
Violeta Urtizberea. "Me cuesta que el amor perdure"
A punto de llegar a los 30 y en pareja desde hace un año, la actriz cierra 2014 con proyectos en cine, teatro y televisión
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Aunque resulte increíble para los cultores de Magazine For Fai, en tres meses, Violeta Urtizberea (la nena inquieta que interpretaba a Katy en el desopilante programa de su padre, Mex) cumplirá tres décadas. Conserva intacta la sonrisa pícara y la mirada titilante, pero desde los años del For Fai hasta hoy, mucha agua corrió bajo el puente para Violeta: se formó y dio clases de actuación, se convirtió en una de las actrices predilectas de Underground (la productora de Sebastián Ortega) e integró los elencos de la exitosa Graduados y, actualmente, el de Viudas e hijos del rock & roll. En teatro independiente trabajó con dramaturgos y directores en pleno ascenso, como Mariano Tenconi Blanco (autor y director de Las lágrimas y La fiera), y en cine fue elegida por Gustavo Taretto, director de Medianeras, para el elenco de Las insoladas, y por su amigo de la infancia Martín Piroyansky, para la película Voley. "Ya a los 30 sos una mujer. No sos más una nena y tenés que hacerte cargo", dice la actriz, casi como quien busca convencerse a sí mismo.
-Alguna vez dijiste que viviste en la adolescencia una etapa oscura. ¿En qué consistía esa oscuridad?
-Estaba a punto de disfrutar del sufrimiento, de encontrar un goce en la escena dramática. Después, empecé a actuar y eso fue bastante catártico. Hubo un momento de mi vida en el que dije: "No. No me gusta sufrir. No quiero esto". Tiene que ver con cómo encarar el sufrimiento. Yo me di cuenta de que no quería eso para mí.
-Estudiaste Psicología dos años. ¿Es cierto que cuando empezaste la carrera, tu papá te preguntó para qué ibas a la Facultad?
-Sí [risas]. De todos modos siento que él lo decía para que no me distraiga con otra cosa si yo sabía que quería ser actriz. Hay gente que por miedo a poner la energía en algo artístico, la pone en cualquier otra cosa y después termina no haciendo nada. Como no se la jugaron por eso terminan trabajando en una oficina con su padre o haciendo cualquier otra cosa. Igual, para mí, ponerme a estudiar Psicología no fue una distracción. Me vinieron muy bien los años de facultad. El CBC me dio un pantallazo de cultura general y lo recomiendo.
-¿Te gusta la idea de volver a trabajar con tu papá? Cuando empezabas con Graduados no te cayó bien enterarte de que él también estaría en el elenco?
-Me cayó horrible. Desde el principio dije: "Yo no quiero que nuestros personajes se crucen". Y la verdad es que casi no nos cruzamos, salvo en un par de escenas. Fueron divertidas, no fue para nada dramático y estuvo bueno. También nos dejó encontrarnos de otra manera. Yo me había quedado con una sensación de lo que había sido el For Fai y, si bien estuvo buenísimo en ese momento, no quería volver a ser empleada de mi papá. Estar los dos como pares en Graduados estuvo bueno y en este programa [por Viudas e hijos...] pasa lo mismo.
-Hace tiempo que venís haciendo trabajos en teatro, ¿es un refugio para vos?
-Sí. Creo que es el lugar en el que más incidencia podemos tener, sobre todo si hacés teatro independiente, que es lo que yo intento hacer. Ya el teatro comercial es una cosa totalmente distinta... Pero no tengo esa visión que tienen algunos actores de que el teatro es lo único que puede ser llamado arte. Creo que hay obras espantosas y programas de televisión que están buenísimos, y al revés también. Pero sí es un lugar de refugio, esa sería la palabra. Es un lugar de experimentación donde hay otro tipo de búsqueda, que no es la comercial.
-¿Convivís con alguien?
-No, en este momento, no, aunque estoy en pareja hace un año.
-¿Sos desordenada?
-Sí, soy muy desordenada, pero no sucia, que es una diferencia muy importante para la convivencia. Incluso soy bastante insoportable con la higiene en general. Entonces, no es que va a haber cosas sucias por ahí ni una taza podrida. Pero sí soy de dejar tirados los zapatos y para vestirme armo un caos.
-¿El amor es un asunto difícil?
-Sí, pero por otro lado, me resulta fácil. Es un tema muy importante en mi vida, casi te diría esencial. Me gusta mucho estar enamorada. Si no lo estoy me siento extraña. Parece algo malo, pero es mi realidad. Siempre te recomiendan: "Aprendé a estar sola". Obviamente que sé estar sola, pero si puedo elegir prefiero estar en pareja. Me sale bien la cuestión de enamorarme, siempre fluye muy fácil, no me cuesta. Pero te diría que lo que me puede llegar a inquietar o resultar difícil es la prolongación del amor. Hay algo de la pérdida del erotismo y ese tipo de cuestiones que me pueden llegar a preocupar.
-¿Creés en el para siempre?
-No. Ese es mi problema. No creo para nada en el para siempre. Y es un gran tema porque por más que vos te pongas lógico y digas es probable que no estemos juntos para siempre, uno tiene que creer que va a ser para siempre para que funcione. Y yo ni siquiera lo puedo creer en la fantasía. El amor, la pareja y todo el principio me sale perfecto. Pero me cuesta que perdure, pasar la etapa del enamoramiento. Mis parejas siempre me duraron dos años y pico. Ahí se me vencen [ríe]. Mi desafío es poder construir algo después de la etapa del primer enamoramiento. Espero poder lograrlo con mi novio actual.
-Te golpeó muy fuerte la muerte de Spinetta. ¿Por qué?
-No sé bien por qué. Yo no lo conocía. Me encantaba su música, pero tampoco es que era mi ídolo número uno. Me resultaba una persona hermosa, entrañable, y me pareció muy injusto. Me conmovió muchísimo. Estuve una semana llorando sin parar. No sé si quizá lo relacioné con mi papá. Después la conocí a Vera [hija de Spinetta], con la que hice una película hace poco [Voley, de Martín Piroyansky], y fue hermoso. También me cerró todo porque ella es una persona increíble y divina con la que conecté al segundo.
-¿Qué creés que pasa después de la muerte?
-No tengo idea. Pero mucho no me importa qué pasa después. Hay como unos consuelos que hablan de la reencarnación. A mí lo que me angustia es dejar de ser yo. Si después soy una Sally que vive en Washington, no me importa. Lo que me da pena es la muerte de mi vida.
-¿Qué querés para vos?
-Me cuesta pensar en el futuro, prefiero que me sorprenda. Me gustaría seguir viviendo de la actuación. Me gustan las pequeñas cosas de la vida, aunque suene cliché. No tengo grandes ambiciones.
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