Murió Kouka. El adiós a la primera modelo top argentina
Vivió una vida de lujos y una carrera que se gestó en Flores y encontró el éxito en el París de los años 50. Fue el súmmum de la elegancia de la época, una verdadera referente, una verdadera musa de inspiración.
Cuando el destino te tiene en la mira, de nada vale hacerse rogar. Así fue como la séptima hija de un matrimonio de clase media del barrio de Flores no se convirtió en la bruja como cuenta la leyenda. Fue una hechicera que, sin proponérselo pero deseándolo, encandiló a la crème de la crème de la moda francesa desde el primer día.
María Haydeé Gaspar de Acuña primero, Mónica Lezica después y Kouka Denis al final.. O simplemente Kouka, con acento en la a como la bautizó Hubert de Givenchy en París cuando la conoció y la contrató de inmediato y en exclusiva por su parecido físico con Audrey Hepburn. ¿Quién iba a pensar que ese apodo materno se convertiría en el nombre más glamoroso entre las mannequins de alta costura de los 50 y 60? Una palabra simple y corta pero con carácter para aquella joven que se convirtió en la primera modelo top argentina.
Kouka le dio autoridad a los diseños de la época de nombres prestigiosos que acunaron la moda francesa del siglo XX. Una responsabilidad mayor para una adolescente que apenas pesaba 39 kilos y que le daba vida a aquella moda creativa, nueva, recién nacida. Su andar era grácil, su caminar silencioso y parecía flotar envuelta en los vestidos de Yves Saint Laurent cuando éste se hizo cargo de la firma Christian Dior. Tenía 16 años cuando el tímido novato diseñador le propuso, en una nota caligrafiada en un restaurante de Saint Tropez, ser su musa y su inspiración. Era su modelo principal y fuente de inspiración. Fue él quien le recomendó cortarse la larga melena oscura en el carré que la acompañó hasta sus últimos días. Fue su "princesa inca" como le gustaba llamarla. Fue así que el 30 de enero 1958 abrió y cerró el primer desfile del couturier tras la muerte de Monsieur Dior y debutaron con éxito. El suceso del diseñador y la mannequin estaba en marcha.
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Éxito es la palabra que la acompañó siempre, desde el principio. Viajó a la ciudad Luz por 10 días y se terminó quedando 14 años. Llegó sin saber hablar francés pero con muchas ganas: en París la esperaba la vanidad de la moda de la época.
En 1959 fue, junto con otras modelos, la primera en desfilar la recién estrenada colección Dior por Saint Laurent en la Unión Soviética, en plena Guerra Fría, cuando Nikita Kruschev levantó la Cortina de Hierro. Le dijo no a la primera dama más poderosa de los Estados Unidos. Jackie Kennedy puso un cheque en blanco a su disposición por Monita, su perra Yorkshire con la que desfiló en la Casa Blanca la colección que la maison Christian Dior había preparado para su, por entonces, mejor clienta. Y también le dijo no a Aristóteles Onassis cuando le mandó dos rosas de oro para invitarla a comer al restaurante Maxim´s. Eso sí, se quedó con las flores.
El sí se lo dio a Warren Beatty con quien salió un par de meses. Se casó dos veces, primero con el francés Claude Azoulay, el joven fotógrafo estrella de la revista Paris Match, con quien tuvo a Alexandra y Jessica. El casamiento fue en la boite Castel, uno de los lugares de la alta sociedad parisina de la época. Luego, años más tarde, le dio el sí al director de televisión Roberto Denis, el gran amor de su vida, con quien tuvo a su tercera hija, Lisa.
Su último trabajo en la moda fue en los 2000 cuando, viuda, viajó a París para trabajar como directora de alta Costura y responsable de las relaciones públicas de Thierry Mugler, el entonces niño mimado de la moda francesa.
Kouka inspiró a los grandes popes de la moda internacional. Le dedicó su vida entera y se convirtió en su ícono. La fotografió Richard Avedon y Melvin Sokolski entre otros grandes del momento. Fue dueña de un archivo inmenso de historias y de profesionalismo en la moda, en una industria donde la sofisticación no tenía límites. Hoy, en un momento donde la moda mira hacia atrás hay que celebrar los tiempos que nos precedieron, allí está la información del mundo.
Hace unos años, en una entrevista confesó que le temía a la muerte y que quería vivir 120 años. Tenía muchos menos, 79, cuando el miércoles murió en Buenos Aires rodeada de sus prioridades: sus hijas, sus nietas y sus hermanas. Se fue Kouka, elegancia, madurez y clase.