
Todos estamos en el libro gordo de VERAZ
De empresas privadas que proveen información comercial depende que nos concedan o nieguen un crédito. Ellas siguen de cerca, por ejemplo, nuestros atrasos en las cuotas y guardan registro de la historia completa de nuestros bolsillos
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Pedro anda con ganas de comprarse una casa nueva. Hugo decidió que era hora de cambiar su auto. A María -se le viene encima el cumpleaños de 15 de su única hija- se le ocurrió pedir un préstamo de mil pesos. Federico piensa: "¡Qué bien me vendría una tarjeta de crédito y una cuenta corriente!" Laura necesita un freezer y un microondas.
Pedro, Hugo, María, Federico y Laura saben lo que quieren. Después de gastar varios lápices, toman la determinación. Al día siguiente, con la fe intacta, la frente alta y la confianza en la cumbre del podio van a la inmobiliaria, a la concesionaria, a la financiera, al banco, al negocio de artículos para el hogar.
La decisión fue tomada. Pero la cosa no termina ahí. En realidad, empieza.
Sin saberlo -muchos creen que no habrá inconvenientes porque están convencidos de su capacidad de pago-, Pedro, Hugo, María, Federico y Laura dejarán de ser personas para convertirse en registros. Ellos, igual que otros millones de Pedros, Hugos, Marías, Federicos y Lauras serán rigurosa y cibernéticamente buscados, controlados, analizados y radiografiados -si se acepta el término- por un operador que, al fin, le informará a la inmobiliaria, a la concesionaria, a la financiera, al banco y al negocio de artículos para el hogar si sus eventuales clientes son o fueron morosos, son o fueron incumplidores, son o fueron solventes, son o fueron pasibles de inhabilitaciones definitivas o temporarias.
Cada uno de los registros que están guardados en el disco rígido de las empresas que ofrecen información comercial -tal los casos de Risk, Fidelitas, Síntesis, Veraz- funciona como una historia clínica donde se constatan los datos personales y trayectoria comercial y crediticia de una persona física o jurídica con el propósito de evaluar el riesgo de una operación comercial.
Un Veraz, por ejemplo, como hace rato quedó instalado en el folklore popular, marca el cielo o el infierno, determina el vía libre o el marcha atrás, es el pulgar hacia arriba, el voto de confianza o el pulgar hacia abajo, el dato lapidario.
Si bien existen otros organismos que desarrollan esta actividad (el Banco Central y las cámaras de comercio), "a Veraz -dice Alfredo Vicens, gerente general de la empresa- se la considera como la más desarrollada, especialmente desde el arranque de la convertibilidad, cuando el acceso al crédito se incrementó notablemente por la abundancia de oferta. Fue la primera empresa que logró concentrar la información de los grandes agentes de crédito en el mercado local, que son las entidades financieras. Se convirtió en líder hace ya unos diez años. Tenemos 23 millones de personas en nuestros registros".
-¿Cuáles son los límites de Veraz?
-Nosotros brindamos informes comerciales, para lo cual colectamos información estrictamente referida a la conducta comercial y crediticia de las personas. No brindamos datos personales que no se relacionen con el objeto principal.
-¿Si una persona pide un préstamo, y hace diez años estuvo presa, por ejemplo, sale en Veraz?
-No, para nada. No se considera útil a los fines de un crédito.
-¿Un particular puede pedir informe sobre otro?
-Nosotros estamos tratando de lograr que todas las personas tengan acceso a su propia información, para que esto se transparente. Ahora, está claro que no cualquiera puede tener acceso a información de otra persona. Existe el derecho de otra persona de acceder a información de alguien en tanto tenga un objeto válido, un propósito permitido; es decir, que tenga una operación de crédito para resolver o un acto comercial con esa persona.
Nosotros ponemos mucha exigencia y tenemos mucho cuidado en aceptar como adherente -que es nuestro concepto de cliente- a aquellas personas que están ejerciendo un tipo de actividad para la que es apropiado el manejo de información.
"Pedimos el compromiso del buen fin en el uso de la información que proporcionamos. No hay duda de que el que está por otorgar un crédito necesita esta información. Pero también necesita esa información un individuo que tiene un departamento para alquilar y debe saber el grado de riesgo que enfrenta.
Hay que diferenciar aquellos datos que son sensibles y privados de aquellos que son comerciales.
-¿Cuál es el costo de un informe?
-Ronda los 2,50 pesos. Pero no hay un precio unificado. No es lo mismo un cliente que nos pide 10.000 informes por mes que alguien que lo hace cada tanto. Manejamos precios en función de volumen.
-A ustedes, ¿los controla alguien?
-Esta actividad no está regulada. No existe todavía un ente que nos controle.
-Debería existir...
-Creo que es razonable en la medida en que estos servicios van adquiriendo una magnitud muy alta. Nosotros pensamos que tiene que haber una regulación y un ente de control. Hay algunos proyectos de ley en danza. Se manejan distintas ideas, pero no creemos que sea el Banco Central el más indicado. La existencia de un ente regulador va a ayudar a clarificar las reglas de juego.
-Cada uno tiene su historia comercial y crediticia. ¿El antecedente negativo queda o se blanquea transcurrido cierto tiempo?
-Este es un tema central. Está lo que se llama el derecho al olvido, en la jerga comercial. Y tiene relación con la historia. Por un lado, está el registro de un incumplimiento y se lo mantiene por el tiempo en que esa situación ha sido modificada o cancelada. Eso tiene un inconveniente: que esa información se utilice como una forma de extorsión. Es decir: pagame para que te levante; te denuncio porque no me pagaste y si me pagás te dejo de denunciar. A medida que se empieza a utilizar información positiva, además de la negativa, comienza a abrirse otro campo de pensamiento. Pero me parece injusto que haya que considerar solamente la información negativa sin poner en la misma historia todas las veces que esa persona pagó correctamente. En el mundo, se está avanzando hacia la información positiva.
-Ustedes dicen tener 23 millones de registros, pero cuesta imaginar que todos tengan historia crediticia.
-Es que el solo hecho de tener esos datos primarios -número de documento, dirección...- ayuda a verificar cualquier información.
-Todos estamos en la base de datos, entonces.
-Creo que eso facilita enormemente la construcción de datos para manejar información. Uno de los problemas de la Argentina es la falta de calidad de base de datos públicos. -¿Quiénes son sus proveedores de información?
-La DGI, el Banco Central y todos los bancos, básicamente.
-La Policía Federal, el Ministerio del Interior y la Secretaría de Inteligencia, ¿proveen información?
-No. No manejan información que para nosotros pueda resultar de interés.
-¿Figuran datos personales, no relacionados con un objetivo comercial?
-No necesariamente. Ahora, si los tenemos, los incorporamos.
-¿Qué pasa con sus empleados? ¿Qué control se ejerce sobre ellos?
-No es muy diferente del manejo habitual de cualquier empresa. Tomamos los recaudos, claro. El que pide una consulta, queda registrado y la persona que lo atiende también.
-En Veraz, ¿estoy yo y también el ministro de Economía?
-No hay ningún tipo de política de exclusión de la base de datos. No tenemos toda la información, porque sería imposible. Pero en función de los resultados, nos hemos convertido en el servicio más confiable de la Argentina.
En el último informe proporciononado por Veraz, referido a la marcha de los indicadores correspondiente a 1998, se sostiene que la evolución del nivel de riesgo dentro del sistema financiero tuvo, el último año, un tormentoso comportamiento.
"Las entidades financieras -apunta- incrementaron su nivel de actividad y aumentaron las consultas a la base de datos de informes comerciales de la empresa, pero aumentaron las presentaciones judiciales de todo tipo (concursos preventivos, pedidos de quiebra y juicios ejecutivos), así como la cantidad de inhabilitaciones de cuentas corrientes, dispuestas en razón de la emisión de cheques sin fondo."
El servicio de información comercial detecta lo que ocurre en la calle. Así, se pudo determinar que lo sucedido en 1998 fue preocupante, pero no tanto como lo acontecido entre fines de 1995 y principios de 1997.
El sector judicial mide la cantidad de presentaciones efectuadas ante la justicia ordinaria para resolver pleitos comerciales.
Durante 1998 -resume Veraz- se exhibió un incremento sostenido tanto de las quiebras como de los concursos contra el año anterior. En 1998, se realizaron 105.177 juicios comerciales, un 12 por ciento más que en 1997. "Pero lo más alarmante -cuenta Osvaldo Villar, jefe de prensa de la empresa- fue el fuerte incremento en la cantidad de pedidos de quiebra, que mostró un aumento del 18 por ciento sobre 1997. En 1998, se registraron 9355 pedidos de quiebra."
El sector financiero, por su lado, mide la cantidad de consultas que mensualmente realizan los bancos a Veraz para conocer la situación financiera y la capacidad de pago de sus potenciales clientes. El informe comercial es el mejor indicador del interés de bancos y solicitantes en torno del mercado de crédito. "En general, el índice experimentó un crecimiento del 17 por ciento en el total de consultas de los bancos, lo cual demuestra que las entidades financieras aumentaron durante 1998 su política crediticia. Sólo en los últimos tres meses de ese año, el nivel de consultas tuvo una reducción del 3 por ciento."
Por último, en el sector bancario, las inhabilitaciones de cuentas corrientes -se explica- muestran más que ningún otro indicador las dificultades voluntarias o involuntarias de la gente para cumplir con su obligación financiera.
En total, este indicador -73.461 cuentas corrientes cerradas en 1998- creció un 19 por ciento en relación con 1997.
La mayor incidencia en el agravamiento de este indicador fue causada por la situación de personas físicas, en el rubro de la emisión de cheques sin fondos. Estos representan un 70 por ciento del total de los casos y su incidencia fue de un 36 por ciento más que los registrados hace dos años. Según los últimos informes, en febrero último creció considerablemente la inhabilitación de cuentas corrientes. Tan sólo en ese mes fueron cerradas 8356 cuentas (un crecimiento del 16 por ciento respecto de enero de 1997 y 28 por ciento por encima de febrero de 1998).
Un dato que preocupa a los analistas es que el promedio que viene dando 1999 se encuentra en los 7781 casos, una cifra 27 por ciento superior a los 6111 promedio de 1998; un 52 por encima de 1997 y un 17 por ciento superior al de 1996.
"Por el momento -sostiene Veraz-, el año actual, en materia de inhabilitaciones, se perfila como el peor desde 1996."
Y se llega a esta conclusión: la gente común, más que las empresas, sigue siendo el grupo con mayores problemas de pago.
Termómetro
Los informes de las empresas de referencia comercial actúan como termómetros de la realidad cotidiana. Sus datos aparecen como una muy buena ventana para ver qué pasa en la economía y en la calle. A través de esa ventana, se observa que:
- El nivel de morosidad de la banca pública es superior al de la banca privada.
- 1995 fue el peor año para los usuarios de tarjetas de crédito: la morosidad, en aquel año, alcanzó al 20 por ciento, cinco puntos más que en 1998.
- En los primeros meses de 1999 se están emitiendo menos informes que en 1998, relacionados con créditos hipotecarios y préstamos personales.
- En un año, el cierre de cuentas corrientes creció un 30 por ciento.
- Con pequeñas oscilaciones, existe un 15 por ciento de incumplimiento sobre 8 millones de tarjetas de crédito. La mora, sin embargo, no significa inhabilitación.
- En 1995 hubo un quiebre muy pronunciado en la cadena de pago; muy por encima de lo que sucede hoy.
De ayer a hoy
Los servicios de información comercial existieron desde el comienzo del comercio. En los puertos de la Edad Media, cuando empezó a florecer el comercio, el que no cumplía con sus obligaciones comerciales quedaba anotado en un palote para evitar que repitiera esa falta.
Hasta fines de la década pasada, la Cámara de Grandes Tiendas centralizaba en la Argentina la información comercial, aunque sin responder en tiempo y forma a las necesidades del mercado, y ésa fue la causa principal de su posterior desaparición.
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