Vínculos negativos: dos maneras de llevarse mal con todos (y cómo solucionarlo)
Uno de los grandes desafíos de este tiempo son las dificultades en los vínculos. Muchas personas poseen la "habilidad de llevarse mal" con los demás en todos los grupos a los que pertenecen. Es decir, en todas sus relaciones interpersonales: con sus familiares, con sus amigos, con sus compañeros del trabajo o estudio, etc.
Por lo general, son dos las maneras más usuales, de las muchas que existen, de caerles mal a otros y vincularnos negativamente. Observemos el siguiente gráfico:
Falta de empatía
La empatía es la capacidad que todos los seres humanos tenemos de "colocarnos en los zapatos del otro". Es un signo de inteligencia emocional. Ahora bien, cuanto más bajo es el nivel de empatía, más alto será el nivel de maldad. Es decir que, a menor empatía, mayor maldad. ¿Por qué? Porque si yo soy una persona empática, no voy a hacerles daño a otros. No voy a hacerle a nadie lo que no quiero que me hagan a mí.
Pero, ¿qué significa tener bajo nivel de empatía? Básicamente es practicar el "individualismo". Alguien individualista expresa: "Yo hago lo que quiero sin pedirle opinión a nadie". Entonces, la persona participa de un grupo, llámese familia, amistades, lugar de estudio o trabajo, pero hace lo que le viene en gana. Es un "cuentapropista", trabaja solo para sí mismo.
¿Cómo responderá el grupo ante esta actitud? La manada lo va a aislar. Algunos suelen excusarse: "Yo solo digo la verdad", sin darse cuenta de que sus palabras pueden lastimar al otro porque el otro tal vez no puede comprender o elaborar sus dichos. Decir todo lo que pensamos sin considerar al prójimo no es honestidad, sino un bajo nivel de empatía. Cuando no tengo consideración por los demás, solo vale "mi yo". Así es cómo actúa la persona que se sienta en un medio de transporte público, "despatarrado", de manera tal que le quita el espacio que le corresponde ocupar a su acompañante.
Exceso de empatía
Otra de las maneras de llevarnos mal con los demás es el exceso de empatía. Esta actitud, en el fondo, enmascara "omnipotencia". El omnipotente ayuda, da y está presente permanentemente, pero bombardea al otro. El mensaje que transmite con su accionar es: "Yo todo lo puedo (soy omnipotente); vos no podés nada (sos impotente)". Se para en el lugar de dador y ubica a los demás en una posición de impotencia, aun sin darse cuenta. Son esas personas que siempre aconsejan, siempre colaboran, siempre entregan.
¿Es posible lograr llevarnos bien con los demás? ¡Claro que sí! Todos podemos aprender a desarrollar empatía, si no somos naturalmente empáticos o no hemos modelado esta actitud. El siguiente ejemplo nos permite entenderlo mejor:
Si mi amigo se cae en un pozo, yo no me tiro al pozo a llorar con él (exceso de empatía); tampoco huyo para que él resuelva la situación por sí mismo (bajo nivel de empatía). Lo que hago es pensar por un momento cuál es la mejor opción por seguir y decidir rápidamente traer una escalera para que mi amigo pueda salir de allí.
Hoy más que nunca, practiquemos la empatía con toda la gente que nos rodea. Y recordemos que un bajo nivel de empatía y un exceso de empatía son dos de las muchas maneras de llevarnos mal con casi todo el mundo.
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