Chanel, un desfile con los pies en el agua
En 1913, en la calle Gontaut-Biron, Coco Chanel abrió su boutique en Deauville, la ciudad balnearia de la costa de Normandía. Allí la diseñadora ofrecía suéteres rayados rescatados del guardarropas de los pescadores, sombreros de ala ancha, camisas rayadas, pantalones marineros y pijamas para la playa llevados con perlas y camelias.
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Hoy, el último día de la semana de la moda francesa, Karl Lagerfeld, 35 años al frente de Chanel, presentó la colección prêt-à-porter verano 2019 en el Grand Palais. El espectáculo fue, una vez más, una fabulosa escenografía que representa la isla de Sylt en Alemania, la playa favorita de Lagerfeld, con olas incluídas y 240 toneladas de arena de piedra de Carrara traída de Normandía. Las modelos bajaron a la playa por un camino de madera bajo la atenta mirada de un guarda costas (en Chanel, bien sûr) con la nueva colección con muchas prendas de tweed en una silueta evasée que permite caminatas cómodas sobre la arena. Y pisadas descalzas de modelos que fueron con los zapatos con taco bajo de acrílico transparente en la mano.
Mención especial para los estampados de sombrillas que se repiten también bordadas con paillettes y en forma de camelias rayadas. El nuevo tailleur tiene pollera portafolio y un saco de aires boyfriend en un paleta empolvada. Los chemisiers de seda se abren para mostrar el bikini de cintura alta que hace concesiones con accesorios muy años 80: cadenas de metal que repiten y tintinean Chanel al caminar. Bolsos con forma de pelota compiten la clásica cartera de cuero matelasée.
Una periodista de moda especializada dijo que "cuando la escenografía es grande de la colección se desconfía". Esta vez no es el caso. El Chanel de Lagerfeld resultó una escapada a la isla de la fantasía en pleno otoño parisino.