Temporada de chismes y chismosos

Y sí, somos chusmas. No hay con qué darle y habrá que reconocerlo, sin más.

Puede que el escenario "chusmeril" sea el barrio o el pueblo, con comentarios y novedades de lo que sea pero, sobre todo, sentimentales, que involucran a parientes y vecinos.

Puede también que el contexto del chisme sea más masivo, televisión, radio o medios gráficos mediante. Esto ocurre cuando las usinas chismosas, en especial en el verano, se llenan de nombres de "famosos" acerca de cuyas vidas se dice y se comenta mucho, muchísimo, llenando horas de habladurías sobre quienes, a veces, se esmeran en aparecer en esas redes de comunicación pagando precios en ocasiones muy perniciosos para ellos y sus familias.

Por otro lado, suele decirse que los psicólogos son "chismosos con carnet" ya que en nombre de un servicio "bueno" se enteran de cosas que otros no conocen de las personas, pero, más allá de ese elemento que hace a la profesión de quien esto escribe, diremos que el chisme, si lo miramos bien, tiene un origen entendible y saludable, aunque en tal sentido se lo ha desvirtuado al confundirselo con el mero vouyerismo entontecido con el cual muchos lucran de mala manera.

¿El chisme algo saludable? Pues sí, porque su sentido primigenio es el de tejer red vincular dentro de la comunidad.

Si el lector cuenta con alguna abuela que conoce e informa los avatares de la vida de la parentela, se percatará de que ellas son las que mantienen la red afectiva de la comunidad familiar y son, también, las que le dan valor y cualidad de novela a hechos que, de otro modo, serían simplemente una información sin alma.

Ese entramado socio-emocional siempre fue importante para todas las comunidades. El relato de las novedades de la gente que a ellas pertenecen es como un tejido de novelas y, sabemos, las novelas son la vida contada de una manera que va más de un formulario de Registro Civil.

Si Pampita y Benjamín, o si Juan o María, no importa. Famosos o no, somos todos una suerte de gran pueblo, dentro del cual se tejen historias que alguien cuenta y que nos vinculan unos con otros real o virtualmente.

En un sentido no importa si esas historias son reflejo de la realidad de los hechos, aunque sí, sin dudas, reflejan la realidad de los mitos y categorías con las cuales las sociedades se consustancian. Claro, por otro lado, en la pira del sacrificio "chismeril" se han quemado vidas reales, por lo que es un arma de doble filo este ir y venir chismoso que hace a nuestra naturaleza "tribal".

Lo último ocurre cuando los dimes y diretes se contaminan de envidias, rencores, mentiras, calumnias y todas las calamidades del alma humana cuando sucumbe al vampirismo y a la mezquindad. En esos casos el daño puede ser enorme como bien lo saben quienes se ven manipulados por los buitres de la vida ajena, tal como le han pasado a gente, famosa o no tanto, que sufrieron avasallamientos de enorme injusticia y crueldad.

"Pertenecer" a alguna comunidad es algo anhelado por el ser humano, a la vez que el hecho de ser "ninguneado" es motivo de angustias y desasosiegos varios, al punto que hay quienes dicen que es mejor que hablen mal de uno, pero que hablen, que "no existir" y ser sólo silencio.

El tema da para mucho. Por algo un chisme bien contado, es decir: una novedad novelada sobre aquello que se oculta a la luz de la prosaica vida diaria, es un banquete anhelado por muchos, lo confiesen o no.

Es esencial no olvidar que se trata siempre de vidas reales que, como tales, ameritan respeto. Y también hay que recordar que el chisme suele decir mucho de quien es motivo del mismo, pero, si lo sabemos ver, mucho más dice de quien lo relata. El chisme cuenta cosas reales o no, pero, sobre todo, refleja con realidad palmaria al chismoso, y, por eso, es una excelente radiografía de los seres humanos, que hay que saber tener en cuenta a la hora de valorar a las personas y conocerlas en su verdadera naturaleza.

El autor es psicólogo y psicoterapeuta

@MiguelEspeche

Por Miguel Espeche

---

Conforme a