeres, sin hacer ruido, ya se instalaron plácidas en ese exclusivo mundo de césped verde y tribunas afiebradas. Pero no todas las amantes de este deporte tienen suerte. Pocas periodistas especializadas han logrado introducirse con éxito en los programas de televisión o radio, que en la Argentina están minados de hombres jóvenes y no tanto, que las miran de reojo y celebran con una risita venenosa el primer furcio de las novatas. La ausencia prueba que sólo una de cada diez subsiste dignamente. Un mal día lo tiene cualquiera, pero cuando se trata de fútbol, los señores no perdonan.
Así parece ser el caso de la periodista deportiva Eglis Giovanelli, que estuvo a punto de integrar el panel del nuevo ciclo de Canal 9 Polémica en el fútbol . Una semana antes de la primera emisión, una llamada telefónica la dejó fuera de carrera.
"Durante días, la producción del programa me llamó una y otra vez para formar parte del staff. Hablé en varias oportunidades con Jorge Rial, el conductor. Todo iba bien, yo estaba muy entusiasmada -explica Eglis-. Tuve una posterior entrevista con Gustavo González para sellar no sólo el acuerdo sobre mis honorarios, sino cómo sería mi participación. Pero una semana antes me llama por teléfono el mismo González y me comunica que por ahora no van a incorporar mujeres al panel, que podía llevar a mis auspiciantes, pero no tener espacio dentro del programa. Quedé muy dolida, pero no me quedé con esa respuesta y pregunté a amigos que trabajan dentro de la producción para saber la verdad. Así me enteré de que el señor Diego Bonadeo había puesto como condición para participar del ciclo que no hubiera mujeres en el panel."
La trayectoria de Eglis Giovanelli dentro del fútbol tiene tantos años como ella misma. En Las Rosas, su pueblo natal ubicado en la provincia de Santa Fe, la vida giraba en torno de una cancha de tierra que humildemente representaba al Club Almafuerte.
Todos los habitantes, no más de cinco mil, formaban la incondicional hinchada, pero la más fanática era su madre, que desde chiquita la llevaba a ver todos los partidos. Sentía pasión por la pelota y, apenas el equipo salía de gira por el interior, cargaba a sus cuatro hijos muy pequeños y allá partía en el micro desvencijado que acompañaba al cuadro de sus amores. Era más que una ferviente espectadora pues, junto a sus primas y hermanas, se calzaba los botines en los torneos femeninos, donde gambeteaba grácilmente a las rivales con sus frágiles piernas, igual que un profesional avezado. Toda una transgresora en los albores de los años cincuenta.
"Tenía apenas 22 años cuando empecé a trabajar en La Oral Deportiva con el Gordo Muñoz, pero no hablaba de fútbol, sino de natación".
Sabía lo que quería. Su carrera despuntó vertiginosa y después de trabajar en la revista Gente, coordinó la transmisión del Mundial del 78 para dos cadenas extranjeras. En 1980, el productor Carlos Montero la introdujo en los devaneos de la televisión para hacer finalmente lo que tanto le gustaba.
Eglis Giovanelli: "Aceptan que una mujer entreviste a los jugadores, pero no admiten que opine sobre fútbol. Si hacés eso, es punto final"
"Empecé a hacer notas y fui una de las primeras mujeres que se metió en los vestuarios, cuando el tema era todo un mito y sigue siéndolo, porque dicen que los jugadores están desnudos y no es así: todos tienen una toalla en la cintura. La primera vez que entré en un vestuario fue en el de Boca, cuando estaba por salir campeón en 1981. Me acuerdo que teníamos una transmisión en directo para Canal 13 y los de Crónica no me dejaban pasar. Me metí lo mismo y les hice notas a los jugadores que estaban en la bañera. En Córdoba, antes de un partido, un señor de seguridad empezó a los gritos: ¡¡¡Hay una mujer en los vestuarios!!! Hasta que uno de los muchachos salió y le dijo: Déjela, ella viene siempre ...", recuerda con satisfacción.
"Hay un punto final cuando se trata de opinar sobre fútbol: no te dejan. Puedo ir y preguntarle a un tipo ¿cómo fue tu gol?, ¿estás contento?, ¿terminaste cansado?, pero no preguntarle por qué estuvo parado todo el partido. Creo que el comentario irrita a los hombres."
En otros rincones del mapamundi, las tendencias muestran exactamente lo contrario de lo que sucede en estas latitudes.
Los registros indican que desde 1979, en España, Maricarmen Izquierdo llevaba la voz cantante en su programa Desde la cancha , que salía a las 13 los domingos con trasmisión directa de los preparativos del clásico de la jornada. Un ejemplo más reciente se vio durante los Juegos Olímpicos de Atlanta, cuando la prestigiosa cadena NBC confió los comentarios sobre fútbol a la joven Analía Giardino, periodista argentina oriunda de Rosario, que se desempeñó, exultante, durante todo el acontecimiento.
Vale destacar que la productora general de la NBC, que ya compró los derechos de Francia 98 y de los Juegos Olímpicos de Japón y Corea, es una señora llamada Pat Bredtley, lo que permite vaticinar que habrá canilla libre para locutoras.
Actualmente, por Cablevisión, puede verse a las españolas opinar sobre todos los deportes, igual que a través de la cadena Caracol de Colombia, que tiene como directora y columnista de fútbol también a una mujer.
Pero quizá más aleccionador para quienes todavía creen que el misterio de la cancha sólo lo develan los hombres es el caso de la italiana Pina Levi, número uno de los comentaristas de Mediaset, la empresa del multimedio de Silvio Berlusconi. Esta dama de voz aterciopelada, que brilla con luz propia entre otras diez periodistas estrella en el campo de los deportes en Italia, ha recorrido un largo camino en el firmamento del fútbol italiano, tan apasionado como el argentino, y quizá más evolucionado en cuanto a sus criterios.
No sólo fuera del campo de juego es que han ganado espacios, pues las damas avanzan arrasando a su paso con dinosaurios, mitos y leyendas de marimachos. Se sabe que hoy en algunos colegios ingleses de esta ciudad se ha sumado la práctica del fútbol a la enseñanza de educación física, que se incorporó oficialmente a los Juegos Olímpicos y que las selecciones mundiales se están jerarquizando, al punto de que los cuadros de fútbol femenino pagan precios altos por las jugadoras de nivel, como el pase reciente de la escandinava Mia Hang, por la que se llegó a pagar un millón de dólares.
En el año 1991 se disputó el primer mundial en China, con 3700 chicas federadas. En 1995, en Noruega, se enfrentaron ocho equipos de América y otros tantos de Europa. Si no fallan las estadísticas, todo indica que en el 2000 habrá más de 20 millones de mujeres dentro de las canchas.
En la Capital Federal y el Gran Buenos Aires existen 24 equipos de señoritas con piernas bien torneadas; y el plantel nacional se entrena para disputar el mundialito que se jugará en México.
Pero en el campo estrictamente periodístico, en Buenos Aires los progresos marchan lentos y sin tanta espectacularidad. Un grupo de siete egresadas de la escuela de Fernando Niembro y Marcelo Araujo intentó romper con el prejuicio llevando a cabo su propia idea. Después de ensayar un año y pulir el producto hasta el último detalle, experimentaron en la AM 1230, de Banfield, con el ciclo Mujeres en el fútbol , que salió al aire el 10 de marzo de 1996. Susana Guerín, una de las conductoras, recuerda: "Los comienzos fueron duros, pero la gente de la radio nos apoyó. Relatábamos y comentábamos todos los partidos, pero se necesita mucho dinero para poder hacerlo bien. No teníamos mucha audiencia, hasta que conseguimos el auspicio de Reebok. Ellos intentaron meternos en radios de mayor alcance, pero en todas les dijeron que no. Nunca nos sentimos discriminadas porque sabemos que esto es un proceso lento. En una época se decía que las periodistas iban a los vestuarios a hacer levantes, y eso es perjudicial para las que somos serias".
Ante la negativa de las emisoras importantes, las chicas no se dieron por vencidas: consiguieron un espacio en FM Sur 102.7, donde sumaron auspiciantes y horario pues se dan el gusto de salir todas las mañanas, además de los sábados, de 19 a 21. Opinan, transmiten y son reconocidas en el ambiente. "Todos nos tratan muy bien, quizás a los periodistas más grandes les choque un poco por una cuestión de generación, pero a los más jóvenes, para nada, como en los casos de Sergio Hendler o Diego Fucks. Al contrario, son los que más nos apoyan."
No cabe duda de que las periodistas deportivas imprimen oxígeno entre tantas imágenes gastadas. Como Cecilia Pirolo, uno de los rostros más frescos a los que apostó Torneos y Competencias.
Cecilia tiene apenas 24 años, pero sabe tanto como sus maestros. Desde que aprendió a caminar jugó al fútbol con sus primos en la quinta de la abuela y aprendió a leer hojeando cien veces cada ejemplar de El Gráfico, revista que colecciona desde entonces. Su vida es fútbol. Unica hija mujer, creció en la platea acompañando a su padre durante los desvelos de San Lorenzo, hasta que en recompensa su progenitor la llevó a sufrir por su equipo preferido, que hasta hoy mantiene en secreto por una cuestión laboral. Es toda una promesa.
Cecilia Pirolo: "Jamás me sentí discriminada. Los hombres me pusieron donde estoy. Sé que no es lo usual, pero no puedo decir más que gracias"
Tiene los ojos color caramelo, los dientes blanquísimos perfectamente alineados y unas medidas que harían suspirar a cualquier caballero. Es extremadamente sencilla y no tiene más que palabras de agradecimiento para quienes le dieron la oportunidad de su vida. "Jamás me sentí discriminada, porque en definitiva trabajo entre hombres, me siento muy cómoda y fueron ellos los que me pusieron donde estoy. Sé que no es lo usual, pero no puedo decir nada más que gracias", explica Cecilia.
Todo la conducía hacia el deporte, pero se decidió a estudiar medicina hasta que su mamá la alentó para que ingresara en la escuela de Niembro, donde cursó tres años rodeada por treinta varones de su edad. Junto con algunos compañeros, consiguió un espacio en FM Sarandí, donde armaron un programa, y Cecilia cubría los partidos de San Lorenzo y de Racing.
Tal era su obsesión que iba todos los días a los entrenamientos de ambos equipos y no se perdía ningún movimiento en el campo.
"Los chicos me decían que no hacía falta, pero para mí ese trabajo era todo. Conocés a mucha gente, tenés mejor información, los jugadores te conocen y ven que te preocupás. Mi primera entrevista se la hice al Mono Navarro Montoya, y hoy me saluda cada vez que me ve. Cuando lo conocí a Maradona, no sabía si pedirle un autógrafo o hacerle la nota. No lo podía creer", cuenta, como si quisiera seguir reviviendo ese día.
"Me hice amiga de dos chicos de otras radios y entré en La Red, al programa Todo Racing , y también en Radio Bahía, en Belgrano. Mientras seguía estudiando medicina, ese verano me llamó Niembro a casa porque me había propuesto para hacer el micro deportivo en Soufflé a la tarde , en ATC, junto con Moria Casán y Luis Beldi. Hice un piloto de mi idea y quedé. Cuando terminó, me llamó Araujo y me propuso una reunión con Avila para Torneos y Competencias. Yo no lo podía creer, porque empecé muy de abajo y sin pretensiones. Así me encontré un domingo cubriendo Independiente-Ferro con Elio Rossi como comentarista y Julián Rico en el relato. Quedé los sábados en el codificado del interior, con Mariano Clos y Niembro."
No se planteó las diferencias como algo tangible en su caso particular, puesto que no le interesa competir con sus compañeros y tampoco opinar, por más que se sienta capacitada para hacerlo. Sabe que el ambiente es duro para algunas mujeres, pero es feliz con su trabajo y muy moderada con sus expectativas. Mientras se enfunda en un elegante abrigo verde, activa su teléfono celular y programa el resto de la tarde, su imagen se feminiza y es difícil asociarla con el lenguaje de las camisetas sudorosas o los vestuarios repletos de muchachos a punto de entrar en la ducha.
"Eso es una pavada. Yo los espero a la salida o, de última, les pregunto desde afuera si están todos vestidos y puedo pasar. Los jugadores son muy respetuosos. Jamás me subestimaron por ser mujer ni me dieron notas por eso".
No es una novedad. Todos saben que la revolución femenina hizo trizas la identidad de muchos varones acostumbrados históricamente a ser protagonistas de todo.
Dicen que la misoginia es una forma de la ignorancia que va camino de la extinción.Los más reticentes a vencerla son las generaciones educadas en los desteñidos conceptos de la virilidad. Quién sabe cuándo terminarán de limarse las últimas asperezas que nos quedan en este planeta, pero seguramente falta poco para que las damas abandonen definitivamente el banco de suplentes.
Marina Gambier
Fotos: Daniel Pessah y Gustavo Amarelle
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